CAPITULO 8

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—Vaya, Namjoon —dijo el anciano caballero, fumando un cigarro habano—. ¿Tienes tan pesada la consciencia que recurriste de inmediato a mi? 

—Solo afecto familiar, tío Soohan.

—Afecto —repitió el mayor, depositando el habano sobre el cenicero y dejándose caer sobre el respaldo alto de su sillón de cuero negro—. Bueno, siéntate y cuéntamelo todo muchacho.

Namjoon admiraba la perspicacia de su tío abuelo, quien a ojos ajenos, se mostraba como un viejo viudo esquivo y egoísta, muy contrario a la verdadera personalidad que pocos conocían. 

—No hay nada que contar.

—¿Es así? —cuestiono Soohan, frunciendo el espeso entrecejo cano—. Apostaría que la inquietud de tus manos me dicen otra cosa.

Namjoon suspiro rendido y de inmediato acepto la invitación. El cuero del sillón de dos plazas crujió ante sus movimientos y antes de que pudiera decir algo, una doncella ingreso trayendo consigo una charola de té humeante. Era de saberse que el mayor era un gran amante del té, así como de los habanos, la lectura y la música clásica occidental. Durante sus años de juventud, recorrió el viejo mundo buscando descubrir nuevos horizontes y culturas, llegando así a conocer al primer y ultimo amor de su vida. La condesa Emma Wellesley de Wellington. Una dama con un carácter y un valor admirable, muy querida por todos que la conocían y muy amada por aquel extranjero de tierras orientales. Un amor corto, pero sublime. Fue la tuberculosis quien se la llevo muy joven y cerró el corazón de Park Soohan, dejándolo viudo a sus treinta años y con una gran fortuna como herencia.  

—Es solo que me siento extraño —habló Namjoon con amargura—. Arrastro este sentimiento desde hace una semana y no se como aplacarlo.

—Si extinguirlo quieres, primero debes conocer el origen —el de hebras cenicientos murmuró—. Dime muchacho, ¿Qué suceso crees tú que despertó la sombra muda de tu aflicción? 

Namjoon se sumió en un silencio prolongado. Recordaba la llegada de Jimin en su oficina, sus gritos, su llanto y sus ultimas palabras, de ahí todo es incierto. Es como si su mente hubiera decidido apagarse, dejando a su cuerpo actuar solo. Provocándole un terrible estado de ansiedad, angustia, confusión y desconcierto. 

—Hace una semana, Jimin llego de su viaje a Estados Unidos. Yo me encontraba trabajando en un nuevo proyecto, cuando irrumpió de improvisto en mi oficina. Estaba furioso, con las cejas bajas, los labios más finos, las aletas de la nariz hinchadas y el rostro enrojecido. Nunca lo había visto tan iracundo —Namjoon suspiro melancólico—. Y luego lloro, lloro de impotencia, lloro de decepción. Fue tanta mi culpa que no supe como actuar. Fueron sus ultimas palabras las que sentenciaron mi cordura y nublaron mi consciencia.

—Entonces, Jimin se entero —afirmo el mayor.

Namjoon asintió

—Me pidió que lo terminara 

—Y tu te negaste.

—Lo hize.

Soohan chasqueo la lengua y tomo un sorbo del té de lavanda. La infusión refresco su garganta, y su voz tomo mayor claridad al hablar.

—Conociendo a mi pequeño doncel, puedo imaginar cuales fueron las palabras que te sentenciaron.

—Decidió dejar morir nuestra relación de hermanos. —Namjoon pronuncio con la voz ahogada en un sentimiento de pesadumbre—. Fue tanto el dolor de sus palabras, que mi consciencia se desconecto de la realidad, produciéndome lagunas mentales. ¡Ah! no se ni como desperté en la habitación de Seokjin.

—¿Qué dices muchacho? ¡¿Acaso profanaste la virtud de ese ser inocente?! —vociferó el mayor, no creyendo que su sobrino fuera capaz de cometer semejante crimen.

EL LLANTO DEL COLIBRI (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora