Tengo la fortuna de que hoy no comparto clase de química con Haruto, porque no creo tener el valor de verlo nuevamente. El besarlo fue una tontería. De todas las tonterías que he hecho en mi vida, esta sin lugar a dudas, es la mayor de todas. Es cierto que tenía que inventarme un novio para presumir delante de Jihoon y que me dejaste en paz, pero si hubiese sido una persona más lista, no hubiera escogido a Haruto; no hubiera escogido a alguien del colegio. ¡No hubiera siquiera escogido a una persona real!
Paso el resto del día preguntándome en qué voy a hacer, porque es obvio que el puñado de personas que vieron el beso que le di a Haruto en la mañana, ya se lo contaron al resto del colegio. Es decir, sí, Watanabe Haruto y Park Jeongwoo han terminado, pero no han terminado. ¡Son toda una institución! Al igual que Hyunsuk y Jihoon, estoy seguro de que ellos también volverán, en algún momento.
En la tarde, cuando suena la campana que anuncia el fin de clases, me dirijo con paso lento a mi casillero. Quiero dar el tiempo suficiente para que el resto del colegio se deje los libros que no van a ocupar y se marche, antes de acercarme por allí. Antes de volver a toparme con Jihoon, con Jeongwoo o con Haruto.
Pero fui demasiado optimista, pues (era obvio) Haruto se encuentra allí, esperándome.
Ocurre igual que en la mañana, tal como ocurrió con Jihoon. Abro mi casillero, me dejo los libros, y cuando cierro la puerta, allí está Haruto, mirándome mitad divertido, mitad confundido.
-Hola –es todo lo que puedo decir, sonriéndole nerviosamente.
-¿El beso ha tenido algo que ver con la carta que recibí de tu parte, pero que no enviaste tú? –dice de manera burlona.
-Sí, algo –es todo lo que puedo responder, apenado. Y procede a reírse por lo bajo.
-Mira, Kim Junkyu –dice de manera lenta, como si estuviese por explicarme la tabla del uno-. No negaré que eres atractivo, pero Jeongwoo y yo acabamos de terminar y no estoy pensando en tener novio de nueva cuenta en estos instantes, así que...
Es mi turno de reír, con lo que Haruto se interrumpe a sí mismo, y me mira, esta vez, completamente confundido.
-No me gustas, Haruto –es todo lo que puedo decirle-. Así que puedo asegurarte que el beso que te di, no fue con la finalidad de pedirte que fueses mi novio.
-¿Entonces por qué fue? –pregunta a toda velocidad. Olvidaba lo mucho que a Haruto le importa la opinión que los demás tienen sobre él.
-Todo es por culpa de las cartas...
-¿Cartas? –repite visiblemente dolido-. ¿Quieres decir que no soy el único a quien has escrito una?
Me sonrojo, aunque no puedo saber por qué.
-Bueno, he escrito cinco en total...
-¡Cinco! –repite alarmado.
-Sí, cinco –es mi turno de explicar la tabla del uno-. Y entre esas cinco cartas, se ha enviado una al chico que realmente me gusta.
-¿Quién?
-¿Quién qué?
-¿Quién es el chico que te gusta?
-No tengo porqué contártelo –arremeto a toda velocidad.
-Tengo derecho a saberlo. Después de todo, me has metido en tu pequeño drama... ¡Me has besado frente al colegio! -susurra desesperado, apretando firmemente los dientes. Pero respira profundamente, y pregunta-: ¿Estaba el chico que te gusta ahí entre la multitud? ¿Necesitabas que él lo viese? ¿O es que en realidad el chico no existe y estás inventando más excusas para justificar que me besaste?
Frunzo el entrecejo y me muerdo el borde de la boca. Me molesta su acusación, pero confesar quién es el chico en cuestión...
Suspiro, derrotado.
-Es Park Jihoon.
-¿No es ese el novio de tu hyung?
Asiento, sorprendido. No esperaba que Hyunsuk y Jihoon fuesen lo suficientemente populares como para que Watanabe Haruto, el chico más popular del colegio, los identificase, e inclusive supiese que eran pareja.
-Han terminado, pero eso no significa que...
No sé cómo continuar con esa oración, así que la dejo por la paz y carraspeo, visiblemente incómodo por el rumbo que esta conversación está tomando.
Gracias por fingir con lo del beso –le digo al tiempo que me pongo la mochila, dispuesto a partir rumbo a casa.
-¿Qué harás con Park Jihoon? –pregunta intrigado-. Si el piensa que tú y yo somos novios...
-Las cosas entre tú y yo no funcionaron –respondo-. No necesitará saber nada más.
El fin de semana me la paso encerrado en casa, como siempre. Inclusive Hwanie-chan tiene planes (el viernes en la noche se ha marchado a una pijamada en casa de Inhong), pero yo que no tengo a Hyunsuk, a Jihoon, a Yedam (tal como el zorro que es, no sé en qué gallinero se ha metido), ni un perro que me ladre, me quedo encerrado en mi habitación, pensando si debo redecorar, mover los muebles, pintar las paredes de un nuevo color, reorganizar mis figuras de Shin-chan o lavar mi colección de sudaderas oversize...
Todo para no toparme con alguien indebido. Ya hice bastante mal al mentirle a Jihoon, y bastante mal en arrastrar a Haruto a esta mentira. Así que, si me quedo encerrado en mi habitación y salgo apenas para bajar a cenar e ir al baño, y si cuando voy al colegio no hablo con nadie que no sean los profesores, y repito el mismo proceso el próximo año, podré sobrevivir a la preparatoria y mudarme de país (tal como Hyunsuk) para la universidad.
Las cosas mejoran un poco cuando el sábado por la mañana, papá me entrega una carta que ha llegado para mí en el correo.
-El cartero dice que ha sido regresada –me comenta, con lo que la miro y me da un vuelco el corazón.
¡Es la carta que escribí a Noa Kazama, del campamento de verano! Le doy la vuelta y veo que sigue sellada, lo que significa que no la leyó. Muy probablemente no le interese nada de lo que Kim Junkyu, un extranjero que conoció durante un par de semanas cuando los dos teníamos doce años, tenga que decirle. Eso o quizá no recibió la carta, después de todo, también es muy probable que yo sea lo suficientemente idiota como para no haber escrito bien los kanjis de su dirección.
ESTÁS LEYENDO
A Todos Los Chicos De Los Que Me Enamoré [Una Adaptación Harukyu]
RomansaMe gusta coleccionar cosas. Las guardo pensando que estando resguardadas estarán a salvo de cualquier mal. De entre todas las cosas que colecciono, se podría decir que las cartas de amor que he escrito son mi posesión más preciada. No son cartas de...