—Señorita Granger.
La voz del Profesor Dumbledore es una de las últimas cosas que Hermione espera oír en la biblioteca, a mitad de una tarde de sábado. El director de Hogwarts siempre ha sido propenso a ausentarse, e, incluso cuando está en el castillo, Hermione puede contar con los dedos de una mano la cantidad de ocasiones en las que él se ha dirigido a ella personalmente.
Ella levanta la mirada y lo ve parado al otro lado de su mesa, escaneando con los ojos todos los libros que se apilan a su alrededor. Ella se pone de pie de un salto, ordena rápidamente los apuntes desperdigados, y se acomoda el cabello detrás de la oreja, intentando lucir presentable.
—Director.—saluda. Normalmente no estaría tan nerviosa, pero está deseosa de causar una buena impresión, con la esperanza de compensar por lo que fuera que hubiera generado en él una reacción tan fuerte de desaprobación desde el momento en que leyera su nombre como competidora de Hogwarts.
Después de la conversación con Malfoy junto al lago, Hermione ha pasado la mayor parte de su tiempo en la biblioteca, atrincherada detrás de una pared de libros, y alimentándose del mismo indignante orgullo que la impulsó a ingresar su nombre al torneo en primer lugar. Siente una feroz determinación de vencer a Malfoy para luego restregar la victoria en su pálido rostro.
Pero con el transcurso de las horas y los días, ella se va amurallando, y aun dentro del consuelo de la biblioteca, su indignación se ha ido consumiendo hasta las brasas.
Ahora, la realidad ha vuelto.
Su investigación para la Segunda Prueba está estancada porque el Colegio Merge en el Medio Oriente acapara la mayoría de los libros y recursos para hechizos subacuáticos y, desafortunadamente, su biblioteca es privada. Como la mayoría de las materias que no se enseñan en Hogwarts, son clases privadas de verano.
Hermione no puede evitar preguntarse si Albus Dumbledore, Director de Hogwarts, Jefe Supremo del Wizengamot de Inglaterra, y Jefe Supremo de la Confederación Internacional de Magos, no podría conseguir que se hiciera una excepción, si solicitara un libro en nombre de un estudiante, un Competidor del Torneo de los Tres Magos.
El hecho de que Dumbledore haya aparecido en la biblioteca y esté hablando con ella parece fortuito, quizá sea una señal de que le interesa comenzar a apoyarla como competidora.
Ella alisa las arrugas de su falda mientras lo mira con expectativa.
Él hace un gesto con la mano, con voz amable.
—No tiene necesidad de ponerse de pie. No quise interrumpir sus estudios.—Señala su silla, indicando que se vuelva a sentar.
Ella se sienta lentamente, pero continúa esperando que él diga algo.
Sin embargo, él no la está mirando. Parece más interesado en la investigación que en la propia Hermione. Sus ojos se deslizan por la mesa, haciendo una pausa para leer el título de cada libro en cada pila. Finalmente, su mirada se detiene en ella.
—Algunos de los libros que está mirando son bastante oscuros.
Ella mira a su alrededor. Es cierto que la mayoría son de la Sección Prohibida, pero contienen muy poco material oscuro, y la información que dan es sólo general; no describen realmente los encantamientos ni los rituales, ni siquiera las listas de ingredientes para realizar cualquiera de las magias oscuras que se nombran. No es que Hermione estuviera buscando específicamente aquel tipo de cosas, pero resulta obvio que ninguno de esos libros explica las complejidades de las Artes Oscuras de un modo en que se pudiera pretender utilizarlas de manera práctica.
—La Profesora McGonagall me ha dado un permiso especial para investigar para la segunda prueba, señor.—dice ella.
Él asiente lentamente
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LET THE DARK IN | Traducción
FanfictionEn un mundo donde el ascenso de Voldemort nunca ocurrió, la sociedad de los Magos ha encontrado nuevas formas de reprimir y excluir a aquellos que consideran forasteros. Hermione Granger asiste a Hogwarts como una de las pocas estudiantes nacidas de...