En el momento del baile Daenerys dejo que Aemond la tomara de la mano y la llevará al centro del salón.
Comenzaron a dar vueltas, pasaron menos de cinco minutos y el centro del salón ya estaba repleto de parejas.
Aegon y Helaena se hallaban a escasos centímetros de ellos. Aegon fue el primero en acercarse.
—Déjame bailar con la novia, hermano. —pidió.
Daenerys quería protestar, pero Aemond ni siquiera aparecía estar ahí, no la había mirando ningún solo segundo.
La joven princesa aguanto la respiración. Aegon sudaba a borbotones y siempre desprendía un olor acre. Su cabello grasiento no olía mucho mejor y su aliento era una mezcla de vino añejo con carne.
Aegon rara vez se acicalaba. Ni siquiera para los eventos importantes.
—Prima, felicidades, por fin te casas. —sonrió dejando salir un tufillo a vino que mareo a Daenerys. Se tensó cuando Aegon se acercó demasiado a ella. Le susurro en el oído. —No te preocupes, hace mucho que lleve a Aemond a la Calle de la Seda para que le enseñaran como complacer a una mujer. No me agradezcas.
La princesa perdió la compostura. No podía soportar más estar cerca de él.
—No te lo agradezco.
El príncipe soltó una carcajada.
—Deberías. Y no solo por eso, sino por todo.
—¿Todo? —cuestiono incrédula Daenerys.
—Si querida prima. Podrás hacerte la víctima, pero recuerdo perfectamente esa noche. Lo disfrutaste tanto como yo. Te hice mujer.
Daenerys se quedo de piedra con las palabras de Aegon. En los cinco años que llevaban intercambiando saludos corteses en público e insultos en privado, Aegon jamás había mencionado aquella noche.
La princesa creía que se sentía tan avergonzado por lo que le había hecho que la había enterrado tanto como ella trataba de hacerlo, le asqueaba pensar que a él le hubiera parecido algo que rememorar.
La había lastimado mucho y ahora por su culpa nunca podría recibir afecto de Aemond sin recordar el cuchillo en sus costillas y su aliento fétido en la cara.
—Prima mía, tranquila. No tienes porqué llorar el día de tu boda. —la tomo de las mejillas con ambas manos y le limpio las lágrimas con los dedos. La gente a su alrededor estaba comenzando a verlos. Sabía que Alicent estaría furiosa por la escena, pero no podía soportarlo más.—Además los dioses se apiadaron de ti, la mitad de las chicas a las que he desvirgado no reciben más que una pequeña bolsa con unos cuantos dragones de oro y té de luna por parte de mi madre. A ti se te concedió casarte con un príncipe a pesar de tu bastardía.
Daenerys quería escupirle, empujarlo y apuñalarlo.
No lo hizo, solo lo soporto. El estómago le dolía de tanta ira acumulada, quería gritar.
—Bueno, es momento de que acabemos está pieza, tu padre me ve como si quisiera cortarme el miembro. Seguro que quiere.—sonrió Aegon para entregarla a otra pareja.
Miro en dirección al príncipe Daemon, los observaba con el ceño fruncido y los brazos cruzados, pero no parecía dispuesto a hacer algo al respecto. Lucía confundido.
Luego miró a Ser Criston, no tenía el yelmo de la Guardia Real puesto, estaba rojo de la ira con la mano posada en el mango de su espada, Alicent se hallaba a su lado, conteniéndolo.
—Luce distraída, princesa, ¿Qué la abruma?
Daenerys finalmente puso atención al lord que tenía enfrente, era el príncipe Jacaerys.
—Jace. —sonrío la rubia.
—¿Qué te dijo el imbécil de Aegon que te afecto tanto?
—Nada, ya lo conoces, no vale la pena hablar de él.
La princesa tomo al pelinegro de los hombros. Él poso ambas manos en la cintura de la joven, la pieza que tocaban los trovadores era más lenta que la anterior y solo tenían que moverse de un lado a otro.
Daenerys se sentía cómoda con Jacaerys. Podía percibir que todavía conservaba una alegría juvenil en la mirada, brillo que Aemond hacía mucho había perdido.
—Todo lo que te haga sentir triste, vale la pena hablarlo, mi princesa.
El príncipe le apartó un mechón de cabello que le caía sobre el rostro. La joven sonrió.
—Te extrañe mucho, Jace. No sabes cuánto me hiciste falta. —a la joven se le quebró la voz.
Las lágrimas le brotaron una detrás de otra, le escocían los ojos y tenía la cara roja como tomate.
—¿Qué ocurre, Dany?
—Lo lamento, pero ya no lo soporto, necesito salir de aquí.
Daenerys corrió fuera del salón, apartando a todos de su camino. No le importaba ser grosera, necesitaba irse antes de hacer una escena más grande.
—Espera, por favor, Daenerys. Dime qué te hizo ese imbécil. —la detuvo el príncipe tomándola del brazo.
Estaban en las cocinas, los sirvientes los veían con curiosidad y a diferencia de cuando estuvo con Aemond, ninguno la disimulaba ni apartaba la vista.
—Nada, Jace. Solo quiero estar sola.
—No, sé que no eres feliz con él.
—Me voy a casar con él en un par de horas, es irrelevante si soy feliz o no.
—Para mi tu felicidad nunca sería irrelevante. Viviría para hacerte feliz, moriría por tu bienestar.
—No digas eso, es horrible. —le regaño la rubia apartándolo con brusquedad.
Estaban demasiado cerca y los rumores corrían rápido en el hervidero de la Fortaleza Roja.
—Horrible es verte en este estado. Dijiste que te habías caído, pero sé reconocer cuando una herida fue infringida… —el chico estaba gruñendo por lo bajo.
Daenerys nunca había visto a Jace tan furioso.
—Casémonos. —murmuró Jace. La chica parpadeó repetidas veces sin poder creer lo que había escuchado. —Casémonos ahora mismo. Montare a Vermax y tú a Stormfyre, ambos son veloces, para cuando lleguemos a Dragonstone y el septón nos case, Aemond no será lo suficientemente veloz en Vhagar y consumado el matrimonio ni el mismísimo rey podrá separarnos.
La joven se quedó callada. Algo en toda aquella declaración le parecía sumamente familiar.
La princesa Alysanne y Ser Criston Cole planeando huir hacía las Ciudades Libres para no ser una princesa ni un caballero, poder casarse y estar juntos.
Sabía que esa historia no había terminado bien. Su madre yacía muerta, su padre ni siquiera podía demostrarle afecto ni defenderla de las atrocidades que los príncipes que juro proteger cometían contra ella.
Deanerys sabía que su situación y la de su madre eran distintas. La princesa Alysanne estaba casada con el príncipe Daemon.
Ella aún era libre, en unas horas ya no lo sería, si aceptaba la propuesta de Jacaerys debían actuar con rapidez.
Conocía a Aemond, sería capaz de todo, incluso de matar para obtenerla a ella. Se lo había dicho, ella le pertenecía.
De solo pensar en lo furioso que se pondría Aemond, le dieron náuseas, ¿Cómo es que no había visto lo agresivo y posesivo que se había vuelto? ¿Lo vengativo y desalmado? Ya no quedaba nada de su mejor amigo, aquel al que ella consolaba por las bromas infantiles de su hermano y sobrinos, porque le dolía verdaderamente no ser digno de un dragón.
—Acepto. —susurró Daenerys.
El príncipe Jacaerys estaba preparado para el rechazo, cuando escucho el “si”, quiso besarla, recordó que estaban en las cocinas de la Fortaleza Roja , rodeados de sirvientes. No podían mostrarse afecto alguno.
Su amada princesa pronto sería su esposa, su reina y nadie podría separarlos, ni siquiera la furia del tuerto a lomos de Vhagar.¿Qué piensan que ocurrirá? Los leó!
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Stormfyre || Fanfiction HOTD || Aemond Targaryen
FanfictionLa primogénita del Príncipe Daemon Targaryen con su hermana y primera esposa la fallecida princesa Alysanne Targaryen fue prometida en su undécimo día del nombre con su primo el príncipe Aemond Targaryen, tan solo tres años mayor que ella. Dicho co...