11. La mort d'un papillon

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28 de diciembre, 1825
Rocamadour, Francia

Dicen que el tiempo pasa más lento cuando estás preocupado o tienes muchas cosas en la cabeza.

Jungkook pudo comprobarlo cuando el reloj marcó las doce del mediodía y aún no había indicios de Jimin por ningún lado.

Algo en su pecho se removió cuando recordó el terror en los ojos del rubio al que se había acostumbrado a tener rodando por su oficinal temporal mientras intentaba hacer que su cabeza se pusiera en marcha para poder resolver el caso de aquel popular asesino serial que indirectamente estaba amenazando con la vida que él quería proteger.

No había pasado más de dos horas desde que Jungkook había despertado en medio de la habitación en la cual pasó la noche tras haber tenido aquel sueño que más parecía una pesadilla en el cual había perdido a Jimin por segunda vez y luego había mantenido una inusual charla con una señora que nunca había visto en toda su vida.

Aún podía recordar la angustia que había estado carcomiéndolo durante toda la conversación. Se había sentido tan real que en algún punto se llegó a cuestionar si acaso realmente se había tratado de un sueño cualquiera.

Aunque en el fondo ya sabía la respuesta.

Siendo él víctima de aquel descomunal embrollo que lo había hecho viajar en el tiempo no una, sino varias veces, y a juzgar por la aparente estrecha relación que había tenido con Park Jimin cada vez que se encontraba con el hombre en diferentes épocas, Jungkook podría llegar a pensar que tal vez lo que experimentó no se trataba de un sueño, sino de algo más.

Tal vez un recuerdo de una de sus primeras vidas.

La mirada penetrante de la mujer volvió a ocupar sus pensamientos.

Por muy impresionante que sonara, incluso para él, Jungkook había sido capaz de recordar todas y cada una de las palabras que la anciana había recitado para él mientras fue prisionero de un cuerpo que no era suyo.

'La sangre será derramada para que el alma pueda descansar en paz. Pero esa alma no conocerá nunca más la felicidad. Debes estar seguro antes de que sea demasiado tarde.' Es lo que ella había dicho en el momento en que se encontraron de frente.

Jungkook apenas y había logrado diferenciar entre su realidad y ese mundo de fantasía que lo había llevado a estar frente a la mujer. Era más que obvio que no entendería nada acerca de lo que ella hablaba, pero no pudo hacer nada por evitar la impotencia que le arañaba en el pecho al no ser capaz de entender lo que le decía.

De aquellas primeras palabras, solo había una frase que había estado haciendo ruido en su cabeza desde que despertó.

'... esa alma no conocerá nunca más la felicidad'

No hacía falta que Jungkook fuera tan inteligente como para deducir que la mujer se refería al alma de alguno de los dos. El alma de Jimin o la suya propia.

Estaba condenada.

Jungkook recordaba que, después de haber escuchado aquella primera declaración, había deseado tomar el control sobre el cuerpo que estaba ocupando para negarse e intentar de alguna forma cambiar el rumbo de la historia que ahora estaba llegando a conocer y no se dirigía a ningún otro lado más que al camino del arrepentimiento y sufrimiento.

Ese mismo camino que ahora estaba llegando a comprender y se sentía desesperado por cambiar.

Sin embargo, no sorprendentemente y miserablemente, había fracasado.

La ley del todo o nada [kookmin] (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora