A principios de 1970, a la edad de ocho años, Jungkook creía que toda su vida seria como un largo y esplendoroso día de verano. Después de todo, así fue como empezó.
Creció rodeado de escases y pobreza, pero eso no le impidió tener una infancia agradable. Era hijo único, con dos padres atentos y cariñosos. Cada que el Señor Jeon regresaba a su humilde casa y entraba por la destartalada puerta de madera, el cansancio en su cuerpo producto de las doce horas de trabajo continuo, eran reemplazados por una cálida sonrisa. Sea que estuviera lloviendo o nevando, el sol parecía brillar de nuevo cuando Jungkook presenciaba aquella sonrisa de perlas centellantes.
—¡Afuera esta nevando, papá! —habló un Jungkook de dieciséis años, tomando una sopa caliente en la pequeña mesa de comedor —. Pero el trayecto a casa, fue precioso, con los árboles resplandecientes de pedacitos de hielo que parecían diamantes y copos de nieve en las matas.
Su padre lo escuchaba hablar atento, feliz. Cada palabra de su hijo, era prosa para sus oídos. Pero no todo podía ser perfecto, había algo que el mayor ocultaba en silencio. Una pena que lo mantenía en vela todas las noches.
—Papá, papá. Te quedaste pensativo de repente.
—¡Oh! ¡lo siento! —respondió Jeon, con una sonrisa suave y dulce.
—¿Sucede algo? —cuestiono preocupado el doncel—. Mamá dijo que te vio salir del consultorio del doctor Lim. ¿Acaso estas enfermo?
—Oh, bueno si. ¡Pero no es nada! —se apresuro a aclarar—. Solo fui por que me dijo que necesitaba ayuda con sus instalaciones eléctricas y como yo se un poco del tema, no me negué y solo le brinde mi colaboración.
Fue durante una tarde triste de invierno, cuando Jungkook se enteró de la verdad detrás de las mentiras de Jeon Dakho. Las visitas al medico no eran por trabajos esporádicos, al contrario, era para tratar un cáncer agresivo, que apostaba nulas probabilidades de sobrevivir. Esa tarde, Dakho nunca llegó a casa, se fue en silencio, con la nieve cayendo como racimos maduros sobre su inerte cuerpo rodeado de un campo de melancolía.
Los problemas económicos obligaron a Jungkook dejar la escuela y a la señora Jeon buscar un trabajo de tiempo completo.
Es así como madre e hijo llegaron a la mansión Park.
Es así como Jeon Jungkook conoció a Park Namjoon. Un adolescente de dieciocho años de edad, de buena apariencia, callado, distante y reservado.
Jungkook se encontraba oculto entre los rosales del jardín, cortando las hojas secas de los tallos, cuando las puertas corredizas se abrieron de golpe y Namjoon salió corriendo como si huyese de alguien. Jungkook soltó una exclamación muda, al ver como el primogénito de los Park lanzaba puños fuertes sobre un viejo arce, provocando que de sus nudillos corriera sangre, producto de las muchas pequeñas heridas en su piel.
Namjoon cayó de bruces sobre la hierba, llorando océanos de lagrimas. Y cuando ya no le quedaron mas lagrimas para derramar y sus ojos se pusieron hinchados y rojos. Pequeños pasos suaves se acercaron a su lado.
Era Jimin quien se sentó sobre la hierva, a su lado, apoyando su cabeza sobre su hombro y cogiendo sus manos ensangrentadas entre las suyas. Un sol resplandeciente brillaba en el cielo y la brisa soplaba suavemente cargada de recientes fragancias primaverales. El silencio entre ambos hermanos, se fue alargando hasta que Namjoon dejó de llorar y Jimin cayó dormido.
Jungkook salió de su escondite, después de que Namjoon cruzara el umbral, llevando en brazos a un pequeño Jimin. Presenciar ese episodio, disparo una serie de incógnitas en el doncel, además de una sensación intrigante en su pecho.
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EL LLANTO DEL COLIBRI (Namjin)
FanfictionUn matrimonio precipitado. Un amor unilateral. ➾ Namjin ➾ Drama ➾ M-preg **Prohibido su copia o adaptación.