Esta historia contiene escenas sexuales explícitas para mayores de edad. Si eres menor, se discreto. No olvides votar al terminar la lectura. Gracias.
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...Con la vida siendo algo injusta con ella tomo las llaves de su carro y condujo hasta el único lugar donde era ella misma sin la necesidad de fingir ser la perfecta mujer que todos envidiaban. Mei Aihara sonrió con desenfado y sin exceder el límite de la velocidad condujo hasta el otro lado de la ciudad para subir por una pequeña colina y encontró una hermosa casa bien diseñada con un toque de excentricidad millonaria ajena. Aparco en el estacionamiento que la recibió sin necesidad de preguntarle nada, su sistema se encargó de presentarse por ella. Salió del vehículo y la gravilla crujió bajo sus zapatos de marca. Camino con una determinación a olvidar el mundo estúpido que la agobiaba, había subido las escaleras y estaba a punto de tocar el timbre cuando la puerta se abrió.
-No esperaba verte hasta la próxima semana. -dijo Yuzu sonriéndole curiosa y la dejo pasar.
-¿Por qué usas esa horrible ropa? -le dijo pasando con una mueca burlona.
-Son los harapos de un arquitecto trabajando en planos, señorita Aihara. -respondió cerrando la puerta mientras seguía a Mei.
-No sabía que importunaría, lo siento. -farfullo agitando la mano.
-No creo que lo lamentes. -ladeo la cabeza y clavo su mirada en la espalda de Mei. -De hecho sabias que estaba ocupada, después de todo es el hospital de tu padre.
Mei miro a Yuzu con una expresión divertida y, como siempre lo hacía desde el último año, se acomodó como si fuera su casa. Abrió el refrigerador y saco una lata de té frio que siempre compraba Yuzu exclusivamente para ella.
-¿Tan mal te fue? -le pregunto luego de estar un momento en silencio.
-Terriblemente mal. -concedió suspirando mientras se recostaba en el sillón que estaba detrás de la mesa de trabajo de Yuzu que tenía en la sala de estar. -Vine por algo de diversión... pero creo que prefiero verte fruncir el ceño en tus diseños.
Yuzu sonrió por el comentario y camino de regreso a su silla y tras acariciarle la cabeza a Mei se dispuso a continuar con su trabajo. De inmediato observo su plano de cimentación, aunque se suponía que ya lo tenía resultaba ser que el lugar cambio por lo tanto el suelo. Ahora tenía que cambiar los cálculos de todo; suelo blando favorecían el poder de los sismos y de por si en Japón habían a menudo, si no cambiaba aquello el hospital se iría al carajo apenas se moviera la tierra.
Paso la siguiente hora y media leyendo su libro de cartografía, libros sobre el tipo de suelos, las recomendaciones que le dio el mismo ingeniero y la calculadora. Aun cuando el ingeniero civil de nombre Ichiru le dijo que sus cálculos proponían simplemente reforzar los soportes, Yuzu no confiaba de eso el chico apenas estaba en último año y estaba allí por ser el hijo del anterior ingeniero. No confiaba mucho en nadie que no tuviera al menos un proyecto hecho por logro propio y no porque le dieron el lugar por su apellido.
-¿Ya terminaste? -le pregunto Mei luego de aburrirse jugando con el videojuego de Yuzu.
-No. Estoy viendo las zapatas apenas... creo que estoy confundida en una parte. -respondió sin dejar de ver su hoja mientras intentaba no gritar de la frustración.
-Lamento que mi abuelo te esté cambiando las cosas a cada rato.
Yuzu sonrió y miro a Mei con sus verdes ojos cansados y llenos de enfado. Ambas estuvieron así un momento y soltaron una carcajada. Realmente era un dolor de culo Tetsuya Aihara; no solo quería el mejor hospital a prueba de todo sino que deseaba uno con un diseño único. Las ideas eran... extrañas y prácticamente desafiaban a la física y los cálculos comunes así que Yuzu tenía que crear nuevos planos y corregirlos. Tenía una asistente de nombre Jun que era una excelente chica; inteligente, paciente, responsable y con encanto. En verdad que sin ella Yuzu ahora estaría renunciando al proyecto que le daría una buena anotada y pase directo a contratos buenos con gente de gran dinero.