veinte ⸻ la clave para destruirla.

93 9 0
                                    

El silencio tenso reinaba en la habitación. Minutos antes, estaba entrenando junto a Rosalind. Aunque esa mujer siempre parecía vivir en la amargura, ahora su tensión era palpable, como si estuviera analizándome. No era tonta; Rosalind ya había encontrado alguna razón para desconfiar de mí. Solo debía descubrir en qué momento sucedió.

—¿Qué le pasó a Devin? —pregunté, rompiendo el incómodo silencio entre nosotras.

—Fue atacado —respondió con obviedad.

—¿Qué lo atacó? Todos hablan de eso, pero nadie lo sabe.

—Tengo poco tiempo, podrías consultarlo con tu padre.

—Claro, mi padre —dije con amargura.

—¿Hay algo que desees decirme, Heaven? —cuestionó, mirándome acusadoramente.

—Un compañero fue atacado, y sin embargo, aquí estoy, practicando lo mismo una y otra vez sin ningún avance, como pasaba con Dowling —dije sincerándome.

—A veces, los avances más pequeños te encaminan hacia grandes cosas. Tienes que ser paciente. El conocimiento es poder. Un cliché, pero con razón. Aún no sabes de dónde vienes, y debo admitir que me inquieta no saberlo tampoco. Eres poderosa, pero si lo supieras, ¿no serías aún más poderosa?

—No sé si realmente importa.

—Claro que importa. Siempre es importante conocer a qué te enfrentas, aunque la verdad incomode. Por ejemplo, sé que tuviste algo que ver con la fuga de Silva.

Me tensé al saber que había sido descubierta. Estaba segura de haber logrado bloquear ese recuerdo.

—Debo decir que has hecho un gran trabajo ocultándome esa información. Has avanzado mucho, sin embargo, solo tuve que conectar los puntos para darme cuenta. También sé que no estás de mi lado, lo cual es terrible. Pero me da ventaja, porque me indica que no puedo confiar en ti. Y la confianza es clave.

—Si no confía en mí, entonces ¿por qué sigue enseñándome?

—¿Sabes por qué te estoy entrenando a ti y no a Beatrix? Sin duda un hada tan poderosa como Beatrix hubiera sido una opción más fácil, especialmente porque sé que su lealtad está de mi lado.

Rosalind se quedó en silencio, mirándome con desconfianza, debatiéndose entre seguir hablando o no.

—Pero tú tienes un enorme potencial. Lo vi desde que te encontré; desprendías un aura poderosa, y por eso te dejé a cargo de mi mejor alumno. Ahora sé que no fue la mejor opción.

— ¿Entonces? — Cuestione, intentando averiguar cuál era su punto.

—Alguien tan poderosa como Bloom es un peligro. En cualquier momento podría explotar y destruir todo a su paso. Sería estúpido no tener un plan para controlarla, especialmente sabiendo de su lealtad hacia Dowling.

—¿Qué le hace pensar que yo no tengo esa misma lealtad hacia Dowling? —pregunté.

—No la tienes. No te interesa encontrarla, lo he visto. Uno puede esconder su verdadera naturaleza, pero tarde o temprano, saldrá a la luz. Tú, Heaven, eres egoísta. No quieres dejar de aprender sobre tu magia y harías lo que fuera para seguir alcanzando ese poder. Sin embargo, tu amor por la gente a tu alrededor también es demasiado fuerte, así que te encuentras en una posición difícil. ¿Ves lo fácil que es leerte? Y ni siquiera tuve que adentrarme en tu mente.

— No planeo traicionar a mis amigos, si es eso lo que insinúa — solté, indignada.

— Una lastima, porque tú eres la clave para destruir a Bloom Peters.


Justo al salir de la oficina de Rosalind, me topé con Beatrix. Su mirada, como siempre, era un enigma para mí. Después de tanto tiempo, aún no lograba descifrar qué estaba pensando o planeando. Pero en ese momento, sabía que había estado escuchando la conversación. No tenía pruebas, pero casi podía asegurarlo.
Salí de allí lo más rápido que pude; estar cerca de Rosalind era abrumador. Mientras caminaba por los pasillos, recibí un mensaje de Bloom diciéndome que necesitábamos hablar.


—Lo sabe —fue lo primero que dijo Bloom cuando llegué.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Rosalind —respondió Bloom—. Me sorprendió husmeando en su oficina. Creí que debía advertírtelo porque sé que también te está entrenando. Solo quería que tuvieras cuidado, nos va a tener en la mira.

—Entonces esa es la razón por la que estaba tan paranoica conmigo —conecté—. También sabe lo de Silva.

—¿Cómo lo sabe?

—No tengo idea. Me acusó de estar involucrada, pero creo que no era tan difícil de deducir. ¿Quién más, aparte de nosotras, estaría dispuesto a ayudarlo?

—Tiene sentido.

—¿Qué tiene sentido? —interrumpieron Stella y Aisha, que acababan de llegar.

—Creo que esto es algo que deberíamos discutir con Silva también.

Silva respondió el teléfono en cuanto sonó.

—Encontré algo en la oficina de Rosalind —soltó Bloom de golpe—. Tenía la forma de las mordidas de Devin. Eso que lo atacó, Rosalind lo sabe. Solo que no logramos reconocer el lenguaje.

—Es un lenguaje muerto —explicó Silva—. Debe ser de algún libro de los archivos reales.

—Creo recordar algunos símbolos de la escuela —dijo Sebastian—. Siempre fui un aficionado de la historia. Podría descifrar algunas partes, pero llevará tiempo.

—No tenemos tiempo —cortó Bloom—. Ya han desaparecido tres hadas. Lo que diga ese libro es clave para saber qué está haciendo Rosalind.

—¿Y si tuviéramos una guía para traducirlo? —preguntó Silva.

—Sería un gran comienzo, pero hay miles de símbolos —añadió Sebastian—. Debe haber algo útil en la biblioteca.

—Rosalind cerró la biblioteca, para "limpiarla de propaganda errónea" —dijo Bloom con frustración.

—Siempre es una buena señal cuando un líder controla lo que se lee —comentó Stella con ironía.

—Hay un libro de traducción en mi casa. Está en la estantería de la sala. ¿Sabes dónde, Stella? —preguntó Silva.

—Sí, lo sé —respondió Stella.

Todas la miramos, confundidas.

—Fui con Sky —explicó Stella.

—Oh —murmuré, al ver cómo el ambiente se volvía incómodo entre todos.

ENCHANTED, fate: the winx sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora