Prólogo

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Rappelle-moi le jour et l'année
Rappelle-moi le temps qu'il faisait
Et si j'ai oublié,
Tu peux me secouer

Un día cualquiera en el que había decidido salir a tomar aire a la glorieta cercana al parque, lo conoció. Tan perfecto. Solo ahí, esperando por algo. Mirando en silencio hacia el cielo. Concentrado. Ignorando todo lo que se encontraba a su alrededor. Dejándose abrazar por la nostalgia del recuerdo. Rezando. Pidiendo. Rogando volver a tener entre sus manos las memorias de sus días más felices.

Los años se reflejaban en su expresión. La tortura brillaba en sus ojos. La desesperación la gritaba a los cuatro vientos.

¿Cómo?

¿Por qué?

Miles de preguntas eran susurradas a la luna durante la noche y al sol durante el día. Ninguno de los dos respondía. Las estrellas solo eran crueles y silenciosas testigos de su agonía.

No tuvo el valor de acercarse cuando el dolor en su corazón fue tanto y lo hizo derrumbarse. No tuvo el valor de ofrecerle un hombro en el cual pudiera llorar y encontrar consuelo. No se atrevió a interrumpir su desasosiego.

Porque no servía de nada.

¿El dolor que sentía?

Nadie podía quitárselo.

¿La culpa que lo carcomía?

Nadie podía cargar con ella más que él mismo.

¿El arrepentimiento que lo encadenaba?

Era lo que merecía.

Él realmente deseaba con todo lo que era encontrarse de nuevo en ese lugar, a esa hora, ese día, ese mes y ese año. Deseaba mucho estar ahí. Siendo feliz, regocijándose en su calor, viviendo de su amor.

No ahí.

Aferrándose al último y más nítido recuerdo que estaba en su memoria.

Luchando para no olvidarlo.

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La ley del todo o nada [kookmin] (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora