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Ocurrió una noche de sábado

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Ocurrió una noche de sábado. Estábamos en el sótano de Yoon Jaehyuk. Se suponía que su hermano mayor nos cuidaría mientras no estuvieran sus padres, pero Jae le dio cinco mil wons, con lo que su hermano se encerró en su habitación, y nunca bajó a vernos.

También se suponía que era una ocasión especial. No era como cuando se nos ocurría pasar la tarde después de la escuela con el grupo y terminábamos todos jugando el patio de la casa de uno de nosotros (comúnmente las reuniones eran en casa de Asahi, pues sus padres habían construido una casita del árbol), o como cuando nos encontrábamos en el Parque Yongsan, y comprábamos helados. Esta vez era especial porque habíamos acordado una hora para llegar, y habíamos organizado qué compraríamos y lo que haríamos.

Entre todos cooperamos para comprar chucherías en el GS25 que se encontraba al final de la calle. Yo pensaba que jugaríamos a la botella, o a siete minutos en el cielo, pero resultó que Haruto llevó videojuegos, y así nos la pasamos toda la tarde pegados al televisor, compitiendo.

Cuando me di cuenta, ya todo había terminado, y poco a poco, nuestros padres se presentaban para recogernos y llevarnos a casa.

Me sentí decepcionado. No porque esperaba que algo me pasase a mí, sino porque esperaba que algo simplemente ocurriese, así fuese a alguien más. Después de todo, era una ocasión especial: era la primera vez que usaba perfume (cortesía de Yedam), y la primera vez que nos tapábamos las imperfecciones con maquillaje (sintiéndonos idols de kpop), por lo que tenía la esperanza de que ocurriese drama o algo digno de mención.

Sin embargo, en el sótano ya solo quedábamos Haruto y yo. La madre de Jeongwoo acababa de llegar por él, con lo que inclusive Jaehyuk se había ausentado, pues debía acompañarlo a la puerta. Haruto y yo estábamos sentados en el piso, lado a lado. Mientras yo leía un mensaje de mi padre (se había retrasado), Haruto seguía pegado a su videojuego.

No me di cuenta cuando Haruto terminó de jugar su nivel, y se giró para decirme:

-Tu pelo huele rico.

-Gracias -fue todo lo que pude decir, aún ocupado respondiendo el mensaje de papá-. Estoy usando el champú de bebé de Hwanie-chan -agregué sin prestar mucha atención.

Entonces, aun pensando en el mensaje que había recibido de papá (y en mi contestación), finalmente despegué la vista de mi teléfono, y me di cuenta de que Haruto se había acercado a mí, lo suficiente como para poder olisquear mi cabello.

Y entonces, sucedió.

Haruto se inclinó sobre mí, me dio un veloz beso en la punta de los labios, y volvió a retirarse, regresando la vista al televisor. Yo solo pude quedarme de piedra.

Primero, porque nunca había pensado en Haruto de ese modo. No me gustaba, pero fue ese beso lo que consiguió que ahora solo pudiese presar atención únicamente a él.

Segundo, porque todo el grupo sabía que Haruto y Jeongwoo sentían algo el uno por el otro, y estábamos a la espera de que lo hiciesen oficial.

Y tercero, porque pese a que fue Haruto quien me besó, él fue quien pidió a Jeongwoo que fuese su novio, y apenas un par de semanas después de ese beso, ellos dos efectivamente se volvieron en una pareja.

Eso fue lo que más me dolió. Que nunca logré comprender qué había significado ese beso para Haruto. ¿Lo había hecho por impulso? ¿Lo hizo porque es el tipo de chico que hace ese tipo de cosas sin pensar? ¿O esperaba en ese momento que yo correspondiese el gesto, y entonces preguntarme si yo quería ser su novio? ¿Acaso fue mi rechazo lo que había ocasionado que él terminase convenciéndose de que quien le gustaba era Jeongwoo, y por eso finalmente se le había declarado?

Sea como fuere, el hecho de que Haruto me hubiese besado, provocó que me gustara durante todo ese año, lo que, aunado a la mudanza de Jeongwoo a un par de vecindarios de distancia, y que me sintiese increíblemente incómodo con que él fuese novio de Haruto y no yo, creo que fue lo que ocasionó que Jeongwoo y yo dejásemos de ser amigos.

Después de esa noche, ocurrieron muchos cambios más. Poco después de superar mis sentimientos por Haruto, tuve un fugaz enamoramiento por Takata Mashiho, el cual superé justo al finalizar el ciclo escolar, con lo que fue su turno de escribirle su correspondiente carta. También fue durante esas vacaciones, cuando acudí al campamento de verano en Japón, donde sufrí un pequeño enamoramiento por Noa Kazama, a quien también le escribí la suya. Y entonces, no tardó mucho para que Asahi se mudase de vecindario, Jaehyuk se cambiara de colegio, y Mashiho hiciese ambas cosas, con lo que básicamente ya nadie se hablaba con nadie, y me quedase sólo con la compañía de Yedam.

¿Y si, tal como mi vida amorosa, la carta de Haruto fue solo el inicio? ¿Y si la carta de Mashiho también llegó a sus manos? Después de Mashiho, seguía Noa Kazama. Luego fue el turno de Kanemoto Yoshinori, de mi clase de biología, de quien estuve enamorado un par de meses durante el último año de la escuela media.

Y finalmente, Park Jihoon.

Corrí a toda velocidad a la que dieron mis piernas. Siempre he sido pésimo en los deportes y no tengo nada de condición física, por lo que agradezco de todo corazón a la fuerza sobrehumana que me ayudó a no desmayarme o vomitarme en el camino rumbo a casa, pues logré llegar bien. Un poco falto de aire, con un dolor punzante en las costillas, las rodillas a punto de doblarse, pero entero, a fin de cuentas. Entro a mi habitación, y me derrapo frente al armario. Lo abro a toda velocidad, y miro inmediatamente hasta la repisa más alta, donde se supone debe estar mi caja de zapatos Nike KwonDo 1 que le robé a Hyunsuk hace un par de meses.

Y donde no hay nada.

Grito como poseído.

La caja de zapatos es lo suficientemente llamativa como para verla desde ahí abajo, pero, aun así, arrastro la silla de mi escritorio, y me subo a ella, para mirar la repisa por completo. Aparte de polvo, no hay nada más ahí. Apenas la marca donde el polvo nunca pudo posarse, pues se encontraba la dichosa caja, y ahora no queda nada. Y, aun así, paso la mano, esperando palpar una caja invisible, cosa que no ocurre, y solo logro levantar el polvo, con lo que procedo a toser un par de veces.

-¡Papá! -mi grito agudo y tos incontrolable, provocan que mi pobre padre se asome a mi habitación, con expresión alarmada.

-¿Ocurre algo, Junkyu?

Bajo de la silla de un brinco, y apunto a la vacía repisa.

-¿Has visto la caja de los KwonDo 1?

-¿La para qué cosa de quién?

-¡Una caja de zapatos blanca con aplicaciones en negro que Hyunsuk... me regaló! -chillo histérico-. Estuviste haciendo limpieza de tardía primavera -le recuerdo-. ¿No será que la tomaste por equivocación? No pesaba nada, estaba prácticamente vacía; bien pudiste pensar que era solo basura...

Frunce el entrecejo, con una expresión que claramente indica que está tratando de recordar.

-No lo sé -dice finalmente, y me contengo de chillar otra vez-. Llevé un par de cosas a donar a la beneficencia. Quizá la dejé allí. Puedo darme la vuelta mañana para comprobarlo.

-De acuerdo -es lo único que puedo decir, y finalmente admitiendo la derrota, me dejo caer en la cama.

A Todos Los Chicos De Los Que Me Enamoré [Una Adaptación Harukyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora