06. Deux amours, deux mondes

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20 de marzo, 1903
Hertford, Londres

Jimin se quedó inmóvil, incapaz de pronunciar ni siquiera una sola palabra. Su mente se sentía a miles de millones de kilómetros de distancia.

El hombre frente a él lo miró con la cabeza ladeada.

"¿Ma lune?" preguntó el extraño, tratando de llamar su atención o hacerlo entrar en razón. Jimin no estaba seguro de cual de las dos opciones era la correcta.

Supuso que la segunda era la más probable. Estaba seguro de que no solo por su vestimenta, sino por el maquillaje en su cara y los mechones de colores en sus rubios cabellos. Debía verse de lo más extraño para el hombre, si es que la mirada azul desconcertada podía ser un indicativo de ello.

Jimin se echó para atrás cuando se dio cuenta de que el hombre estaba acercándose a él discretamente e hizo el amago de tomarlo de uno de ambos brazos.

El contrario fue más que consciente de aquella acción y entrecerró los ojos, confuso. Miró a su alrededor de manera mesurada y solo entonces Jimin se dio cuenta de que la calle repentinamente se había llenado de más personas que si bien no les prestaban atención, si él comenzaba a actuar como un loco, definitivamente iban a hacerlo.

"¿Te encuentras bien?" cuestionó el chico con genuina preocupación nadando en su brillante mirada.

Jimin asintió apresurado y volvió a mirar a sus costados, dándose cuenta pronto de que estaba más que perdido. Sus ojos violetas se removían por todos lados, intentando reconocer de alguna manera el lugar en el que se encontraba.

No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que jamás en su vida había estado en un sitio como ese.

Y de hecho, ese lugar ni siquiera parecía ser un sitio que existiera en su mundo. A menos que algún pueblo europeo aún acostumbrara a vestir, hablar y actuar como en el siglo pasado.

O tal vez de alguna manera inexplicable, Jimin había aparecido por arte de magia en algún lugar que estaba llevando a cabo una celebración conmemorativa de los años pasados.

Eso podría ser factible, sin tan solo su último recuerdo no tuviera que ver con tres mujeres en medio del bosque en la noche, premoniciones para dos pequeños bebés y él desmayándose luego de que una señora le diera un acertijo que no había entendido desde la primera palabra.

Sin embargo, Jimin frunció el ceño al seguir notando hasta los más pequeños detalles de todo aquello que lo rodeaba.

En primer lugar, ¿por qué en Corea del Sur alguien haría conmemoración a la cultura europea?

En segundo lugar, ¿por qué, de todos los lugares, habrían escogido un pequeña ciudad como lo era Busan?

En tercer lugar, ¿de qué loca manera habían logrado ambientar todo aquello literalmente de la noche a la mañana?

Y de todas y más importantes formas, ¿dónde diablos estaba su cabaña?

Jimin se hizo cada una de esas  preguntas en un intento de mantenerse cuerdo, pero sabía que era inútil intentar encontrar las respuestas que él deseaba.

La ley del todo o nada [kookmin] (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora