CAPITULO 10

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Con las ventanas herméticamente cerradas, impidiendo que las gruesas gotas de lluvia penetraran el interior, golpeando y arañando los cristales. Con la furia de los truenos, afectando el sistema eléctrico y ocasionando que la bombilla de las lámparas parpadeasen, ambos pares de ojos se reencontraron, ámbar y avellanas, indiferentes a la terrorífica tormenta que los rodeaba.

Presintiendo la ansiedad del mayor, ataviado en una bata ligera de seda, Jungkook se incorporó del sillón individual y camino con pies descalzos el tramo que los separaba. Con la intención de consolarlo, el doncel rodeo la cintura de Namjoon y sus labios rosaron la mejilla de piel dorada.

—¿Qué te tiene tan perturbado? —su voz broto en un susurro suave.

Namjoon reflexionó antes de responder.

—La discordia entre mi mente y corazón —suspiro, apretando más el abrazo.

—¿Y quien va ganando? —murmuró Jungkook.

El desasosiego se adueño de Namjoon, dejando el silencio como respuesta.

—¿Sabes que deseo lo mejor para ti? —dijo el doncel, intuyendo los sentimientos de Namjoon. 

—Lo se —en el rostro de Namjoon apareció una expresión preocupada.

—Muy bien, entonces dejemos las inquietudes para otra parte y serenemos nuestras emociones con una deliciosa cena y un buen descanso— Jungkook animó con voz delicada, emitiendo una sonrisa tranquilizadora. El doncel no paso inadvertido el estado del mayor. La perdida de peso, las ojeras oscuras remarcadas debajo de sus ojos avellanas, la piel seca y sin brillo, advertían una mala alimentación, un cumuló de estrés y un nulo descanso. 

Namjoon no refuto sus palabras y siguió al menor hacia la cocina. Después de una cena ligera, ambos encontraron refugio bajo las sabanas de la cama. La noche se hacia más profunda y la tempestad había empezado a amainar, dejando solo una lluvia ligera.

La suave melodía emitida por el doncel, adormecieron rápidamente al mayor, llevándolo al limbo de los sueños. Jungkook ceso su canto y alejo el rostro del pecho contrario. Sus ojos delinearon la imagen dormida de Namjoon.

Parecía un hombre pequeño y débil.

—Déjame ir Namjoon... —susurró en la penumbra—. Es momento de que ambos nos dejemos ir.


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"Ese instante, tan vacío, sumido por las sombras, rechazado por la luz en la cueva de su destino, sus ojos fueron arrancados, borrando sus recuerdos de antaño. Sus labios, fueron cocidos enmudeciendo su clamor. Sus manos y pies fueron mutilados, convirtiéndolo en una estatua de terror. 

La horrida respiración en su oído, la lóbrega risa de ecos y el nauseabundo aliento acariciando su piel, provocaron que su temor se disparara a limites exorbitantes. 

EL LLANTO DEL COLIBRI (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora