CAPITULO 2

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Parado frente al espejo de cuerpo completo, Seokjin analizó minuciosamente su apariencia, pretendiendo encontrar alguna falla que acrecentase más sus imperfecciones. 

Llevaba el cabello recogido, con la frente descubierta. Portaba un suéter de punto beige y simples pantalones negros, pero formales, además del abrigo negro que descansaba sobre su cama. 

Echo los hombros hacia atrás, adoptando una postura recta. Tenia la tendencia a curvarlos hacia adelante, porque eran muy anchos. Soltó un suspiro hondo, el corazón le latía temeroso. Intento aleccionarse, advirtiéndose no hacerse ilusiones. Que un hombre como Namjoon lo haya invitado a dar una caminata, no significaba que su propuesta tenga inclinaciones románticas. Tal vez solo fue un acto de cortesía.  

Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que no advirtió del tiempo correr en un santiamén. Dos golpes cortos se oyeron en la puerta, seguidamente de la voz de su doncella notificando la llegada del protagonista de su mente turbada.

Tomo el abrigo de la cama y lo acomodo sobre sus hombros, alisando las inexistentes arrugas en la tela de paño. Sus pasos siguieron el pasillo de baldosa, donde algunas obras de Salvador Dalí adornaban sus blancas paredes, giro en una esquina, llegando a la parte superior de las escaleras. La voz de su abuelo, acompañada de la voz profunda de Namjoon se escucharon desde la parte inferior, provocando que el corazón de Seokjin se agitara en anticipación.   

Bajo las escaleras imperiales, con una actitud confiada. Al pisar el ultimo escalón, sus ojos chocaron con la intensidad de esos enigmáticos ojos avellanas, provocando que la mascara adoptada en su expresión, titubeara en su actuación. 

—Confió en que lo traera de regreso a la hora acordada —  pronuncio el mayor, sentado sobre un sillón de cuero negro, con los anteojos resbalando por la nariz y pasando de pagina un libro de cubierta marrón con los bordes desgastados. 

—No se preocupe, Señor Kim. Su nieto estará devuelta antes de las nueve.  

Jaehyun solo asintió dirigiéndoles una corta mirada y bajo la mirada, continuando con su lectura. Namjoon se volteo en dirección al doncel, ofreciendo su brazo en un acto caballeroso y Seokjin no titubeo en corresponder su gesto. Salieron de la mansión, permaneciendo silenciosos mientras bajaban los peldaños de la escalinata de la puerta de entrada y cruzaban el jardín hacia las grandes rejas abiertas, donde el chofer de Namjoon esperaba frente a un Bentley Mulsanne en tono negro.

—Minhyuk, al parque más cercano —ordeno Namjoon.

El viaje transcurrió entre simples palabras vanas y efímeras, nada personales. Llegaron al lugar destinado, cuando las luces de los faroles se encontraban encendidas y el velo oscuro de la noche comenzaba a hacerse paso en el cielo. El invierno estaba presente, con la brisa helada envolviendo las luces coloridas que adornaban los ramajes desnudos de los arboles, anticipando la llegada de la Noche Buena.

—¿Le gusta la navidad, Joven Park? —Seokjin se animo a cuestionar, caminando del brazo de Namjoon. A su alrededor, miradas inquisitivas eran lanzadas al par sin disimulo alguno. Sentía, entre las miradas insistentes del gentío, el desagrado de presenciar a su persona ir acompañado de un caballero atractivo y de porte refinado. 

—Me es de alguna forma agradable, no suelo celebrarlo en realidad, solo cuando Jimin esta en casa —respondió Namjoon, inadvertido del efecto que causaba a su alrededor.

—¿Jimin? —volvió a cuestionar Seokjin, pasando por alto las miradas de los desconocidos.

—Mi hermano pequeño —respondió Namjoon —. ¿Y usted, disfruta de la celebración del veinticinco?

—Mi abuelo cree que es un día como otro, no he vivido una navidad desde que tenia seis años —pronunció, rememorando viejas memorias que cortaron el hilo de su niñez.

EL LLANTO DEL COLIBRI (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora