𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟖

97 36 1
                                    

Allie

En los últimos días habían pasado más cosas que en estos 17 años de vida. Un gran ejemplo era que por tercera vez me metí en una pelea y acabé lastimada. Que conste que no le pegué a nadie. ¡Y aún así salí lastimada! En fin, no he visto a Richie desde... eso. Tampoco George, y Megan, y ninguno del grupo. Si bien habían cabos sueltos que pudimos conectar, aún necesitaba la palabra de Richie para saber sus razones. 

Fuera de eso, mamá me regañó nuevamente por haberme lastimado en una pelea en la que ni siquiera estaba involucrada. Como si no tuviese otras lastimaduras. Lastimaduras...

Recordé que estuve tan "ocupada" que no lo había hecho en... días. Semanas quizás. 

Pero no sería el momento. Mi objetivo de hoy por la tarde, luego de un atareado día de escuela, iría a buscar a George a su casa y convencerlo de hablar nuevamente con Richie sobre todo lo que pasó.

El día estaba bastante fresco, teniendo en cuenta que había empezado octubre. Aunque sin duda era mi época favorita. Significaba una sola cosa importante para mi: Halloween. 

Salí de casa a paso apresurado. El día tenía alguna que otra nube pintada sobre el cielo rosado. Las hojas secas volaban por las calles vacías. En cuanto llegué a su casa (que estaba frente a la mía. Un largo recorrido) toqué al timbre un par de veces. El ya estaba acostumbrado al igual que yo, a que tocase el timbre múltiples veces. Era bastante despistado. 

—Giorgio! C'è una ragazza fuori che aspetta. —la abuela de George contestó a mi llamado. Si mal no recuerdo, su abuela no solía hablar nada de español en la casa. 

—Es Allie, nonna. Ve l'ho già presentata diverse volte. —George se acercó desde el pasillo, con una toalla rodeando su cadera. Su pelo aún estaba mojado así que asumí que se había bañado de una vez por todas el muy roñoso.

—Oh, cielo, mi dispiace. —la señora se veía apenada. ¿Qué mierda se supone que dijo? Yo solo seguía sonriendo como imbécil.

—Nonna, ve a ver la telenovela. —mi amigo sujetó a su abuela de los hombros y la guio a la sala. Cuando volvió, hizo un ademán para que pasara.

Su casa era bastante grande, a decir verdad. Quiero decir, tenía muchos más lujos que en mi casa. Era una casa suburban, bastante elegante de hecho. Recuerdo las veces que venía de niña aquí. Siempre simulábamos que estábamos dentro de un castillo y debíamos defender nuestro refugio de todo enemigo.

Subimos las escaleras hasta su habitación. Me senté sobre su cama y le di la espalda mientras entraba a su baño a cambiarse. En cuanto escuché la puerta abriéndose, me levanté rápidamente y me dirigí a él.

—George.

—Allie. —frunció el ceño, divertido.

—No me hace ni puta gracia, la verdad. —crucé los brazos en modo desafiante. 

—¿Qué pasó ahora?—. Suspiró dirigiéndose hacia su cama. Se lanzó sobre ella, clavando la mirada en el techo.

—Sé que no te va a gustar... —apoyó sus hombros a sus costados, irguiendo su cabeza—, pero debemos hablar con Richie sobre lo que—

—No. No.

—George.

—Que no. —se levantó de la cama. Comenzó a caminar por la habitación, buscando con qué distraerse. Sabía que quería evitar el tema.

—George, joder. Es nuestro amigo. 

—Es un idiota. —negó con la cabeza, incrédulo. 

—Ey. No digas esa mierda. ¿A qué viene tu enojo?

Los ojos nunca mienten © [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora