3. Verde

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Aemond se enfurecía de que su prometida no portará el verde en sus vestidos, Daenerys se negaba a usar verde

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Aemond se enfurecía de que su prometida no portará el verde en sus vestidos, Daenerys se negaba a usar verde. Ella no tomaría partido en esa división absurda entre las dos mujeres que más amaba.

—Lo usarás porque eres mi esposa y debes de estar de nuestro lado.  —le exigía lanzando todos los vestidos que él había mandado a confeccionar con ayuda de su madre para Daenerys, todos de distintos tonos de verde.

La chica siempre lo ignoraba cuando sacaba el tema del verde. Leía algún libro o en última instancia tejía. Ahora estaba leyendo, él sabía perfectamente cuánto odiaba que la interrumpieron en su lectura.

Aemond se hinco a su lado y tomo su mano entre las suyas. La manos de la princesa eran pequeñas  y regordetas en comparación a las del príncipe, que eran largas y huesudas.

Aquella acción llamo la atención de la princesa. Aemond jamás se arrodillaba ante nadie, era sumamente orgulloso.

—Necesito que me apoyes en esto, cuando los recibamos tienes que portar el verde, debemos ser un frente unido. —le pidió el príncipe.

Daenerys estaba a punto de ceder, solo era un estúpido color, podía usarlo una vez mañana cuando recibiera a su prima Rhaenyra, a su padre Daemon, a sus primos segundos Jace, Luke y Joffrey, a su hermana Rhaena.

Se levantó del mueble dejando el libro en una mesa y se acercó a los vestidos que yacían en la cama.

Verde. Había una obsesión por el maldito verde en esa familia, también era su familia, pero Rhaenyra era una madre tanto como Alicent lo era.

No podía hacerle eso. No quería imaginarse la cara de decepción de Rhaenyra y Jace.

Sobre todo no quería decepcionar a Jace con el que había intercambiado correspondencia a escondidas de Aemond durante esos cinco años. No sabía porque se lo había ocultado, pero lo había hecho. Aemond era su mejor amigo y le había ocultado que intercambiaba correspondencia con Jace. Le había ocultado muchas cosas, pero sentía que lo hacía por su bien, Aemond sufriría y ella no quería lastimarlo.

Siempre tuvo un cariño especial a Jace y muchas veces a pesar de lo jóvenes que eran, Jace le había prometido que sería su reina, que juntos gobernarían los Siete Reinos.

Eso fue antes de su compromiso con Aemond. Ahora solo eran buenos amigos.

—No puedo hacerlo. —Soltó el vestido que había tomado. —Ellos también son mi familia…

—He tratado de ser comprensivo. Deje que nos casáramos hasta que cumplieras tu décimo quinto día del nombre. Siempre te he defendido, te he protegido, te he elegido por sobre mi familia. —el joven príncipe lucía más sombrío que de costumbre, se había quitado el parche dejando ver el zafiro con el que había llenado la oquedad dónde debería estar un ojo azul.

Daenerys apartó la vista, no le gustaba verlo así, le recordaba a aquella noche.

—Mírame.

—Aemond, por favor…

El príncipe tomo a su prometida de los hombros y la obligo a mirarlo directamente a los ojos.

Daenerys había tenido pesadillas con ese zafiro en su niñez, muchos sueños infantiles, pero entre más crecía, los sueños se volvían más verosímiles.

Aemond sobre Vhagar quemando todo a su paso. Alaridos de dolor y sufrimiento,  ella estaba a su lado, apoyándolo hasta el final.

  Fuego y Sangre. Ese era el lema de su casa y Aemond lo cumpliría al pie de la letra, pero ¿Daenerys estaría dispuesta a ayudarlo? A veces temía que la respuesta fuera un si.

—¡Mírame! ¡Esto es lo que ellos me hicieron, tu preciada familia me dejó tuerto y salió completamente impune!

— También son tu familia.  —murmuró Daenerys.

—Esos bastardos no son mi familia.

Aemond se dio cuenta de que lo había dicho demasiado tarde.

—Yo tampoco soy tu familia.—siseó la joven con los ojos anegados.

— No comiences, por favor.— la estrecho entre brazos.

Aemond era lo bastante alto como para que la cabeza de Daenerys le llegará por debajo de los hombros. Esa era una de sus partes favoritas, lo fácil que era rodearla, cargarla, mantenerla a su lado siempre, podía hacerlo con un solo brazo. Era tan pequeña.

—No soporto que los llames así. No me hagas elegir Aemond. No puedo hacerlo. Sabes que tu madre también fue como una madre para mí, pero tu hermana también lo fue. Son las dos mujeres más importantes de mi vida y soy quien soy gracias a ambas. —su voz no tembló ni una vez.

Aemond suspiró. Daenerys había ganado. La dejaría llevar el color que le placiera, pero antes debía pagar un precio justo.

— Entonces debo agradecerla a mi querida hermana.

Sin previo aviso el joven le robó un beso. Daenerys se sorprendió, no es que no se hubieran besado antes, lo habían hecho un par.

Cada uno de esos besos estaba descrito a detalle en su diario. Que llevaba puesto su prometido ese día, cuan largo estaba su cabello rubio platinado que en ocasiones ella envidiaba, su sonrisa, sus labios, su sabor…

Al final el recuerdo de aquella noche le venía de golpe y terminaba abandonando cualquier ilusión.

¿Cómo podía temer tanto a alguien a quien quería tanto?

Porque si de algo estaba segura es que quería a Aemond, era su mejor amigo desde hacía tanto tiempo.

Comprometerse con él fue lo mejor que le pudo pasar, no todos tenían la suerte de casarse con sus mejores amigos. La pobre Helaena había tenido que casarse con el ebrio de Aegon.

Aemond dejo de besarla cuando la noto totalmente rígida. Sucedía seguido. Era como besar a una muñeca de madera.
Cada vez le irritaba más, ¿Así sería la intimidad con ella?  No quería ni imaginárselo, se había auto complacido muchas noches en la soledad de su cama pensando en Daenerys, incluso antes de que su padre la comprometiera con ella.

Quería que su lecho de bodas fuera perfecto y haría lo necesario para que ella se relajará.

Se limito a besarle la coronilla y a abrazarla.

— Puedes vestir como quieras Dany, Lo lamento.

— Eso lo sé, nunca necesite tu permiso.

El joven príncipe sonrió y suspiró, su parte favorita era cuando le llevaba la contra. Le fascinaba. Era tan diferente a su madre.

 Era tan diferente a su madre

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Stormfyre || Fanfiction HOTD || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora