La ley del todo o nada [kookmin] (en edición)

03. Larmes écarlates

6 de noviembre, 2021
Busan, Corea del Sur.

00:00 am

Se dice que toda persona tiene alguien con quien está destinado a encontrarse y vivir el resto de su vida.

Almas gemelas.

Almas destinadas.

La otra mitad de su alma.

Existían diferentes maneras de llamarla. Cada una de ellas designada por la diferente leyenda o cultura que la mencionara.

Al escucharlo, la mayoría de las personas lo relacionaban con el romanticismo, el amor y la felicidad. Creían que al encontrarse con su persona destinada no habría nada más que júbilo y alegría en su relación. Que todo sería perfecto y no habría ni una pizca de dolor.

Pobre gente estúpida.

Muchos se preguntaban: ¿de dónde había nacido la creencia de que existía en el mundo alguien que nos complementaba?

Había muchas teorías.

Alguien dijo que alguna vez el filósofo griego Platón había descrito al ser humano como una criatura con cuatro brazos, cuatro piernas y dos caras, y que un día, como castigo por el orgullo y avaricia que estos manifestaron, el Dios Zeus los partió a la mitad, de modo que estaban condenados a vagar desesperados por el mundo en busca de su otra mitad.

Otros hablaban de una leyenda egipcia en la cual el Dios Jnum creó a los humanos utilizando una bola de barro, moldeando y formando figuras que luego serían impregnadas con vida, alma y espíritu por la diosa Isis, de las cuales, las almas gemelas serían aquellas personas que fueron modeladas a partir de la misma bola de barro y que fueron impregnadas por los elementos de la diosa Isis al mismo tiempo. Eran personas que nacieron juntas para compartir sus vidas hasta el final de sus días.

Y por supuesto, no puede ignorarse el muy conocido mito del hilo rojo del destino. Aquel que asegura que un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias, y que el hilo se puede estirar o contraer, pero jamás romper.

Sin embargo, todas aquellas teorías eran solo eso.

Teorías.

Nadie en vida podría asegurar que fuera verdad. Ningún ser mundano podría ser testigo de su veracidad.

Aún así, miles de personas alrededor de todo el mundo aseguran haberse encontrado con quien estaban destinados a estar.

El universo era un lugar complejo de entender.

Cosas como la magia y los milagros eran vistos como algo imposible de existir. Pero cosas como cuerpos que emiten luz propia a miles de millones de kilómetros de distancia eran cosas maravillosas para admirar.

La gente suele excusarse en las pruebas científicas para desmeritar la existencia de cosas que van más allá de la explicación científica o que no ha sido posible comprobar a través de la ciencia, pero que sin embargo, existen.

Y si alguien aseguraba haber sido testigo de un truco de magia, un viaje en el tiempo o incluso un salto en el espacio, la gente solo decía que está fuera de sus cabales.