17. Platino y Zafiro

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Daenerys veía el cielo nocturno de King’s Landing, hacía más de tres meses que no podía salir a volar en Stormfyre y ya lo extrañaba

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Daenerys veía el cielo nocturno de King’s Landing, hacía más de tres meses que no podía salir a volar en Stormfyre y ya lo extrañaba. Para solidarizarse Aemond tampoco había salido con Vhagar. Sabía que su esposo extrañaba sus paseos y Daenerys nunca le pidió que los dejara, pero el príncipe no quería salir sin ella

Desde que se había enterado que Aegon regresaría a la Fortaleza Roja comenzó a tener calambres y retortijones, su bebé se movía constantemente y los Maestres decían que aún no comenzaba el trabajo de parto, por lo que debía  atribuírselo a la terrible noticia y al desagrado que le había provocado.

La princesa solía cantarle canciones a su bebé de la Antigua Valyria, sobarse la barriga y hablarle en la lengua del dragón.

—No te preocupes, te prometo que todo estará bien, yo te protegeré. Cómo dijo tu padre poco antes de que estuvieras en nuestras vidas, quemaría los Siete Reinos por ti, estoy seguro que él lo haría por los dos nos ama mucho y nunca permitiría que alguien nos haga daño.

Sintió una mano en la cintura y luego su aliento en el cuello, Daenerys se sobresaltó.

—Soy yo. —murmuró Aemond en su oído, acariciando su vientre. Podía sentir su cuerpo detrás del suyo, Daenerys suspiró. —Me gusta cuando le hablas al bebé en Alto Valyrio, estoy seguro que aprenderá más rápido.

—Supongo que si, pero no lo hago por eso, me siento más cómoda hablándole en Alto Valyrio, mi madre también lo hacía cuando estaba en cinta de mí,  lo leí en sus diarios, siento una conexión con ella cuando lo hago.

—Si, estoy seguro que por eso aprendiste el idioma antes que yo, haremos todo lo posible porque nuestro bebé tenga un huevo que eclosione, nos aseguraremos de que el huevo este sano y que nuestro bebé sea un gran jinete. —continuo entusiasmado Aemond.

Daenerys detestaba cuando su esposo se obsesionaba con que su bebé fuera jinete y recibiera un buen huevo. La princesa sabía cuanto le había afectado que su huevo no hubiese eclosionado, como había luchado para ser jinete de Vhagar, pero su bebé no tenía porque sentirse igual ni pasar por lo mismo.

—Sera un bebé amado y eso es lo que importa, lo amaremos aún si su huevo no eclosiona. —miro Daenerys a su esposo y colocó una mano en su mejilla, él sonrió.

Daenerys le enternecía cuando Aemond sonreía, en aquel año lo había hecho más veces que en los cinco años anteriores.

—Por supuesto mi princesa, lo amaremos aun si el huevo no eclosiona, siempre puede reclamar un dragón como suyo, nadie ha sido jinete de Vemithor desde que nuestro abuelo el rey Jaehaerys I falleció. Nuestro hijo puede reclamarlo cómo suyo llegado el momento.

Daenerys suspiró, no quería lidiar con eso ahora, Aemond podía continuar hasta el final, era un tema de nunca acabar. Se quedaron un momento más contemplando la ciudad de noche.

—He pensado en el nombre de nuestro bebé. Podría llamarse Rhaegar cómo una variante masculina de Rhaenys, la esposa y hermana de Aegon el Conquistador. —propuso Aemond.

Daenerys paladeo el nombre. No lo había escuchado ni visto en ningún otro Targaryen en Westeros, pero seguro en la Antigua Valyria, algún ancestro suyo ya lo había portado.

—Rhaegar, suena muy bonito e imponente, pero estaba pensando que si es varón podríamos ponerle un nombre más propio de Westeros cómo Eddard, Robert, Jason o Criston…

La princesa sintió la brusquedad cuando Aemond la apartó.

—Ni si quiera te atrevas a mencionarlo Daenerys, nuestro hijo no llevará el nombre de un cobarde  sin honor. —Siseó Aemond.

El zafiro brillaba a la luz de la luna.

—Ese cobarde sin honor es mi padre. —afirmó la princesa.

—Tu padre es Daemon Targaryen, el príncipe canalla, jinete de Caraxes. ¡Por los Siete Infiernos deja de mencionar a ese traidor! Le pondremos el nombre de tu padre al niño, se llamará Daemon si es lo que quieres. El nombre que te plazca excepto de ese… —el rubio estaba exasperado, pero a Daenerys no le importaba.

—Bien, entonces lo nombraré Jacaerys. —soltó la princesa.

El príncipe se dio la media vuelta y puso las manos en puños, suspiró sonoramente y luego volvió a mirarla.

—Quieres hacerme enfadar, pero te prometí que sería más paciente. Si quieres llamar a nuestro hijo como mi sobrino, bien. Llamémoslo así, pero te suplico que no atrevas a nombrarlo Criston, por lo que más quieras. —instó con vehemencia.

Daenerys se sintió mal, tenía razón estaba tratando de hacerlo enfadar, pero no sabía porque. En el último año, Aemond no le había levantado la voz ni se había mostrado enfadado con ella, al contrario era sumamente comprensivo y  la apoyaba en todo.

—Puede que sea niña. —cambio de tema Daenerys.

—Que así sea y la nombraremos como tú madre. —dijo Aemond caminando dentro de la estancia. —Deberías venir a la cama, debes mantenerte descansada para el alumbramiento.

—Iré en un momento, quiero cantarle una vez más.

Aemond regresó para besarla y cuando la princesa se dio cuenta ya estaban recostados y su esposo estaba detrás de ella besándole el cuello y acariciándola.

Al final tenía que admitir que su marido era bastante diestro con las manos.

—Así te relajas y duermes. —le aseguró Aemond.

Tuvo razón, luego de llegar al cielo aquella noche pudo dormir plácidamente, soñó con sus hijos. Rubios platinados y los ojos azules como un zafiro.

Lamento la tardanza! Los leó, gracias!

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⏰ Última actualización: Jan 06, 2023 ⏰

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