𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

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"No tengo noción del tiempo. Solo escucho mi respiración agitada y siento el ardor de los chupetones en mis brazos. Estoy a oscuras. Parece una puta morgue del frío que hace acá y todo mi cuarto está hecho un caos. No puedo dejar de soltar las lágrimas de mis ojos y dejar de temblar, y no por frío. Sentía el vómito en mi garganta queriendo salir. Me contuve. Siento que voy a morir. Justo ahora. Tengo que calmarme. Respirar... 1... 2... Alguien tocó la puerta. Hice lo más rápido que pude para ocultar mis brazos antes de que abran sin mi permiso, como de costumbre. Limpié mis lágrimas y contuve la respiración incontrolada que estaba manejando en esos momentos. Era el parásito. Esto es una puta pesadilla, sin escapatoria..."


Allie

Solía considerarme horrible años atrás. Hasta tal punto que ni siquiera me gustaba verme en reflejos. Y siempre buscaba la aprobación de todos para entender que no era como yo lo veía. Pero aun así seguía convenciéndome a mi misma de que el resto mentía. Que yo era horrible y que nadie nunca podría llegar a quererme tal como soy. Quizá mi inseguridad era tan fea como yo. 

Era un viernes caluroso y faltaban solo unas horas para ir a la casa de Andrew. Todavía tenía que comprar las palomitas y las bebidas para llevar pero primero, el desahogo. 

Estaba sentada contra la puerta, apoyando mi espalda para que nadie entrase. Había agarrado la única tijera con filo que teníamos en casa. Mi madre la usaba para cortar telas. Deje de llorar como loca y me concentré en el dolor físico en cuanto el filo de la tijera rozó profundamente contra la piel de mi brazo. Quería gritar. Por una parte me merecía todo ese dolor, y sentía que debía tener esas marcas que me recordaran todos los días que era una inútil. Que debía dejar de engañarme por los comentarios positivos de la gente. En cuanto terminé mi primer corte, la sangre comenzó a caer de a poco. Luego di otro corte más abajo de la primera herida. 

Un tercer corte iba a tener justo bajo esos dos primeros pero alguien intentó abrir la puerta de un empujón y casi me parto la espalda.

—¡POR LO MENOS TOQUEN LA PUERTA, JODER!—. Grité en un intento desesperado por ver con qué me podía cubrir las heridas.

—¡Que no me grites! Golpeé la puerta mil veces y no contestabas. —era George. Lo deje pasar intentando cubrir mi brazo y salí corriendo al baño pasando por su lado. 

Cuando entré me lavé la herida rápido y coloqué algodón con una cinta de enfermería. Me mojé un poco la cara con agua. ¿Para qué había venido? ¿Y porque justo ahora? Revolví el canasto de la ropa sucia que estaba junto al inodoro y busque algún buzo mío para poder usarlo. No iba a dejar que viera que estaba lastimada. Cuando salí, lo vi recostado sobre mi cama leyendo la sinopsis de un libro que tenía sobre mi mesa de noche. Cuando se dio cuenta de que había vuelto a la habitación, hablé.

—¿Por qué estás aquí? Ni siquiera me avisaste que venías. —le pregunto al no entender a qué vino este encuentro. Me miró como si fuese obvio. Y así me miró.

—¿No es obvio? Nos vamos a una fiesta esta noche. Maddy organizará una en su casa. Sus padres se fueron de la ciudad por negocios así que, vamos a divertirnos en esa enorme mansión.

—Pero... —hablé bastante confundida. —Esta noche era la maratón de películas en casa de Andrew.

—Ah, eso. Supongo que no te lo aclaré. Lo cambiamos por la fiesta de esta noche. Estuvimos todos de acuerdo así que cambiamos de planes, y se cuanto te gusta bailar así que... será divertido.

Amaba bailar. Escuchar música a todo volumen por las noches me hacía sentir viva, y acepte la invitación con tal de olvidarme de este episodio que acabo de pasar.

Los ojos nunca mienten © [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora