MANNEQUIN || LEE FELIX

5. ME GUSTAS

Mi plática con Hyunjin fue revitalizadora, sin embargo, él no era una chica. Y siendo sincera, no hay mejor consejo que el de una mujer, para una mujer. Con pasos lentos y temblorosos, recorrí los largos pasillos de la casa, hasta adentrarme a la cocina. Los tacones resonaban bailadores en el azulejo brillante, desvaneciendo todo triste silencio en el hogar. El sonoro choque de los trastes se volvía más claro en cada paso que daba. Finalmente, atravesaba la puerta distinguiendo frente a la estufa a mi bella y juvenil madre. Debido a los utensilios y los ingredientes en la barra, deduje que estaba preparando pastelillos.

Me acerqué unos cuantos centímetros más y me detuve al otro extremo de la barra, cuestionándome sobre la manera correcta de pedirle mi ansiado consejo.

—Mamí —la llamé.

Ella se giró sonriente, dejando un poco de lado su actividad para dedicarme una sonrisa, seguido de un gesto que me pedía continuar hablando. Carraspeé la garganta y me senté en el taburete, mirando a mi madre con atención.

—Hoy... Mientras hablaba con Ninnie e Innie, pude darme cuenta de algo.

—¿Ah, si? —respondió, tomando el balde en sus brazos y acercándose hasta colocarse enfrente mío—. ¿Se puede saber que es lo que descubrieron?

—Bueno... De-descuuubrimos que... que bueno, Jennie y Jeongin dicen que soy demasiado sumisa con Felix.

—¿Felix se comporta amenazante contigo?

—¡No!, no, no, no, é-él siempre ha estado actuando amable conmigo —negué, rápidamente—. Si soy tan servicial con Felix es porque las mujeres del asilo me lo aconsejaron y además, no puedo ignorar, los consejos que me das, junto con la señora Lee.

Mi madre suspiró. Relajó su ceño fruncido y detuvo sus movimientos por un momento. Me miró atentamente por un rato y luego simplemente, me sonrió.

—Ya decía que tu junta con esas mujeres, no era lo mejor —musitó—. Hija, mi intención y la de Nayeon, no es convertirte en su mujer manipulable, ¿Entiendes?, nosotras sólo queremos prepararlos para el difícil mundo exterior —sonrió, bajando el balde—. Un matrimonio no durará sólo si la mujer es servicial, debe haber sincronía en ambos, buenos y malos días, tendrás que amarlo y detestarlo, porque si sólo hay amor y felicidad, entonces las cosas ahí son falsas, cielo.

Le miré en silencio, con la atención plenamente en sus palabras. Tomó de nueva cuenta el balde entre sus brazos y retomó su tarea.

—Igualmente, debes hablar con Felix, expresen todo lo que sienten e intenten mantenerse en armonía, recuerda, la base de toda relación, es la comunicación, hija —sonrió—. Ahora, ayúdame con esto, aprovechando que estás aquí.

Asentí más tranquila con sus palabras. Me levanté de mi lugar y luego me dediqué a acatar las órdenes que me daba. Por primera vez en el día, mis pensamientos estaban en un segundo plano, bien lejano.

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La puerta se abrió luego de unos segundos, mostrando a la mujer sonriente y sorprendida.

—¡¿_____?! Que placentero es verte aquí, ¿Visitas a Min?

Agradecí la muestra de afecto y negué con una sonrisa, sintiéndome nerviosa por lo que estaba a punto de hacer.

—Estoy aquí porque quiero ver a Felix.

La sorpresa de la señora Lu fue todo un poema. Sus ojos parecieron querer salir de sus órbitas y su boca mostró una perfecta "o", que seguidamente, se transformó en una bonita y amable sonrisa.

—Adelante, estás en tu casa —dijo, haciéndose a un costado—. En un momento les llevo algunos refrigerios.

—¡Oh!, por favor, no es necesario, pero lo agradezco mucho.