𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 18

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La reanudación de las clases fue un alivio para mí. Me había sumido en un estado de ánimo melancólico que solo se agravaba con tiempo y silencio para pensar. Al menos, cuando los pasillos se llenaron de alumnos y los trabajos comenzaron a acumulárseme, tuve bastante que hacer. Pude dejar de pensar en mis problemas por un tiempo.

Al parecer, casi todos los alumnos de Medianoche habían dedicado gran parte de sus vacaciones a pensar en sus problemas, concretamente en el problema de ir a un colegio embrujado. Varios de los vampiros no habían regresado; los que lo habían hecho murmuraban sobre la necesidad de apostar centinelas en los pasillos y dormir únicamente por turnos mientras el otro compañero de habitación permanecía despierto. Incluso oí que alguien especulaba sobre qué haría falta para realizar un exorcismo.

«Sí -pensé-, estoy seguro de que un sacerdote con un crucifijo y una Biblia sería muy bien recibido aquí.»

Los alumnos humanos seguían estando relativamente tranquilos con el asunto del fantasma. Hasta Raquel lo estaba llevando bien.

-No es el mismo fantasma -razonó mientras deshacía su baúl, que contenía sobre todo comida: latas de sopa, paquetes de galletas saladas y tarros de mantequilla-. Si fuera a... bueno, si yo estuviera en peligro, a estas alturas ya lo sabría. Prefiero vérmelas con esto que con lo que sea que hay en casa de mis padres.

-¿Cómo soportas vivir allí?

-Esta Navidad la he pasado con mi hermana mayor y su marido. Su casa está bien. Mis padres piensan que lo hago por llevarles la contraria, pero también opinan que Frida es una «buena influencia».

Pensé en todas las cosas que mis padres me dejarían hacer siempre que estuviera con Yoongi.

-Si vas con una buena influencia, puedes hacer lo que te da la gana, ¿no?

Nos echamos a reír y luego nos partimos una barrita de dulce.

Pronto me quedó claro que al menos un vampiro se había pasado las vacaciones preocupándose por algo más aparte de los fantasmas, y que yo tenía ahora un problema completamente nuevo.

-He conseguido pasarme casi treinta años sin cambiar una rueda pinchada -rezongó Courtney mientras utilizaba el gato-. Si eres joven, sexy y rubia, créeme, puedes librarte. Siempre hay algún imbécil que está encantado de ayudarte. Por supuesto, comprendo que tú sí necesites aprender a hacerlo.

-¿Quieres hacer el favor de pasarme la llave? No vamos a terminar nunca si sigues quejándote.

-Qué genio. -Courtney sonrió furtivamente, curvando sus carnosos labios en las comisuras-. ¿Qué te pasa, Taehyung? ¿Estás... oh, no sé, teniendo algún problema en tu relación?

-Las cosas entre Yoongi y yo van tan bien como siempre. -Técnicamente, aquello era cierto. Cuando me arrodillé en el frío asfalto, manchándome los guantes de grasa, intenté prestar atención a la rueda pinchada.

-Creo que piensas que me estás diciendo la verdad -dijo Courtney-. Creo que ni tan siquiera sabes dónde va Yoongi sin ti.

-¿De qué me hablas?

-Resulta que, poco antes de Nochevieja, vi a Yoongi en Amherst. Sin ti.

-¿Qué hacías tú en Amherst?

-Resulta que conozco esa ciudad, ¿bueno? Voy de vez en cuando. Yoongi también, pero, por lo visto, para ver a alguien que no es su novio. Yo que tú sospecharía.

Yoongi debía de haber estado buscando a Charity. Se me ensombreció la expresión y Courtney sonrió satisfecha. No podía saber qué me había entristecido, pero eso le daba igual. Ahora que había detectado una debilidad, seguro que la explotaba.

Adicción²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora