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Chuseok vino y se fue

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Chuseok vino y se fue. Fue un fin de semana largo, puesto que no vi a Haruto durante tres días seguidos, por lo que cuando salí el lunes por la mañana para ir a la escuela, no pude evitar sorprenderme de verlo fuera de mi casa, esperando por mí.

-¿Y la Carnival? –pregunté al verlo de pie, solo.

-Pensé que podríamos tomarnos nuestro tiempo y caminar juntos.

-¿Qué hay de los entrenamientos de futbol intensivos?

Haruto se encoje de hombros.

-Llegar un día tarde no matará nadie. Tampoco el no presentarse.

No puedo creer lo que escucho. ¿Haruto, saltándose el entrenamiento de futbol cuando él es el capitán, y todo por caminar conmigo a la escuela? Me pellizco el brazo por si las dudas, pero aparte del dolor, nada cambia. Él sigue ahí, no hay Carnival. No, no es un sueño.

Estoy cerrando el portón de la casa, cuando veo a Jihoon salir de la suya. Haruto lo mira también, y entonces, chasquea los dedos, como si acabara de recordar algo.

-Casi lo olvido –y sin avisar, se inclina sobre mí, y me da un beso en los labios.

Me toma por sorpresa, con lo que no reacciono para quitarme, y solo consigo sonrojarme. Haruto se retira, pero, aun así, nuestros rostros quedan a un palmo de distancia, con lo que lo miro a los ojos. Él también me mira, y me sonríe. Entonces, como si no hubiese hecho nada extraño, en voz baja me dice:

-Está en el contrato, ¿no es así? ¿Qué clase de novio falso soy si no puedo seguir cumpliendo el trato que hemos acordado?

Sigo tan aturdido, que asiento sin saber qué ha dicho. Haruto toma entonces mi mano, y me da un leve tirón, con lo que comenzamos a caminar. Una tímida sonrisa se dibuja en mi rostro. Casi había olvidado que Haruto besa bien. Es entonces cuando veo que Jihoon nos lleva ya una cuadra de ventaja. Camina rápido, mientras que, debido a mi aturdimiento, Haruto y yo nos movemos despacio. Al llegar a la esquina, lo perdemos de vista completamente.

Sin embargo, pronto lo olvido de nueva cuenta. Me cuesta admitirlo, pero extrañaba la compañía de Haruto. Es fácil hablar con él. El querer contarle todo me sale de manera natural. Quizá ayuda el hecho de que el en verdad quiere escucharme. La compañía y el ambiente se sienten tan en casa, que los diez minutos de caminata se me pasan en un segundo, y cuando menos me doy cuenta, ya hemos llegado a la escuela, y entre el mar de gente a la que no le somos indiferente, nos dirigimos a los casilleros, aún tomados de la mano.

Es allí, cuando Haruto se despide de mí (debe ir a disculparse con el entrenador por no asistir a la práctica, antes de que suene la campana), con lo que me toca abrir mi casillero solo. Estoy por tomar mis libros, cuando veo como Yoshi se detiene junto a mí.

-Hola pequeño Kyutie -me saluda con su voz dulce. Pero hay algo en su voz, que me transmite el sentimiento de lo que viene a decirme no es para nada dulce.

A Todos Los Chicos De Los Que Me Enamoré [Una Adaptación Harukyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora