dieciséis ⸻ heridas.

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Los entrenamientos junto a Rosalind se habían vuelto cada vez más intensos. Cada vez esperaba más de mi, por mucho progreso que logrará jamás parecía ser suficiente. Apreté los puños llena de rabia, su indiferencia me mataba, no me importaba lo más mínimo lo que ella pensara sobre mi, pero me molestaba esforzarme tanto y no recibir nada a cambio de lo que ella había prometido. Abandone la oficina antes de generar una pelea que claramente jamás iba a ganar.

Me derrumbé en un pasillo poco transitado, un dolor agudo me hizo sujetarme la cabeza entre mis manos, esperando a que se calmara. No se cuanto tiempo había durado ahí tumbada hasta que mi teléfono vibró anunciando una llamada entrante, era mi padre, pensaba ignorarla hasta que vi la hora.

¿En qué momento había pasado tanto tiempo?

Ya voy diez minutos tarde al entrenamiento con los especialistas.

Maldición. Mi padre iba a matarme, odiaba mi impuntualidad.

El castigo había sido peor de lo que había imaginado, cuando llegue al lugar ni siquiera me dejaron agarrar aire antes de hacerme subir a una de las plataformas de entrenamiento donde se llevaban acabo los duelos entre especialistas. Una especialista que me doblaba el tamaño se encontraba esperándome con ojos ansiosos, era obvio que me veía como una presa fácil.

Cuando me acerqué al centro, mi estómago se encogió al verla caminar decidida hacia mi. Se llevó las manos a la altura de la cara y lanzó el primer golpe, afortunadamente lo esquivé, pero el siguiente consiguió darme en la mandíbula, el dolor se extendió por mi cara y consiguió derribarme, me di de espaldas contra el suelo y me levanté como pude.

Mi ego no me permitiría rendirme, bueno, tampoco Andreas iba a permitir que abandonara la pelea.

No se de donde saque la fuerza pero conseguí atinarle una patada en el costado que la hizo tambalearse, soltó un gruñido y se que solo la había hecho enojar más. La chica se lanzó a por mi y puso todas sus fuerzas en un puñetazo, pero logre agacharme y darle en el estómago, justo encima del ombligo, haciéndola jadear en busca de aire.

Logré bloquear el siguiente puñetazo con el antebrazo y ella aprovecho para darme un puñetazo en las costillas, haciéndome tambalear en busca de aire, pero la chica no espero para volver a soltarme un puñetazo en la cara, el dolor de expandió por todo mi cuerpo haciendo que vea puntos negros nublándome la visión.

En medio de todos los especialistas pude ver la expresión preocupada de mi padre, lo cual hizo que me hirviera la sangre, nuestra relación se había desgastado considerablemente y con mi sueño solo había aumentado mi desconfianza hacia el.

« Levántate. Levántate. No dejes que tu humillen » Me dije.

Pero no podía, estaba demasiado cansada, había llegado a mi punto de quiebre.

Oí un pitido y en un intento de parpadear para librarme de los puntos negros, veo venir el último golpe y solo logro escuchar las voces distorsionadas a mi alrededor. Después, todo se vuelve negro.

Cuando desperté sentí como si un camión me hubiera pasado por encima. Al abrir los ojos con pesadez me encontré con la mirada preocupada de Terra.

Sentí algo fresco en la mejilla, algo húmedo. Intenté recomponerme pero el dolor me regresó de golpe a la cama.

— Tranquila — hablo Terra — Todavía no te levantes.

— ¿Que demonios pasó? — pregunté, me sorprendí de lo ronca que sonaba mi voz como si me hubieran desgarrado la garganta.

— Te trajeron los especialistas hace una hora, perdiste uno de los combates. No puedo creer que te hicieran enfrentarte con alguno de ellos, es injusto, ellos llevan años de entrenamiento ¿En que pensaban?

ENCHANTED, fate: the winx sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora