CORTO ALEATORIO 1

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Explico rápido; estos cortos aleatorios son pequeñas narraciones que contienen algún contexto simple y efímero sin continuación ni nombre, pero que tienen la misión de anunciar una nueva obra o simplemente entretenerlos. En este caso, les muestra un poco de una obra que tiene pensado estrenarse hasta diciembre. Gracias por leer, esperenlo con ansias.

***

Era así, como una historia triste escrita por un gran imbécil que desea plasmar el dolor de su corazón abandonado. Era una melodía tan triste que el mismo diablo estaría revolcándose en el dolor de la música que irradiaba ese violín y piano.

La maldición de la envidia coronaria el espectáculo con un drama tan extraño que los mismos espectadores de la obra lloraban al ver a la protagonista desplomándose en el escenario mientras recitaba su amor al, que debía ser, su enemigo. ¿Era así como terminaba esa obra de nombre corto?

Mei lanzo el suspiro y dejo su cuerpo quieto y estático. Yuzu, su compañero de obra lanzo el grito de dolor y las mujeres presentes lloraron, los hombres soportaron el picor en la nariz y los niños sintieron la pérdida de la mujer con unas lágrimas acompañadas de mocos.

El telón cayó, los aplausos empezaron y Mei abrió los ojos de nuevo mirando a quien en su infancia fue su gran amor.

-Ha salido bien. –dijo Yuzu con una sonrisa mientras la levantaba.

-Eso creo.

-¿Escuchas esos aplausos y aclamaciones?

-Lo hago. –respondió Mei.

-Pues eso muestra lo buena que eres, Mei. –la ayudo a incorporarse. –Tu padre estará orgulloso de ti. ¡Vamos a celebrarlo!

Mei quedo de pie sosteniendo los hombros de Yuzu y sintió su aroma, recordó las noches que sus fingieron ser las de Yuzu para poder sentir su amor por ella, el amor que jamás existió pero que ella deseaba y pedía desesperadamente. Nadie amaría a Yuzuko como ella, nadie lo haría como su corazón.

Yuzu la miro curiosa al ver que no se alejaba, con cuidado le recorrió los cabellos que tenía en su frente pegados por el sudor y se dio cuenta... no, siempre lo supo, Mei era la mujer más bella del mundo. Esos ojos violetas que solo poca gente los tenia, esa piel suave y tersa que la acompañaban para darle un aroma a rosas. Era la mujer perfecta que todos darían su alma por tener, era lo que más había amado y deseado en su vida, la mujer por la cual hacía años que estaba decidida a conquistar.

El piano y el violín siguieron tocando para los espectadores. Sin saber quién fue quien empezó a bailar, ambas se internaron en un vals que regresaba memorias de un lejano diciembre. La nieve que caía del cielo, el frio que erizaba la piel y el ambiente de la naturaleza les invito a un baile de gala. Mei con ese vestido rojo había asistido solo para ver a Yuzu. Estaba tan enamorada que fue capaz de ir arreglada y dispuesta a bailar, y lo hizo.

Lejos fueron, cuando se movieron con la música parecía que la misma música era creada por ellos, que la fuerza que destallaban con su cercanía podría derrumbar cualquier cosa. Eso fue el sueño que compartieron efímeramente, como aquel baile.

-¡Mi amor! –grito una mujer a lo lejos.

Mei y Yuzu se detuvieron, saliendo del exquisito trance regalado por la fortuna, se alejaron con una mirada triste y melancólica.

-¡Aquí sigues! Mira que el público les espera, salgan de una vez. –dijo la hermosa mujer de cabellos negros y ojos violetas como los de Mei.

La chica se lanzó a los brazos de Yuzu y le beso, el anillo de matrimonio descansaba en la mano de la hermosa mujer. Mei quito la vista y quiso huir pero Yuzu se lo impidió.

-Debemos salir a dar gracias a nuestros espectadores, ¿no es así, cuñada? –le dijo con una sonrisa tranquila.

Ena se retiró de su esposa y miro a su hermana con una enorme alegría propia de una esposa feliz y realizada.

-Tiene razón, hermana. Deben salir juntos a dar gracias. Los espero por allá. –señalo por donde salió hacia un rato y, tras besar a Yuzu, se fue.

No se miraron, no se dijeron ya nada. El beso que compartieron en la obra de teatro serviría como consuelo de su amor nunca realizado. Lejos como el tiempo donde pudieron estar juntos se perdió el recuerdo nuevo, ese efímero beso que conservarían en su mente y corazón fue dejando un eco, recordando esa vez en diciembre, donde pudieron haber conseguido su propio final feliz.

El telón se abrió, la gente les aplaudió y, con sus reverencias respectivas se despidieron. Mei dejaría el teatro para siempre y recordaría esos tiempos como el bello recuerdo de un corazón no correspondido, estaría fingiendo ser una hermana excelente y una cuñada ejemplar. Tragándose ese amor, como lo hacía Yuzu, seguiría su vida.

Citrus oneshotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora