SOMBRAS DEL PASADO (3)

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El aire era sofocante, cargado, rancio. Solo respirar, provocaba que sus pulmones se llenarán de polvo y porquería.

Telarañas colgaban de los rincones y de las vigas, y cosas que reptaban o se arrastraban iban de un lugar a otro por el suelo o por las paredes.

Aunque el pequeño bombillo de luz no alcanzaba a alumbrar todos los rincones del sótano, Namjoon no conseguía sacarse de la cabeza la idea de que ratas y ratones rondaban por detrás de los baúles y armarios, esperando a que la oscuridad llegará para poder salir de su escondite.

El bombillo se apagó, indicándole que ya era media noche. La oscuridad volvió y con ello también su terror.

Namjoon se arrinconó más hacia la pared y llevo sus palmas a sus oídos, apretando con fuerza sobre ellas, aplacando los sonidos a su alrededor.

Algo peludo le tocó el pie y rápidamente contrajo sus rodillas hacia su pecho.

—No es real, no es real... —se repetía, como un mantra constante, evitando que su cordura cruce la línea de la locura.

—N-no es real, n-no... — no pudo continuar, el pánico provocó que el llanto se apoderará de su sistema.

Se levantó desesperado, no pudiendo respirar correctamente. No podía encontrar las escaleras, había perdido el sentido de la orientación. Fuese a dónde fuese, parecía toparse con otro muro.

La oscuridad lo envolvió, presionándole el pecho cada segundo con más fuerza, hasta que se sintió incapaz de moverse hacia ningún lado. El terror lo inmovilizo, los pies le pesaban como el plomo, tenia las piernas trabadas. Se propuso caminar, pero no pudo dar ni un solo paso. Comenzó a sollozar en silencio, arañando sus brazos con brutalidad y cerrando los ojos con fuerza. Los ratones enloquecieron por encima de los muebles, entrando y saliendo de los baúles y armarios polvorientos. Todo el sótano parecía vivo, lleno de los horribles roedores y las formas vagas de la oscuridad arañando las paredes para emerger, reviviendo y alimentándose de su miedo.   

No lo soportó y cayó inconsciente en el frio y duro suelo de su cárcel.

Despertó en su habitación, con su madre observándole desde el sillón a un costado de su cama. Sora llevaba el cabello recogido en un delicado moño, su cuerpo pequeño y delgado, estaba ataviado en un vestido rosa pastel, que contrastaba con su piel perlada y sus labios carmín. 

—Por fin despertaste hijo, estaba preocupada por ti —Sora se inclino sobre su torso y deposito un suave beso en la frente de Namjoon—. Soportaste bien cariño, lo hiciste muy bien...

Namjoon cerró los ojos, aguantando las ganas de vomitar. Cuando era niño, siempre ansió el cariño de su madre, pero ahora solo lo detestaba. Detestaba todo de ella.  

—Te amo Namjoon y haría lo que fuera para mantenerte siempre a mi lado. 

Después de un largo día de descansó, recuperando algo de su energía pérdida durante sus días de encierro. Namjoon bajo al comedor, dónde solo su padre se encontraba desayunando.

—Buenos días, padre —saludo, sentándose en su sitio.

Jinwoo estaba sentado en su extremo de la mesa, leyendo el periódico matinal, ignorando su estado posterior a su encierro, como de costumbre. Después de que la doncella le hubiera servido su desayuno, Namjoon le habló.

—¿Jimin?

—Salió con tu madre —menciono, llevando su taza de café a sus labios. 

—Si mamá no está... ¿Puedo ir a dar una vuelta al parque?

Jinwoo suspiro, bajando su taza y dejando el periódico de lado. Se quedó mirándolo un momento y después, con sus ojos incrustables, se inclino hacia delante para poder hablarle con una voz más áspera.

EL LLANTO DEL COLIBRI (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora