Prólogo

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Me gusta coleccionar cosas

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Me gusta coleccionar cosas. Las guardo por allí, como si pensara que estando resguardadas entre lo demás, estarán a salvo de cualquier mal. La clase de cosas que colecciono son sencillas y muchos dirían que son tonterías. Sudaderas, a pesar de que me gusta usar la misma durante días seguidos. Moldes de galleta con figuras curiosas porque no hay nada mejor que escuchar a mi hermano menor atragantarse de risa mientras devora todo lo que horneo. Cosas de Shin-chan, desde las figuritas que salen en las papitas, hasta llaveros y fundas de celular. Cartas de amor. De entre todas las cosas que resguardo, se podría decir que mis cartas de amor son mi posesión más preciada.

Guardo mis cartas en una caja de zapatos que tomé del armario de mi hermano mayor. Estoy seguro no la extrañará. No son cartas que me hayan escrito; de esas no tengo ninguna. Más bien, las cartas que guardo son cartas que yo mismo he escrito. Dentro de la caja de zapatos, hay una carta para cada chico del que me he enamorado: es decir, cinco en total.

Cuando las escribo, me muestro tal como soy. Escribo mis cartas como si el chico a quien va dirigida, nunca fuera a leerla. Porque no lo hará nunca. Todos mis pensamientos secretos, todas mis observaciones minuciosas, todo lo que me han hecho sentir, lo vierto todo en la carta. Cuando termino, la sello, añado el destinatario y entonces, en vez de mandarla, la resguardo en mi caja de zapatos Nike KwonDo 1.

A decir verdad, tampoco son cartas de amor en el sentido estricto de la palabra. Mis cartas son para cuando ya no quiero seguir estando enamorado. Son algo así como una despedida. Porque después de escribir la carta, ya no me posee un amor que todo lo consume. Puedo comer sin morir de envidia por imaginarme a alguien más separando sus hojas de perilla. Puedo cantar una canción de amor sin dedicársela a él. Si el amor es como estar poseído, quizá mis cartas de amor sean como un exorcismo. Cuando termino de escribir mis cartas, me siento liberado. O, al menos, es lo que se supone que deberían de hacerme sentir.

 O, al menos, es lo que se supone que deberían de hacerme sentir

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A Todos Los Chicos De Los Que Me Enamoré [Una Adaptación Harukyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora