CAPITULO 9

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El sol, que había brillado de modo resplandeciente durante la tarde, era ya un recuerdo remoto al empezar a caer la lluvia copiosamente durante el ocaso, obligando a los invitados de Sora abandonar la residencia Park y retomar el camino a sus hogares, antes de que la tempestad incrementase en su furia. 

En torno a madre e hijo, la enorme casa parecía contener la respiración. Los truenos rugían y estallaban a través de los ventanales, y los relámpagos rasgaban el cielo, crepitando cada pocos segundos.   

Sora ardía de cólera al recordar el impertinente comportamiento del menor de sus hijos y la irrespetuosa desaparición de Namjoon en medio del evento, sin contar con la ausencia de su esposo por temas de trabajo. 

—Deja de fruncir el ceño madre y di lo que te tengas que decir —Jimin rompió el tensó y prolongado silencio que los mantenía a ambos en un duelo de miradas ardientes. En un tiempo atrás, la mirada afilada de Sora hubiera sobrecogido al doncel, llevándolo a temblar de miedo. Pero ahora todo era distinto y Jimin ya no era el mismo.

—Me decepcionas Jimin —expresó Sora, con rabia contenida—. Tu padre y yo te criamos para convertirte en un doncel respetuoso, dócil y educado. Muy contrario a tu comportamiento demostrado el día de hoy. Primero, osaste desafiar mi autoridad, queriendo presentar a Seokjin como parte de la familia y luego, lanzas comentarios despectivos en contra de mis invitados. ¡¿Acaso intentas manchar el respeto de nuestra familia?!

Jimin la observó fijamente, con el rostro inexpresivo, resentido por las palabras de su madre.

—¿Respeto? —cuestiono, con matiz despectivo—. Esta familia perdió cualquier tipo de respeto, cuando ustedes mancharon el apellido Park con sangre.

Sora levanto la mano con furia y la estrello contra el rostro de su hijo. Jimin miró a su madre sin inmutarse, con la mejilla ardiéndole intensamente, no extrañándole que pronto sangrase. 

—Podrás golpearme todo lo que quieras, pero eso no borrara tu pecaminoso pasado —Los ojos mieles, iguales a las de Sora, ardían en ira y resentimiento—. Recuerda que las mentiras tienen fecha de caducidad, al final todo se descubre y tus crímenes no serán la excepción —conteniendo la lágrimas que amenazan en salir y el nudo en su garganta, se marcho a pasos apresurados, no permitiendo mostrarse vulnerable frente a la mujer que llamaba madre.

Sora se sentía al borde de un espantoso abismo, no por la acción cometida en contra de su hijo, si no por el peso de sus palabras. De pronto, aquellos recuerdos siniestros turbaron su mente, llevándola a rememorar episodios monstruosos de un pasado oculto. Habían gritos de agonía, sollozos, sangre y suplicas de piedad.

La bruma de sus pensamientos provocaron que el temor se apoderara de su corazón, haciéndolo palpitar con fuerza y que su sangre corriera más a prisa y ardientemente. Las arañas de cristal y oro, que colgaban del techo blanco, comenzaron a desenfocarse de su vista y un pitido incesante se apodero de sus oídos.

Seokjin, quien había despedido a las doncellas a descansar tras su arduo trabajo, divisó a Sora de camino a sus aposentos. La fémina se encontraba con el rostro tenso y pálido, los ojos desorbitados y la respiración irregular. Angustiado, corrió al encuentro del débil cuerpo que amenazaba en desplomarse.

—¡Madre!, ¡madre!... —la llamó, sujetándola de los hombros. En su voz se podía apreciar el temor y la aflicción. 

—¿Puede oírme?, ¿Se encuentra bien? —continuó el doncel, manteniendo su agarre firme en la mujer.

Sora, aturdida aun por la bruma que se apodero de sus sentidos, inhalo y exhalo profundamente. Se sentía como una sonámbula en una pesadilla. Pesadilla que se fue disipando de a poco hasta llevarla devuelta a su realidad. Ya no habían gritos, sollozos y sangre. Estaba ahí, en su hogar, con Seokjin observándola ataviado en una mascara de desazón.  

EL LLANTO DEL COLIBRI (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora