Reencontrarse con el pasado

28 3 0
                                    


Al día siguiente
Toda la alegría que había estado en la cabaña, se había evaporado. Jin y Hoseok, estaban por irse y Min Ah debía regresar a la ciudad, por un problema en la empresa. Por lo que, Taehyung se había ofrecido a acompañarla y con ellos, se iría Namjoon con la intención de visitar a su familia.
Todos estaban preparándose para marcharse o esperaban que terminaran de despejar la entrada para poder marcharse. La casa familiar, estaba empezando a sentirse fría y solitaria.
— Prometo que no voy a tardar mucho, chicos — dice Min Ah avergonzada por tener que irse pronto.
— No te preocupes, tomate tu tiempo. — murmuro sabiendo que no puedo ser una carga de la que siempre deben cuidar por ser inútil.
— Nos vemos pronto. Realmente espero que nos veamos pronto, chicos. — dice Jin abrazándome y yo corresponde a su abrazo.
— Sé que si y aunque tardemos e  vernos, sé que siempre vamos a sentirnos como una familia. Podremos escribirnos y hacer llamadas para sentirnos cerca. — respondo.
— Promete que vas a intentarlo. — pide Jin y sé que no se refiere a intentar llamarlo.
— Dame tiempo — murmuro y él asiente
Hoseok, me abraza y después de él lo hacen los demás para después marcharse. En la cabaña donde había mucho ruido, quedamos solamente mi hermano y yo. Como en el pasado, solo que esta vez, no estamos esperando que mamá regrese de su trabajo, sino, esperando que los días pasen.
JungKook me abraza, sé que piensa en la diferencia que ahora estamos enfrentándonos al quedar solos y por ello, le sonrió.
— Estaremos bien. Ya no tenemos que esperarla, porque ella está con nosotros. Sé que nos está cuidando. — murmuro y él asiente.
— Ella debe estar orgullosa de la mujer que te has convertido. Ya no te cierres, hermosa. Ya no te escondes de todos para sufrir tu sola. Ahora, te unes más y muestras la chica amigable que eras antes de todo.
— Sé que si. Me costó y no lo pude hacer sola, pero lo importante es que pude hacerlo.
— Entonces, salgamos a pasear para celebrarlo. Sé que si caminamos un poco, podemos ignorar el silencio de la casa. — propone JungKook y yo asiento.
Como ninguno de los dos puede conducir, nos marchamos caminando para recorrer todo el pueblo que ya hemos recorrido. Así nos pasamos todas las tardes esperando no sentir la soledad. Hasta que la escuela inicia y con ella, mis clases como estudiante y mis clases como entrenadora.
Por más que los chicos han querido regresar, las cosas no han salido como ellos han querido y no los culpó. Nada en la vida sale como uno lo espera. Eso lo he aprendido con los golpes que he vivido. Así que, afronto como están sucediendo las cosas y preparando todo para mi primera clase, sonrió.
— ¿No se te queda algo? — pregunta JungKook y yo niego.
— Creo que todo está bien. Más bien dime, ¿qué vas a hacer en mi ausencia? — pregunto curiosa y él sonríe.
— Limpiaré la cabaña e iré a trabajar un poco. El invierno está por terminar y por eso, hay muchas cosas que debemos arreglar de la cabaña.
— ¿Estás seguro que quieres hacer eso? — pregunto preocupada.
— Estaré bien, tendré muchas cosas que arreglar. Ve tranquila a la escuela y recuerda ser la mejor sin alardear. — me dice y yo sonrió.
— Esta bien, nos vemos.
Camino hacia la salida donde me reúno con varios estudiantes. Ellos, quienes ya me conocen, me saludan con respeto y caminan a mi ritmo hasta llegar a la escuela.
Cuando llego, miro la entrada de la misma. Es la única escuela que hay en el pueblo, por lo que, todos los que estudian la educación obligatoria, lo hacen aquí. En una escuela de dos pisos que parece una gran cabaña de madera.
— ¡Maestra! — gritan de algún lado y yo veo a la chica que inició todo esto de hacerme su entrenadora.
— Hola, pequeña — le saludo.
— Me alegra que este en la escuela conmigo. Sin duda, se sentirá muy bien aquí — dice tomando mi mano para después llevarme hasta el interior de la escuela.
— ¡Hija, despídete de tu madre! — grita la mujer indignada.
— ¡Chao, madre! — dice para después marcharse corriendo.
— No. Ve a despedirte bien, pequeña. Recuerda que debes darle mucho amor a quien te ama inmensamente — le digo y ella se detiene y asiente.
— Esta bien, maestra.
La chica corre hacia su madre y la abraza dándole un beso. Desde mi lugar, me abrazo recordando cuanto detestaba las muestras de afectos excesivas de mi madre. Esas que ahora, anhelaba tener. Incluso, esa sobreprotección, donde me llevaba y traía de la escuela porque me fugaba para encontrar a Min Ah.
La chica regresa y su madre me observa secando su mejilla con disimulo. Con la pequeña, entró a la escuela donde todos saludan y sonríen. Nadie se fija en mi pie, ya no lo hacen y eso, me alivia.
Aquí, no hay bandos divididos por el pasado no resuelto. Y quizás, eso me hace sentir tranquila, pero a la vez, con un vacío en el pecho. Mi vista se nubla, pero antes de llorar, la pequeña me lleva hacia la sala de clases donde debo estar.
Allí, me presentan y todos me sonríen, no hay presión por ser la mejor, sino, ser yo misma y que eso, además de desarrollar mis habilidades, sirva para los demás que me observan. Cuando las clases terminan y la merienda llega, la incomodidad por no tener amigos, me hace retroceder en la puerta de la misma.
Nunca fui de muchos amigos, pero los últimos, ahora son mi familia, unos que ahora no estaban porque cumplían con sus propias vidas. Sin embargo, cuando retrocedo, la tía de la chica, me sonríe. A su lado, estaba la pequeña que tenía pocos años físicamente, pero parecía una mujer adulta a la que no se le escapaba nada.
— Aquí estas, fuimos a buscarte a tu clase. — dice la pequeña.
— Hola de nuevo. — me saluda su tía — Espero que no te incomode comer con nosotras.
— Yo…
— Bueno, nosotras y unas cuantas personas — comenta la pequeña con una sonrisa traviesas.
— Si no quieres comer aquí, estará bien donde decidas.
— Esta bien, comamos en la cafetería — murmuro sabiendo que no hay forma de escapar de esta invitación
Tenia razón, no eran solo ellas, sino, media escuela que ansiaba escuchar las magnificas historias sobre mí que mi pequeña fanática, contaba con tanta emoción que parecía la narración de una película fabulosa.
— Y entonces, cuando creí que no iba a ser más magnífica, se alzó en el aire y voló como una hada bastante hermosa y delicada que nadie podía dejar de ver. Giró con elegancia y cuando pensábamos que ya no había algo más magnífico, sucedió.
>> El príncipe enamorado del hada, la tomó en el aire abrazándose de una forma que sólo dos amantes bajo la luz de la luna, lograrían verse así de radiantes y únicos. Bailando por la vida y la muerte. Por el amor y el desamor. La salud y la enfermedad. La dicha y la agonía que habían vivido para llegar a ese maravilloso momento.
Las chicas miraban a la pequeña, emocionadas por su relato, mientras yo me perdía en su propia narración.
¿Cuándo hicimos Julián y yo todo eso que dice ella?
— A veces pienso que no está narrando una presentación de patinaje sobre hielo. — dice su tía en un susurro — luego recuerdo que así de increíbles te veías con tu pareja. Solo que ella sabe expresar con palabras lo que usted expresa increíblemente con la destreza de su baile con los patrones.
— William Shakespeare hubiese deseado conocer a tu sobrina. Ella es toda una maestra en narrar la unión de dos almas que tuvieron una unión bastante trágica. — murmuro y su tía sonríe.
— Tienes razón. Ella hubiese mejorado el final dramático de Romeo y Julieta. — sonríe y todos se levantan cuando la alarma de regreso a clases suena
Caminando hacia el lugar, observó como alguien en medio de todos, me sonríe. Mi corazón, cae al suelo cuando lo logro ver: Julián. Corro para llegar a él, pero antes de hacerlo, Julián niega.
— Solo quería ver como eres feliz. Mereces ser feliz, avanzar sin sentir culpa. Merecías esto, cariño. Merecías todo lo bueno que ahora te está pasando. Lo mereces a ellos — susurra para después desaparecer.
Intento correr para alcanzarlo, pero ya es tarde. Es allí cuando noto que él no era el único que había aparecido. Su madre, la mujer a la que le prometí jamás olvídalo ni reemplazarlo, me veía con una sonrisa triste.
— Hola, Ha-ri — me saluda haciendo que todo el pasado vuelva a mí.
— Hola, señora…
— No vengo a culparte por avanzar. Vengo a felicitarte, Ha-ri. Haz logrado lo que Julián quería. — dice extendiendo una carta hacia mí.
— ¿Es…?
— Era una carta para ti. La encontré hace un año y te busque para entregártela. Me alegra que hayamos sanando. Que ambas lo hayamos hecho. — dice la mujer.
Yo corro a abrazarla y ella corresponde el mismo.
— Ahora si estaremos bien, Ha-ri. Como Julián lo quería. Por eso, debes patinar. Regresar al hielo por los dos. Vive como sabes que él quería que vivieras.
— Pero…
— Esta carta me ayudó a salir del dolor que tenia y avanzar. Espero que haga lo mismo contigo. — dice abrazándome.

Eres MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora