¿LO ESCUCHAS? ¿LO VES?

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Todos en lo que tienen de vida han temido a la oscuridad, es una respuesta natural ante aquello que no podemos ver y que nos rodea. La luz lo hace pero la diferencia es que podemos ver lo que hay en ella e incluso vernos a nosotros mismos, la oscuridad por el contrario no, simplemente devora todo en su enorme boca, listo para jamás dejar salir a su presa.

Algunas personas afirman que la verdad tras el miedo de la humanidad a la oscuridad es simplemente a que tememos a lo que pueda habitar en esta. En este caso, los primeros hombres en sus leyendas llamaron a estos habitantes: demonios y monstruos. Los primeros poderosos y de naturaleza meramente maligna que solo buscan causar desgracias y dolores profundos a los humanos, son seres que no son humanos, son hijos legítimos de la maldad y oscuridad; los príncipes de las pesadillas y temores. Por su parte los monstruos son sus lacayos enviados a atemorizar a los niños por medio de los cuentos.

Los adultos, sí de verdad comprendieran lo que es la oscuridad, nunca les dirían a sus hijos que no existen los monstros o demonios, no les reprenderían por gritar a mitad de la noche por escuchar esa voz espantosa llamándolos o por haber visto a los demonios paseándose por la casa en busca de presas a las cuales devorar. Los demonios existían y viven al lado nuestro, viéndonos, siguiéndonos, llamándonos... saboreándonos. Unos son capaces de verlos y escucharlos mejor que los demás.

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Estaba inquieta, sus sueños estaban convirtiéndose en pesadillas que no la dejaban escapar. Estaba allí, sí, estaba "él que ríe", aquel que nunca paraba de mirarla fijamente a los ojos y sonreía con esos dientes amarillentos por el olvido y la sangre de su reciente comida goteándole como lágrimas de dolor. Giraba la cara claro que lo hacía, podía ver sus luminosos ojos amarillentos y rojos ladearse como lo haría el rostro si pudiera verlo.

-Ja, ja, ja...

Su carcajada burlona y demoniaca era gutural y ronca como si fuera una tos repetitiva y aclarativa. Trago saliva, no podía dejar de ver esa expresión espeluznante que veía desde que tenia memoria. Se acercaba cada vez más aquella cara y podía escuchar sus pasos en el suelo de concreto; a veces eran pasos calzador con ese "pas... pas... pas" de la suela del zapato con poco tacón. Otras eran descalzas y podía escuchar ese "chack, chack, chack" que hace la piel con el suelo frio. En ese momento eran de calzado minero por lo fuerte y largo del sonido. Intento moverse pero era inútil, su cuerpo no se movía para nada y sentía ese hormigueo en las palmas de las manos. Sudaba frio y le costaba respirar por el miedo y una opresión en el pecho que le ardía tan espantosamente.

-Mei... Mi preciosa niña...

Ya lo tenia al lado de ella, cerro los ojos desesperadamente y un silencio frio secundo el acto. Permaneció así mucho tiempo para ella, el reloj marcaba treinta segundos, y ella decidió abrir los ojos después de repetir el mantra que le dijeron desde los cuatro años:

<<Estoy alucinando, no es real, es mentira. No es real, es mentira. Todo esta en mi cabeza, no existe.>>

Tras convencerse que sería así abrió los ojos y se arrepintió de inmediato pues "él que ríe" estaba sobre ella mirándola con la locura de un asesino despiadado mientras en sus asquerosa y retorcida sonrisa burlona y sádica se leía la intensión de llevarse a Mei al infierno para tenerla por siempre a su lado.

-Soy real, todas las sombras y voces que acechan a la humanidad somos reales. Jamás los dejaremos, estamos atados para siempre, Mei.

Unas manos pálidas y largas de pronto la tomaron del rostro con fuerza y sintió como la cabeza le era apretada a un nivel de dolor insoportables, aun así no podía gritar. Sintió a "él que ríe" sobre ella, como si todo el cuerpo de aquello estuviera recostado abarcándole por entero para hacerse uno solo.

Citrus oneshotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora