MANNEQUIN || LEE FELIX

7. NO ME BUSQUES, QUIERO PENSAR

Al final, resultó ser un completo infierno aquella plática con los hermanos Bae. La poca autoestima que había forjado gracias a la confesión de Felix, se hizo añicos con apenas unas pocas palabras. El hecho de comparar mis buenas habilidades con las espectaculares de la mentada Jeon, sólo sirvió para destrozarme.

Según ellos, los consejos que brindaban con humildad a mi persona, era con el completo y puro afán de asegurar y ayudarme a que el abuelo Lee no cambiara la decisión de quererme como la esposa de su apreciado nieto.

Prácticamente, me estaban entrenando como a un sargento para la guerra.

Por más que quise evitarlo, sus palabras no dejaban de sonar con tanta honestidad y lógica:

"Tan sólo piénsalo, Felix es incapaz de querer a alguien, ni siquiera es capaz de mostrar cariño a su propia madre..."

"Felix es un maestro del engaño, a pesar de su inexpresivos gestos..."

"No siempre es necesario tener la misma sangre para conocer a alguien..."

La poca esperanza que tenía de que la historia fuera una dramatización de los Bae, se desvaneció en un espantoso vacío cuando le pregunté a Minho personalmente sobre la veracidad de aquella lista.

Realmente dolió la confirmación de ello.

Tuve que morderme la lengua y decirle que solamente preguntaba porque lo escuché dentro de alguna plática entre sus tías. Ver la preocupación en su rostro fue suficiente para hundirme más.

Se vuelve difícil.

Saber que me casaré con la persona que amo es todo un sueño, sin embargo, también saber reconocerme como alguien que sólo juega el papel de soporte para un gran beneficio múltiple, es cruel y feamente duro.

Básicamente −y con algunos pensamientos académicos de por medio−, estoy en una situación del supuesto ganar-ganar, dónde la familia Hwang y la familia Lee se asocian en búsqueda de una colaboración duradera entre sus respectivas empresas, que debido a la alta demanda de ambos servicios, sus ganancias se volverán enormes al paso del tiempo. Mientras que por otra parte, las mismas familias se unirán amistosamente bajo el lazo del matrimonio de sus herederos.

Lo único y verdaderamente malo, es que ahora no siento que realmente esté ganando.

«¿Y si termino con el corazón destrozado?».

Después de confirmar los sucesos con Minho, decidí pedir mi retiro del instituto por el resto de la jornada. Ya había resultado demasiado masoquista haber preguntado más de lo que se me contó, como para tener las ganas de enfrentarme a más problemas que sólo terminarían lastimándome como una herida a la que se le ha vertido el zumo de un limón.

La casa, en mi regreso, se encontraba libre de cualquier integrante de la familia Hwang −para suerte mía−. Corrí hasta mi habitación, evitando a toda costa, el posible enfrentamiento con alguno de los sirvientes.

En realidad ellos son las personas más amables del mundo, no obstante, mi ánimo, no se mantenía en buena forma como para recibir muestra pobre de consolación.

Me encerré en mi habitación. Solté el amarre de las cortinas gruesas, dejando que la oscuridad se derrame en todo el cuarto, convirtiéndolo en una perfecta cueva sola y deprimente. Decidí tomar una ducha larga donde el 70% del agua provenía de mis lagrimales.

La terapia de la lluvia falsa no funcionó.

Me coloqué la pijama y me recosté en la cama. Con un nudo en el estómago, llamé a todos los clubes y cancelé mi asistencia. No sería bueno, que llamaran a mamá para preguntar por mí.