El sol le daba en los ojos [CAP 35]

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¿Cómo sabes que no eres el antagonista de la historia?
Quizá... Puedes convertirte en alguno según la perspectiva de la historia...

El sol le daba en los ojos. Dicha luz, que brinda la naturaleza que enceguece y arde dando vida y quitando otras, contemplando su magnitud frente a la cosmovisión del hombre que endiosa su virtud. Mantiene justas las horas en las que la tierra hierve y enfría; en la que el sueño debe de llegar al clímax.

Se despertó para caminar por largo rato hacia el oeste y luego repentinamente, quizás por un presentimiento, casualidad o causalidad... miró hacia el sur.

La noche anterior había sido una odisea: luego de beber hasta el colapso mental se enlistó en una furiosa pelea, el alcohol tomó el control de las fibras de su cuerpo... y al salir de esa ensoñación, se encontró totalmente repleto de magulladuras y moretones. Ahora solo podía ver una extensión de tierra desconocida. Lo abandonaron, pero decir a su suerte es mentir, nunca tuvo suerte; de cualquier forma continuó en busca de nada, él no era nada.

Eso se repetía una y otra vez de forma tormentosa... haciéndolo arder más que la estrella que contempla todo, que las heridas que volvían ardua la tarea de caminar.

Moviéndose, en apariencia erráticamente, se detuvo a tomar aire, un aire al que él no estaba acostumbrado. Su aire era un aire hastiado de un denso humo fabril y automotriz a base de energía inestable-atómica (el tétrico remplazo de la combustión interna, dejada de lado hacía ya siglos) y sin contar con el fétido aroma de los basureros, perfectos recipientes de la pestilencia humana que ha olvidado el simple disfrute por la brisa otoñal. Pertenecía a Ciudad Nova, el gran centro comercial-industrial-tecnológico de Gran Sistema.

Se hayaba a años luz de su hogar, en un planeta utilizado simplemente como lugar de parada. Uno que contenía un sol naciente similar a lo que conocemos tierra y varios satélites que rodeaban la masa esférica formando una ciudad habitada de seres prácticamente inentedibles para él. Aquéllas tierras se asemejaban a su planeta de orígen, praderas inmensas, mondos bosques, desiertos interminables... no obstante, había más... mucho más de lo que conoce. Esto era todo lo que sabía Cuauhtémoc, pues Planeta de los mil ojos solo le había servido de albergue esporádicamente y esto significa estar circunscripto a la zona en la que se hospedaba. A decir verdad, nuevos informes hablaban de seres que poseían algún nivel de organización, además de una fauna, pero solo eso era: un informe perdido sin importancia para algún antropólogo o biólogo, más abocado a otras regiones, que por sus investigaciones cobrarían algunos billetes más.

Interpretó los escritos como una vaga idea de un viejo que había vagado por lo desconocido como él lo había hecho. Entendía que era seductora la idea de adentrarse a descubrir tal magnificencia oculta.

Pero... no estaba preparado para ello.

Luego de encontrar el lugar adecuado, en el recodo de un claro río, bebió para después extraer de su bolso un inmenso sándwich de carne mal cocida. Degustó lentamente su banquete, estaba exhausto. Al final sacó del interior de su campera el diminuto radio, él no era psíquico, y se comunicó con John.

-Te copio Cuauhtémoc- comunicó John -Planeta de los mil ojos es bello, ¿no?

-No soportaría esta tranquilidad un día más- espetó dramáticamente, y luego su voz se adecuó a un tono serio -De Manuel aún no hay noticias. Creo que no quiere verme todavía- y ahí volvió su tono burlón que entre risas hizo doler sus tripas y hacer soltar un suspiro a John -Sé muy bien que está cansado de que me ría de él y de su poder de hablar con la mente.

-Espero solo una cosa: concretar el plan...

-OK. Cualquier cosa...

-... Te lo comunicaré- terminó por él -tan solo, ejecuta lo que debas hacer.

Cuauhtémoc continuó sin ruta prefijada. Sabía con exactitud solo una cosa: Manuel decidiría el encuentro. Dos horas pasaron y la luz del día empezó a mermar. Aquí el día era más corto que la noche, aunque la temperatura nocturna no variaba mucho de la diurna, al menos hasta bien entrada la noche. En el momento que el frío se hace notar.

Volvió caminando lentamente al recodo del río, encendió una fogata, extrajo unas galletas y se dedicó a escuchar la vida de ese sitio. Quejidos y crujidos se hicieron oír por la lejanía entre los árboles frondosos de hojas rojisas. El cielo se había tornado de un rojo arrebol y las luces, mejor dicho las ciudades proyectaron el espectáculo de los mil ojos.

Aquéllos sitios eran para esos afortunados, simples jerarcas -pensó Cuauhtémoc- se dice que su dedicación es casi desconocida y también no se sabe a qué se debe tal ubicación... lo que sí sabía, es que los que viven en estas tierras repletas de riquezas, eran habitados por seres que contemplaban las esferas y daban libaciones con los tesoros que les eran ofrecidos por la naturaleza... pensaban que eran los responsables de todos los cambios que surgían a sus alrededores.

Y si supieran, que tan solo eran una especie más, él se preguntó si dicha ubicación se daba como objetivo de búsqueda... podrían tratarse de ojos que vigilan desde la lejanía mostrando su presencia, pero en ningún momento revelando sus intenciones. Y mi objetivo era buscarlas.

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Les mando un abrazo grande a todos los terrícolas!!!!!

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2022 ⏰

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