MANNEQUIN || LEE FELIX

29. MONSTRUO.

Había estado viendo la misma cafetería desde hace más de treinta minutos. Minho había pasado por mí al salón de clases, bajo el pretexto de que quería pasar un rato de amigos conmigo, pues aún no le hemos dicho a nadie de lo ocurrido. Sin embargo, no fui ni capaz de bajarme del auto.

—¿Puedes mostrarme lo que te hizo?

La voz de Minho fue baja y amable.

—¿Lo que me hizo?

—Mira, conozco a mi hermano, sé lo que puede llegar a hacer y además, ayer me lo confesó.

—Entiendo —asentí.

Me giré hacia él y levanté mi blusa dejando a la vista el enorme moretón. Minho presionó los labios y dio un asentido, dejándome saber que era suficiente.

Se quedó pensativo. Sus ojos miraban atento el volante como si no hubiera visto uno igual en su vida, pero luego frunció el ceño y me miró de reojo.

—Antes de entrar a la universidad, también le ocurrió algo muy similar —comenzó a contar, con la mirada al frente—. Se paralizó y tronó la pelota inflable que tenía en las manos... Y por lo que ahora pasó, puedo decir que entra en una cadena repetitiva... Como un déjà vu.

Analicé detenidamente cada palabra.

De acuerdo con lo vivido y las anécdotas de Nayeon y Minho, la situación es la siguiente: cuando Felix ve o se encuentra con algún perro, automáticamente a su cabeza vuelve a la escena de su trauma, regresa a ese instante y lo revive de esa manera.

En su niñez, él regresó llorando esa tarde y cuando lo hice reaccionar, estaba con los ojos irritados queriendo empezar a llorar. Luego, también se hizo la mención de un profundo sueño que lo llevó a desarrollar su alexitimia, y hoy, Minho me ha dicho que a pesar de ser medio día, él no ha despertado. Lo que nos da como resultado, la gran posibilidad de que vuelva a desarrollar el trastorno.

Aish, esto me va a volver loca.

—¿Le has dicho a tus padres? —inquirí

Negó. Presionando su agarre en el volante.

—Ellos tuvieron que viajar a Busan para un evento de mamá, básicamente, Nana y yo estamos a cargo de Felix por ahora.

—Bien, está en buenas manos, al menos —musité—... Minho.

—Dime.

—Ahora, ¿Cómo se supone que actúe con él? Quiero decir, batallé mucho para poder mantener una plática de más de cinco segundos.

—_____ —llamó—. Tampoco es como que perdió la memoria, estúpida —burló—. Simplemente actúa como lo has hecho hasta ahora, como lo hiciste antes, será lo mismo, pero con la única diferencia de que ya no habrán más obstáculos como la primera vez.

—Claro, tienes razón.

A pesar de la sutil risa, el silencio volvió a caer dentro del auto. 

Minho salió y se dirigió hacia la cafetería. Suspiré, sacando el aire en mis pulmones, dejando la vista en un punto muerto del tablero.

Me siento mal.

La primera noticia que he recibido en la mañana, es que nuevamente, me ha dado un ataque respiratorio, mientras dormía. La diferencia de todo esto, es que mis padres y la abuela estuvieron presentes durante el proceso.

Es mucho más difícil digerir lo que me pasa, porque ahora no puedo dejar de recordar la manera en la que mi madre lloraba; el cómo mi abuela se puso pálida; y el cómo mi padre recuperó el alma en el momento que finalmente desperté. Había sido una suerte haberme puesto el mameluco para dormir, pues de esa manera, Yeji no tuvo que levantar una blusa y descubrir el moretón.