MANNEQUIN || LEE FELIX

32. SEAMOS UNA PAREJA REAL.

Si había algo que comenzara a odiar en estos momentos, eran definitivamente, los exámenes clínicos. Era cansado y hasta doloroso.

Niki me dejó uno de sus cobertores favoritos para que no extrañara mi hogar, sin embargo, la cobija tenía cabellos sueltos de Rudy, lo que provocó un nuevo ataque nocturno, desatando las alarmas extremistas de mi hermana.

—¡Felix! —corrí hacia él, escondiéndome en sus brazos—. Sácame de este infierno —lloriqueé.

—¡Eres una dramática, _____! —burló Yeji, acercándose a ambos—. Llévala a su habitación, Lix, por favor.

El nombrado dio un asentido y me llevó hasta mi habitación. Me recosté en mi cama y me coloqué berrinchuda con un puchero.

Dijiste que serías mi caballero de armadura dorada y no ahora quieres sacarme de aquí.

Felix cerró la puerta y me cobijó con las sábanas. Me besó la frente y ofreció un caramelo como premio de consolación.

—Tenemos que hablar —mencionó con demasiada seriedad que me provocó escalofríos.

Le miré curiosa, sintiendo al máximo los latidos de mi corazón. Miles de ideas se atravesaron en mi cabeza, impidiendo que mi concentración sea efectiva. Mi garganta se cerró y me fue difícil poder manifestar alguna respuesta.

—Antes quiero pedirte una disculpa por haber invadido tu privacidad, pero así se dio la situación —suspiró—. ¿Desde cuándo tienes a Rudy en casa?

Mis movimientos se congelaron en ese momento. Le miré sin parpadear, quedándome muda, pero sintiendo la presión que me exigía darle una respuesta.

—Seungmin me la llevó a casa después de que rompiste nuestro compromiso para que no me sintiera triste.

Felix asintió. Se acercó a mí de nueva cuenta y depósito un beso en mi frente que luego fue suplantado por uno en mis labios.

—No te voy a pedir que te deshagas de ella por mí, porque sé perfectamente que amas más a esa cachorra que a nadie —murmuró, dejando otro beso—. Sin embargo, ¿Por qué no le haces mención de todo eso a Yeji? —preguntó, entregándome mi teléfono.

Vi en la pantalla la aplicación de notas, dónde llevaba el control de mis recuerdos y descripciones de todos aquellos síntomas e hipótesis de mi padecer.

No podía enojarme con Felix, había sido yo misma quien se lo entregó, sin rectificar antes la condición en que se lo confiaba.

—Si se enteran, es seguro que la llevarán de nuevo a la casa hogar, y mi madre me prohibirá visitarla —confesé, sintiendo el ardor en mis ojos.

Sentí sus dedos recorriendo con delicadeza mis párpados inferiores. Dejó un par de besos en mis ojos y luego me abrazó, dejando caricias en mi cabello.

—No quiero que me separen de mi Rudy —murmuré, con la voz quebrada.

—Pero tienes que mencionarlo a Yeji, quizá de esa manera pueda avanzar en su investigación y en tu tratamiento.

Ante el primer sollozo, Lix forzó más el abrazo. Se sentó a un lado mío y me recostó en su pecho sin dejar de darme caricias en la cabeza, dejando pequeños besos en mi coronilla.

—Está bien, lo haré, le diré a Yeji, pero déjame preparar la situación antes de que se la lleven, ¿Puedes guardarme el secreto mientras tanto?

—No te preocupes por eso, pero obviamente, vas a tener que evadir los objetos que Niki te traiga de casa.

Asentí, escondiéndome de nuevo en el pecho de mi pecoso, sintiendo como su perfume ingresa en mi nariz, a la vez que se fusiona con lo cálido de su abrazo.