12. Desgracia y perdición

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Daenerys era el centro de atención aquella noche

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Daenerys era el centro de atención aquella noche. Ciertamente su belleza era deslumbrante, era la viva imagen de la princesa Alysanne, excepto por el cabello dorado en lugar del platinado.

Al Rey Viserys le era muy difícil verla sin recordar a su amada hermana fallecida.

La leche de amapola aún seguía en su torrente, por momentos creía ver a Alys y a Daemon discutiendo, ya que el parecido entre su hijo y su hermano era igual de sorprendente.

La discusión fue terrible, aún en su estado pudo captar lo enfadados que estaban, aquello no terminaría bien.

Era un eco del pasado, uno de los mayores errores que había cometido durante su reinado y de los que más se arrepentía, haber casado a su pequeña y única hermana con su rebelde hermano.


No cometería el mismo error dos veces. Veía en Aemond y Daenerys las mismas diferencias, no podrían ser felices a lado del otro, tenía que intervenir.

-Alicent, no podemos dejar que se casen.

-¿De que hablas Viserys? Llevan comprometidos desde hace años, además solo son algunas diferencias, ellos se aman.

-No... he visto esto antes... en Alysanne y Daemon... ellos terminarán matándose.

El rey apenas podía hablar, tartamudeaba y le faltaba el aire.

-Estas exagerando Viserys...

-Nunca... quise admitirlo, pero Ser Criston Cole solo empeoró todo... mi hermana se enamoro de él... sabía que estaba dispuesta a escaparse con él... a dejar todo por él... se lo dije a Daemon... no le importo... nunca le importo... ni siquiera le importo que Alysanne le haya dado un bastardo...-el rey tosió repetidas veces.

Estaba doblado en su silla por el dolor. Ya no podía continuar sentado ahí.

-Esposo, toma, es agua. -La reina le pasó una copa.

Lucía realmente preocupada por la salud de Viserys, pero estaba más preocupada por sus desvaríos.

Alicent hace mucho que sabía que la princesa Daenerys era producto de una aventura entre su muy amada amiga Alysanne y Ser Criston Cole, nunca lo supo de los labios de ella, pero se lo confesó Ser Criston el mismo día que Alysanne lo rechazó.

Encontró a al guardia ocultando las lágrimas debajo del yelmo. Nunca había visto a un hombre llorar en sus diecisiete años de vida, hasta entonces.

Le conmovió los sentimientos tan puros del caballero y envidió a Alysanne por ello.

La manera en la que Ser Criston temblaba al hablar con una desesperación y sus palabras... aún las recordaba.

-Lo lamento, mi reina. Ningún guardia real debería llorar frente a su reina, pero... duele demasiado, nunca había sentido tal dolor, duele muchísimo justo en el pecho... he estado en las rebeliones de Dorne, ninguna estocada, apuñalada o golpe se compara con esto, es... absolutamente desgarrador.

Alicent tomo de la mano a Ser Criston, sabía justo de lo que hablaba y se lamentaba que nadie nunca la amaría de esa forma.

-Es amor. -respondió la reina con una sonrisa, sentándose a lado del guardia y colocando una mano en su hombro de acero. -Su secreto está a salvó conmigo, Ser Criston.

Y así había sido, cumplió su promesa tanto como trato cumplir la que le había hecho a Alysanne. No había podido proteger a Daenerys. Su ruin hijo le había arrebatado la virtud muy joven, pero se había encargado de que nadie dudará de su castidad, sobre su legitimidad... cada vez era más de difícil de ocultar.

La alarmante indiferencia del príncipe Daemon sobre su primogénita y los arrebatos de ira de Ser Criston la estaban enloqueciendo.

Hacía unos minutos había tenido que tranquilizar al Ser para que no le rebanará la cabeza a Aegon.

¿A caso ella la única interesada en el bienestar de la princesa? Ninguno parecía querer poner de su parte, ni siquiera su esposo hablando de la bastardía de la princesa tan a la liguera.

-Debemos impedirlo...-repitió Viserys una vez el ataque de tos dejo de embargarlo.

-De ninguna manera... ese matrimonio fue el regalo de nuestro hijo por haber perdido un ojo y ¡Hoy estamos celebrando su unión! No me importa lo que creas, Aemond ama a Daenerys, lo sé.

-Pero ella no lo ama a él. -señalo el rey hacía el salón.

Daenerys y Jacaerys regresaban de dónde sea que hubieran ido.

-Veo como se repite la historia... otro Ser Criston y ahora es mi nieto...-el rey volvió a toser.

Alicent no podía creer lo que veía, la rabia la embargaba. Después de todo lo que se había preocupado por la princesa Daenerys, prefería al bastardo de Rhaenyra que a su hijo legítimo Targaryen.

No lo iba a permitir. Localizo a su hijo Aemond estaba junto a Aegon tratando de que no cometiera una estupidez enfrente de todos, ya estaba bastante ebrio.

Alicent pidió que un guardia se acercará para que llevará al rey a descansar.

-No, Aemma, todavía no quiero dormir, tenemos que impedirlo...

-¡Por los Siete infiernos, mi nombre es Alicent! Estas desvariando Viserys, no hay nada que impedir, descansa. Yo arreglaré este desastre.

La reina dejo la mesa y camino hacia su hijo.

-Madre. -dijeron los dos rubios al mismo tiempo.

Pero mientras Aemond sonaba bastante irritado, Aegon sonreía ampliamente.

-Aemond, ve con Daenerys ahora mismo, yo me encargo de Aegon. -le ordenó Alicent tomando a su hijo del brazo con desagrado.

Aemond asintió sin protestar. Era el más obediente de los tres. Su favorito.


Aegon se abalanzó sobre Alicent y la reina pudo sentir el intenso olor a vino a añejo y carne podrida que emanaba.

-Mami, te extrañe. -le dijo directo a la cara.

Alicent tuvo que contener el aliento para no regurgitar lo que había cenado.

-¿Cuándo fue la última vez que tomaste un baño? ¡Hueles horrible!

Alicent miraba a Aemond y Daenerys, estaban discutiendo nuevamente, pero está vez intervenía el bastardo Strong. Estaba tan furiosa que no notó que Aegon se escapó de su lado y se subió a una mesa hasta que esté grito.

-¡Quiero hacer un brindis! Oigan todos, un brindis.

Alicent abrió los ojos desesperada. Su padre la veía a lo lejos, con mirada reprobatoria. Para su padre todos sus intentos habían sido en vano, ella nunca fue una buena madre, no supo criar al heredero al trono, pero ¿Quién sabría criar reyes con solo el décimo cuarto día del nombre cumplido? Ella había perdido a su madre demasiado joven y su padre siempre fue sumamente frío y ausente con ella. Siempre una hija obediente, pero sus hijos no eran igual que ella.

Aegon era su pesar más grande. Incluso podía decir que lo odiaba, lo repudiaba, la asqueaba y no soportaba estar en su presencia. Era su mayor desgracia y cada vez estaba más segura que sería su perdición.

-Aegon, baja de ahí ahora mismo. -siseó Alicent roja de la ira.

-Madre, pero si estoy felicitando a mi hermano y a su futura esposa. -Aegon apenas se podía mantener en pie sobre la mesa pero tenía una copa en la mano. -Propongo un brindis por mi querido hermano y prima. Mi madre siempre nos inculcó que fuéramos generosos entre nosotros por ser familia, así que brindo por mi prima la princesa Daenerys que fue lo suficientemente generosa para entregarme su virtud y por mi hermano el príncipe Aemond que es tan generoso como para compartir a su esposa con nuestro sobrino el fuerte príncipe Jacaerys. ¡Salud! ¡Somos la familia más generosa de la historia de la Casa Targaryen!

Los trovadores dejaron de tocar, la parejas dejaron de danzar, los invitados enmudecieron.

Alicent sentía que le faltaba el aire, no podía moverse siquiera.

Y el espectáculo no hizo más que iniciar.

Y el espectáculo no hizo más que iniciar

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Ya sé encendió esto...🤪👀

Stormfyre || Fanfiction HOTD || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora