𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟔

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Sarah

Una noche cualquiera...

Subí el volumen de la música hasta quedarme casi sorda cuando empecé a escuchar que empezaban a levantar la voz. Tenía la costumbre de bajarle a la música cada unos minutos para ver si se callaban de una puta vez. Esto me generaba un dolor de cabeza incontrolable.

—¡Liam, por favor te lo ruego! ¡Fue un accidente!—. Escuché decir a mi madre.

Escuche que seguían gritando cada vez más fuerte, así que deje mi teléfono y los auriculares sobre mi mesa de noche y me levante de la cama para asomarme por la puerta. Abrí un poco con mucho cuidado, intentando ser lo más silenciosa posible y pude ver la escena del comedor. El parásito estaba sosteniendo fuertemente la muñeca de mi madre. Oh no. Eso no me gustó nada. No dejaban de gritar y mi madre no podía parar de llorar. ¿Quién carajos había mandado a mi madre a casarse con ese tipo?

—¡Me importa una mierda, Ava! ¡Nunca piensas en que YO soy el que debe que pagar estas cosas después! ¡Además de cuidar a tu hija, claro. No es mi puta responsabilidad!

Nada de lo que teníamos lo pagaba él. Se la pasaba el día fuera de casa haciendo quien sabe que cosas y lo único que hacia en casa era comer y dormir. Mi madre era la que traía dinero a la casa. No tenía un trabajo fijo así que nos costaba conseguir algunas cosas. Él nunca ayudaba. Simplemente gastaba en dinero. 

—¡Me voy a la mierda! ¡Me tienes hasta las pelotas!—. Dio pisadas fuertes hasta la salida. Cuando vio que mi madre seguía llorando volvió a ella y comenzó a gritar. La agarró fuerte de la muñeca, provocando que mi madre llorara aún más.

—¡Deja de llorar, puta histérica! ¡Tienes la culpa y te victimizas, como siempre!

Soltó a mi madre de manera muy bruta para luego levantar su mano, a punto de pegarle. Mi madre se cubrió, intentando evitar su golpe. Pero él solo quiso intimidarla. El idiota con el que se casó, ahora estaba dando fuertes pisadas saliendo de la casa enojado. Volví a mi cama rápidamente cuando mi madre se dirigía hacia mi habitación luego de que el parásito diese un portazo que retumbó por toda la casa. Entró y se sentó en el piso a llorar, su espalda recostando sobre la puerta, como siempre. Y yo, simplemente miraba.


Allie

Cada uno tiene sus razones para vivir. Pueden ser pequeñas cosas como un libro o una canción. Un lugar o un deseo a ser cumplido. Mi razón para vivir en estos momentos serían mis amigos. Ellos provocan esa ridícula risa en mí. Ellos provocan locuras en mi día a día. Marcan mis días con muchos momentos muy especiales. Muy suyos. Y es verdad que a veces los amigos van y vienen en la vida. Pero ellos me hacen creer que una amistad también puede durar mucho más de lo que te puedas imaginar. Y con ellos sucede más de lo que puedo esperar.

—Odio esta cerveza de mierda. Joder, ¿Quién se encargó de las bebidas?—George estaba sobre la encimera de mármol, quejándose de la cerveza que había en la fiesta de Maddy.  Megan bailaba sin parar en la cocina. Estaba pasada de latas de cerveza. Eso seguro. 

—Andrew haz algo con esta chica. Si vomita, no me llamen si es para limpiar. No puedo ni verlo. —hizo una mueca de disgusto y yo reí. Nuevamente iba a tener que ocuparme de limpiar el vómito de Megan. Pero estaba bastante acostumbrada a ello. Andrew estaba sobre un taburete justo al lado de George. 

—Deja que yo y Kyle nos encarguemos de todo. —Kyle asintió lentamente. Se estaba quedando dormido, apoyando los codos sobre la encimera. Lo desperté de un codazo. 

George se me acercó, bajándose de la encimera. Me pidió en un susurro que lo siguiera y me guio hacia una pequeña habitación que tenían en esa cocina. Dentro habían estantes repletos de ingredientes o utensilios de cocina. si Maddy no era millonaria, no sé que es lo que era. Cerré la  puerta a mis espaldas. Supuse qué era lo que tenía que decirme.

Los ojos nunca mienten © [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora