16. Le secret de l'amour c'est la douleur

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14 de febrero, 2022
Busan, Corea del Sur

No había logrado dormir en toda la noche.

Después de haber visto a aquella mujer en su cocina, escuchar todas sus palabras y haber sufrido el susto de su vida cuando ella se lanzó hacia él con toda la intención de tener su cuerpo entre sus manos, Jimin había declinado la opción de atreverse a entrar ahí de nuevo y en su lugar, se giró sobre sus pies, subió sus escaleras y se adentró en su habitación.

Incluso cerró la puerta con pestillo y se aseguró de mantener cerradas sus ventanas.

Se acostó en la cama sin siquiera atreverse a entrar al cuarto de baño para asearse y cubrió su cuerpo con las sábanas claras.

Todo lo había hecho de manera casi automática. En silencio. Demasiado temeroso de realizar cualquier ruido que pudiera alertar a lo que sea que decidiera aparecer frente a su rostro y asustarlo como lo había hecho la mujer en su cocina.

En algún momento, Jimin cerró los ojos con la intención de olvidarse de aquello que le había sucedido. Sin embargo, cada vez que sus párpados bajaban, detrás de ellos podía ver a la mujer una y otra vez. Podía escuchar su voz ronca y rota, y su risa maniaca. Podía sentir que aquellas manos pálidas y delgadas lo alcanzaban y que éstas se aferraban a cualquier parte de su cuerpo, podía incluso sentir dolor en su piel por el agarre que ésta ejercía sobre él.

Lo intentó muchas veces, pero en cada una de ellas, la mujer aparecía de nuevo.

Así que se rindió.

Jimin se había levantado aproximadamente a las cuatro de la mañana, cuando se dio cuenta de que aquel esfuerzo por obtener algunas horas de sueño y descanso estaban siendo en vano.

Aún se encontraba demasiado asustado para abrir la puerta y salir de su habitación, pero aún así había logrado llegar a su estudio en medio de la noche.

Al encontrarse en aquel cuarto que se había convertido en un refugio en los últimos meses, Jimin soltó un suspiro aliviado y se aseguró de prender las luces antes de dirigirse hacia su computadora y encenderla para ocupar su cabeza en algo más que no fuera la mujer de negro.

Cuando leyó los últimos párrafos que había escrito para recordar en que punto de la historia se había quedado, fue rápido en colocar sus dedos en el teclado y después comenzó a presionar los botones con firmeza.

Al salir el sol, había terminado un nuevo capítulo.

Y tal vez, solo tal vez, Jimin había redirigido ligeramente la historia hacia un escenario un poco más lúgubre al describir una escena parecida a lo que él había vivido la noche anterior en su cocina.

Iban a dar las diez de la mañana cuando volvió a sobresaltarse al escuchar un estruendoso ruido y pronto, sus pensamientos se enfocaron en maldecir a la persona que había sido la responsable de hacer sonar su tono de llamada.

Jimin se levantó de su lugar luego de haber guardado el avance que había hecho durante aquellas horas de insomnio y corrió a su habitación para obtener su celular.

Al ver quién llamaba, no pudo evitar rodar los ojos.

"¡Buenos días, pequeño dormilón!" exclamó Hoseok con voz cantarina al otro lado de la línea.

La ley del todo o nada [kookmin] (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora