Capítulo 1; Dos mundos

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No era su intención fijarse en él.

Cuando el director Dumbledore anunció que Hogwarts sería el anfitrión del Torneo de los Tres Magos, y que los estudiantes de Durmstrang y Beauxbatons estarían de visita en el colegio para participar en la competencia, Hermione no pudo evitar sentir curiosidad. Al parecer, el evento se había estado discutiendo durante los últimos dos años, desde que Hermione estaba en cuarto año, pero las negociaciones se habían desmoronado debido a las diferencias ideológicas entre Dumbledore y el director Karkaroff.

Harry y Ron dicen que el torneo no les interesa, más que nada por estar resentidos con la restricción de edad, que limita la entrada a los de séptimo año, pero cuando las puertas se abren y entran las delegaciones de estudiantes, todo el mundo se da vuelta para mirar.

Los alumnos de Beauxbatons entran primero, un revuelo de azul etéreo. Son tan franceses como es posible, elegantes sin esfuerzo con sus túnicas de seda, mientras avanzan al unísono detrás de su directora, una mujer altísima con un pulcro corte de cabello bob. Pero la elegancia se desvanece cuando empiezan a temblar de frío, y rápidamente transforman una serie de chales y bufandas, mientras Dumbledore le da la bienvenida a la Directora Maxime. Mientras se acurrucan y se envuelven en bufandas los unos a los otros, de repente lucen encantadoramente humanos.

Los estudiantes de Beauxbatons apenas han comenzado a ubicarse en sus asientos cuando las puertas del Gran Salón se vuelven a abrir, y la delegación de Durmstrang hace su entrada.

Son tan diferentes de Hogwarts como de Beauxbatons. Como si fueran de un mundo completamente diferente, tan alejados de la Gran Bretaña Mágica como el mundo muggle lo está de Hermione. Hay una frialdad en los estudiantes que entran, un oscuro encanto y una intensidad que resulta extraña e interesante cuando se compara con la atmósfera de extravagancia y alegre rareza de Hogwarts, o incluso con la elegancia de Beauxbatons.

Hermione sospecha que esto se debe a que Durmstrang es una escuela de Artes Oscuras.

Ya había leído antes acerca de los colegios, de lo poco que se sabe, dado que las escuelas mágicas son extremadamente celosas de sus ubicaciones y de la magia que enseñan; Beauxbatons está en alguna parte del sur de Francia, y aunque se desconoce su ubicación y algunas de sus materias son secretas, los Ministerios de Francia y de Gran Bretaña suelen cooperar.

Durmstrang, por otro lado, opera solo y bajo sus propias reglas y estándares. Hermione ni siquiera está segura del país en el que se encuentra el colegio. Lo único que sí sabe es que no se limitan a aprender solo magia defensiva; estudian artes oscuras, no solo la teoría, las ponen en práctica. Y no es solo magia oscura del norte de Europa, a diferencia de Beauxbatons y de Hogwarts, cuyas admisiones son estrictamente nacionales, Durmstrang acepta estudiantes de toda Europa.

Magos Oscuros como Grindelwald estudiaron en Durmstrang.

Al frente de la delegación, casi codo a codo con el director Karkaroff, se encuentra un muchacho sorprendentemente rubio. De piel pálida, de cabello aún más pálido, de rasgos agudos y unos helados ojos grises. Todo en él contrasta crudamente con el abrigo de piel color escarlata de su uniforme. Se destaca. Luce seguro de sí mismo y casi insolente. A diferencia del resto de los estudiantes de Durmstrang, que miran el Gran Comedor a su alrededor y al techo encantado con, al menos, un grado de asombro, los ojos de él recorren el lugar y al cuerpo estudiantil con un aire de indiferencia que es casi forzado. Como si se negará a dejarse impresionar por lo que ve.

Hermione no sabe por qué, de todos los estudiantes en la multitud, él es el primero en el que ella se fija. Hay algo en él que hace difícil apartar la mirada.

—Maldita sea.—dice Ron a su lado.—Creo que ese rubio idiota del frente es un Malfoy.

Ella aparta sus ojos para mirar a Ron.

LET THE DARK IN | TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora