CAPITULO 5

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Su endeble respiración recorría la quietud del silencio oscuro. Frente al espejo de cuerpo completo, sus ojos examinaban la imagen que presentaba. Un sobrio estilo habitual, sin un apice de delicadeza y finura.

Decepcionado de su apariencia intento deshacer su peinado y cambiar su camisa oscura por otra, pero unos toques en la puerta detuvieron su intención.

—Señor Seokjin, su esposo lo espera en la sala —la voz de su doncella comunico detrás de la puerta.

—Ahora bajo —respondió, volviendo a fijar sus ojos en aquel reflejo que gritaba gris, gris, gris...

Camino a pasos cortos por el corredor que comunicaba las escaleras con el piso inferior, limpiando el sudor de sus palmas en los costados de su pantalón ancho de traje gris marengo. Soltando un hondo suspiro trato de apaciguar sus inseguridades y mostrarse más confiado en cuanto a su apariencia. ¿Acaso no era este el verdadero Seokjin que había atraído a Namjoon antes de tomarlo como esposo?

Llegando al final del pasillo, aspiro profundamente; terminando de sosegar al pequeño pájaro de inquietud que aleteaba nervioso dentro su pecho y bajo despacio las escaleras. Un eco de la voz de su esposo le llego a los oídos y los latidos de su corazón aceleraron tanto que tuvo que agarrarse de la barandilla para no caer en su descenso. Inhalo y exhalo al ritmo eufórico de su corazón, consiguiendo dominarse y continuar con su camino.

—Ve encendiendo el coche —ordenó Namjoon de espaldas a la escaleras.

—Si, señor —reverenció Minhyuk, saliendo de la estancia apresurado.

Namjoon se volteo con abrigo en mano y ambos pares de ojos chocaron, generando emociones diferentes en cada uno. Seokjin brillo encandilado por la figura fina, atractiva y elegante de su esposo, muy contrario a Namjoon, quien solo sintió decepción al observarlo.

—Es tarde —refutó el menor, despabilando el encantamiento de Seokjin.

—Lo siento mucho —respondió apenado.

Ambos salieron de la estancia, sumergidos en una burbuja de silencio. En el transcurso del camino nada cambio. Minhyuk echo un pequeño vistazo por el retrovisor y encontró a ambas figuras mirar por la ventana de su lado. Parecían dos desconocidos compartiendo un mismo vehículo. El chofer volvió la mirada en la ruta, siguiendo el camino que los llevo a contemplar el rio Geumho.

Una ola de tristeza azotó el corazón de Seokjin. Ahi, frente a las orillas diáfanas de ese espejo oscuro salpicado de estrellas, dos palabras fueron recitadas. Dos palabras que lo elevaron en felicidad, dos palabras que marcaron la ilusión de su futuro, dos palabras que ahora lo han visto llorar.

Llegaron a la casa de Kim Jaehyun poco después de las diez de la noche, el camino había sido largo y más con el pesado silencio que los acompaño. Desde el exterior se pudo apreciar que la fiesta se mostraba en su máximo apogeo.

—Bien, hagamos esto —murmuró Namjoon, dejando que Seokjin enlazara su brazo junto a él y juntos caminar por el jardín que los llevo a la entrada principal. El gran salón acobijaba a una multitud extraordinariamente alegre. Las notas musicales resonaban en una melodía festiva y elegante al mismo tiempo. Las fuentes de ponche y las bandejas de comida acompañaban el ruido de las charlas y las risas crecientes. Sonidos que bajaron sus decibeles al percatarse de la pareja recién llegada.

El doncel percibió entre aquellas personas refinadas, sorprendentes y alegres que lo observaban, levantarse un muro de frialdad y desagrado en su persona. Un muro que lo acompaño desde su primera presentación en sociedad.

—Mi distinguido yerno y mi querido nieto —vitoreo Jaehyun, recibiendo al matrimonio con los brazos abiertos.

Seokjin quedo desconcertado ante el comportamiento no propio de su abuelo. Aun así trato de disimular su sorpresa y recibió el saludo con ojos cálidos y una sonrisa pequeña.

EL LLANTO DEL COLIBRI (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora