CAPITULO 4

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Despertó con los rayos del sol brillando directamente en sus ojos y el trineo de las aves arrullando el naciente día. La mañana se reflejaba cándida y primorosa, despertando vidas y esperanzas por doquier. Pero Seokjin no lo sentía así, escuchaba en el canto de las aves sus penas y en el cálido resplandor, el frio de su corazón. 

Gimió con tristeza su destino, aquella mañana debía ser mágica, con el céfiro del amor acariciando su piel. No con la soledad ennegreciendo y despejando sus ilusiones. 

Exhaló hondo, soltando un suspiro melancólico y se animo a sonreír aun si las lagrimas picaban en desbordar de sus orbes. Salió de sus cobijas dispuesto a tomar un baño, justo en aquel momento unos nudillos golpearon suavemente la puerta.

—¿Quién es? —preguntó, con tono un tanto desanimado, presintiendo que la persona detrás de la puerta no era su esposo.  

—Buenos Días, Señor Kim. Vengo a informarle que el desayuno ya se encuentra listo y que los señores se encuentra a la espera de su presencia.

"¿Señores?" pensó Seokjin y un miedo ingente se instalo en la boca de su estomago. Apresurado, abrió las puertas dobles y se encontró con la delgada figura de la doncella. 

—¿De que señores hablas? —cuestiono con trémulo nerviosismo.

—Los padres del Jov-.. digo del Señor Namjoon. Llegaron muy temprano en la mañana.

Seokjin no pudo sentirse más miserable. Era tarde y el aun no estaba preparado. 

La primera impresión con los suegros era de primordial importancia para conseguir la aprobación del cortejo antes del matrimonio, pero como la situación de Seokjin fue diferente, el doncel debía ganarse la aprobación de quienes ahora serian sus padres y la impuntualidad era un comienzo desastroso. 

Se vistió y peino con premura, pero con el debido cuidado para obtener un resultado perfecto. Llevaba una camisa cerrada de tono gris claro, un chaleco de punto color azul marino y pantalones de tela de la misma tonalidad. Camino apresurado por los sórdidos pasillos carentes de color, reprendiéndose mentalmente por su incompetencia. Con pasos raudos llego a lo alto de las escaleras, sus manos sudaban, al tiempo que el pulso desbocado martillaba sus sienes. Llevo sus hombros atrás, limpio sus palmas húmedas en los costados de su pantalón y tomo una ultima respiración profunda, antes de dar el primer paso descendente por las escalinatas.

—¡Tu hermano es un irresponsable! Mira que darse de vacaciones con ese noviecito suyo. Hijo tu...—la mujer calló al advertir la presencia desconocida bajar por las escaleras.

Seokjin sintió la mirada penetrante de la mujer y una oleada de nerviosismo lo amenazó en hacerlo caer. Solto un suspiro disimulado, al hallarse de pie y a salvo frente a los padres de su esposo.

—Buenos días —saludo con una reverencia profunda.

Park Sora era una mujer menuda, con al menos una altura de un metro sesenta. Su cabello era castaño y tenia unos ojos pequeños color miel claro. Parecía una mujer amorosa, pero Seokjin descubrió en sus bellas facciones, una mirada extraña que altero su torrente nervioso. A su lado, la figura imponente de Park Jinwoo lo escudriñaba con esos ojos avellanas, fríos y calculadores, similares a las de Namjoon.      

—Padre, Madre. Les presento a Seokjin, mi esposo —habló Namjoon, interrumpiendo el tenso silencio que precedió la presencia del doncel. 

—Mucho gusto en conocerlos, señores Park. —Seokjin volvió a realizar una reverencia y al levantar la mirada, vio como los ojos de Sora se alzaban hasta lo alto de su cabeza y bajaba luego hasta sus pies.

EL LLANTO DEL COLIBRI (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora