𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 2

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El primer día de clases, poco después de despuntar el alba, comenzó la procesión.

Los primeros alumnos llegaron a pie. Salieron del bosque, vestidos con sencillez, la mayoría llevando únicamente una bolsa en bandolera. Creo que algunos de ellos se habían pasado toda la noche caminando. Miraban ávidamente el internado a medida que se acercaban, como si esperaran obtener de inmediato las respuestas que buscaban. Incluso antes de ver el primer rostro familiar (Wonho, que tenía más de mil años y no comprendía la época moderna en lo más mínimo), supe quiénes eran los alumnos de aquel grupo. Eran los vampiros desorientados, los más viejos de todos. No daban problemas a nadie: se quedaban en un segundo plano estudiando, escuchando, intentando compensar los siglos perdidos.

Jungkook se había mezclado con ellos el año anterior. Recordé como había emergido de la niebla con su largo abrigo negro. Aunque sabía que era imposible, no dejaba de escrutar los rostros de todos los alumnos que iban llegando, deseando poder ver otra vez su cara.

A la hora del desayuno empezaron a llegar los coches. Yo estaba en el pasillo de la zona de aulas, dos plantas por encima, de manera que podía ver los adornos de los capós.

Había pequeños deportivos italianos y vehículos todoterreno lo bastante grandes como para que los deportivos aparcaran en su interior. Supe que aquellos eran los alumnos humanos porque ninguno venía solo. Casi todos venían acompañados de sus padres y de unos cuantos hermanos menores. Hasta conocí a Clementine Nichols, que llevaba los cabellos castaños recogidos en una coleta y tenía pecas en la nariz. Para mi sorpresa, la señora Bethany recibía a la mayoría en el patio, alargando la mano con la elegancia de una reina que recibe a sus cortesanos. Parecía querer hablar con los padres y les sonreía afectuosamente como si se estuvieran haciendo amigos para siempre. Yo sabía que estaba fingiendo, pero tenía que admitir que era buena. En lo que respectaba a los alumnos humanos, cuanto más rato se pasaban en el patio mirando las imponentes torres de piedra de la Academia Medianoche, más se les borraba la sonrisa.

-Estas aquí..

Al volverme vi a Namjoon, mi padre, que había logrado levantarse temprano para la ocasión. Llevaba traje y corbata, como correspondía a un profesor, pero sus rebeldes cabellos rojizos reflejaban más su autentica personalidad.

-Si -dije sonriéndole - solo quería ver qué pasaba, supongo.

-¿Buscando a tus amigos? - Los ojos le brillaron cuando se situó junto a mí y miro por la ventana -.O viendo que tal están los chicos nuevos.

-¡Papá!

-De acuerdo. Lo retiro -Alzó las manos- Pareces un poco más contento que el año pasado.

-Lo contrario sería casi imposible, ¿no?

-Supongo que tienes razón -dijo mi padre, y nos reímos los dos.

El año anterior, yo había sido tan anti Medianoche que había intentado fugarme el día que llegaban los alumnos. Parecía que hubiera pasado una eternidad hasta entonces.

-Oye, si quieres desayunar, creo que tu padre tiene la plancha caliente para hacer gofres...

A pesar de que normalmente siempre bebía la sangre de los traslados clandestinos de la escuela, mis padres siempre se aseguraron de que me comiera la verdadera comida pues todavía era necesario.

-Subo enseguida, ¿okey?

-Okey -Me toco el hombro antes de darse la vuelta para marcharse.

Yo eche un último vistazo al patio. Aún quedaban unas cuantas familias despidiéndose o arrastrando maletas, pero ya había empezado la tercera y última tanda de alumnos. Todos venían solos en coches de alquiler. Había un par de taxis, pero casi todos los vehículos eran sedanes o limusinas alquilados. Cuando los alumnos se bajaban de ellos, con el lustroso pelo peinado hacia atrás, ya llevaban sus uniformes hechos a medida. Ninguno traía equipaje. Aquellos eran los alumnos que habían enviado sus muchas pertenencias por anticipación en las cajas y baúles que habían ido llegando a Medianoche en las dos últimas semanas.

Adicción²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora