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Si por mi fuese, me hubiera quedado tumbado en la cama por el resto de mi existencia

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Si por mi fuese, me hubiera quedado tumbado en la cama por el resto de mi existencia. No tengo nada de hambre (el estómago revuelto por correr desde la escuela hasta la casa hace inclusive que, de vez en cuando tenga ganas de vomitar), pero esta noche es mi turno de hacer la cena, y tengo que cumplir con mis obligaciones de hyung, ahora que Hyunsuk no está.

Papá y Hwanie-chan están en la sala, mirando un documental. Yo estoy en la cocina, lavando tomates, pues es mi turno de preparar la cena. He decidido que esta noche haré lasaña vegetariana, por lo que tengo todos los ingredientes esparcidos en la encimera, a la espera de que termine de desinfectar y lavar los vegetales.

Desde la alargada ventana que está arriba del fregadero, puedo ver la calle. El sol se está poniendo, con lo que la calle tiene una tonalidad anaranjada, parecida a la piel de un durazno. Me recuerda a una melodía melancólica que escuché el otro día, y empiezo a tararear. "Tú eres quien se torna naranja hoy. Siento que iré a casa sintiéndome arrepentido. Quiero pasar más tiempo a tu lado."

Apenas y se ven un par de personas caminando: unos son oficinistas que están regresando a sus hogares tras un pesado día, otras son amas de casa que regresan del GS25 con los últimos ingredientes para preparar la cena perfecta.

Sin embargo, de entre los adultos que regresan a sus hogares, veo a alguien que sale de su casa y enfila por la calle: con paso ligero, las manos en los bolsillos y mirando al piso, Jihoon se acerca por la banqueta, en dirección a mi casa.

Quiero gritar, pero me contengo. El tomate que sujetaba entre ambas manos, cae al fregadero, dentro del bowl con agua y desinfectante del que lo acabo de sacar, produciendo un ruido de salpicadura. Aún con la mirada fija en la calle, cierro el grifo, me seco las manos en mi sudadera rosa que ya necesitaba una lavada de todos modos, y con la misma velocidad, brinco del banquillo, y me dirijo a la parte posterior de la casa.

Estoy saliendo por la puerta que lleva a la cochera, cuando escucho el timbre, y como papá se pone de pie, dispuesto a abrir a Jihoon, porque es Jihoon y no hay motivo por el cual no debiera dejarlo pasar.

Vuelvo a correr para llegar al otro lado de la cochera, agazapándome detrás del auto de papá.

Si saliera de mi escondite, se me podría ver desde el frente de la casa, con lo que mientras el corazón me late a mil por hora, no puedo hacer más que esperar. Entonces, escucho como la puerta vuelve a cerrarse (¡Jihoon ya está dentro de la casa!) y emprendo de nueva cuenta la carrera.

Corro a toda velocidad, hasta el final de la calle. Allí, justo en la esquina, está la antigua casa de Hamada Asahi. Como la casa de Asahi era nuestro punto de reunión y entrábamos y salíamos a nuestro gusto, sus padres solían nunca poner candado a la puerta del patio trasero. Se mudaron cuando ocurrió la crisis (pusieron la casa a la venta), pero como nadie la ha comprado aún, tengo la esperanza de que el portón siga sin candado.

Golpeándome contra él, giro el pomo, ¡y este cede!

Pese a que soy consciente de que estoy invadiendo propiedad privada, me cuelo dentro.

A Todos Los Chicos De Los Que Me Enamoré [Una Adaptación Harukyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora