CAPITULO 9

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DAKOTA

Si me pinchan ahora creo que ni sangro.

Estoy flipando.

Nadie en mi puta vida adulta se habría atrevido a hablarme o agarrarme así. Sin embargo, no estoy molesta como debería estar. Ni furiosa o fuera de si como la puta histérica que soy. Simplemente estoy alucinada y... excitada.

  El chico me ha tratado como una igual y yo estoy caliente como la pesa de una olla exprés. Si pudiera me daba de ostias mentalmente. Debería haberle roto todos y cada uno de sus huesos por haberme mirado tan siquiera a la cara y en cambio estoy aquí, plantada, mirando mis enormes puertas, sintiéndome excitada y abandonada. Juro que si me toco el clítoris ahora mismo tendría un orgasmo.

  Un pitido me saca momentáneamente de mi ensoñamiento y me giro para ver el dichoso teléfono. Miro el identificador de llamada y veo Zona A. ahora si que me he puesto furiosa. Aprieto el botoncito de descolgar y me llevo el aparato al oído.

-        ¡¡Dile al puto viejo que ya subo joder¡¡ grito sin saber quien ahí al otro lado, después cuelgo.

  Cojo mi móvil y salgo como el diablo de Tasmania de mi despacho. Ahora tengo otra divertidísima batalla que librar. Me va a encantar decirle al viejo como van a ser las cosas a partir de ahora. Paso al lado del área de descanso y me detengo de inmediato al escuchar el nombre de Caleb.

  Vuelvo sobre mis pasos y me quedo escuchando tras la puerta entreabierta.

"es guapísimo, y le ha hablado a La Señora como a todos nos gustaría" entrecierro los ojos, no se cual de las dos partes de la frase me ha molestado mas, si lo de guapo o lo de cómo me ha hablado. "¿en serio?" "te lo juro. Le voy a pedir el teléfono. Tiene que tener un polvazo y sé que no le soy indiferente por cómo me miraba".

 Me separo de la puerta como si me quemara y me quedo mirando al vacio. Siento como unos celos irracionales se están apoderando de mi. Apoyo la palma de la mano en la puerta y la abro lentamente. Las dos Rebeccas o cómo demonios se llamen, por que para mi son todas iguales, se dan la vuelta y me ven. Ambas bajan rápidamente la cabeza y depositan sus tazas en el fregadero.

  Doy unos pasos en su dirección y cierro la puerta tras de mí. Después miro a la Rebecca rubia y le digo que se las pire. Ella no se lo piensa dos veces la muy cobarde y corre fuera del área de descanso como Usain Bolt.

  Me quedo mirando a la paticorta pelirroja, alias Rebecca 2, y ella comienza a ponerse muy nerviosa. No sé porque puedo sentir su estado de ánimo pero sus nervios comienzan a ser los míos. Me acerco sigilosa a ella como una serpiente a su presa. Ella levanta un poco la mirada y por su expresión de horror se que ha adivinado perfectamente que va a pasarle y que debo de estar oscura como la noche.

  Intenta correr hacia la puerta pero yo la alcanzo por detrás y la cojo del pelo. Me la acerco a la cara y le gruño entre dientes.

"Caleb es mío"

  Ella intenta zafarse y empieza a dar gritos como una histérica. Le agarro fuertemente la cabeza y me concentro para que mi juguetito haga acto de presencia. Veo como poco a poco va saliendo por el interior de mi muñeca y sonrió. No me duele cuando sale y me desgarra completamente esa parte. Ella ve lo mismo que yo y grita más fuerte.

  La puerta se abre y Vincent aparece en el umbral. Su mirada va de mí a ella y viceversa. Sé que está sopesando sus opciones y sabe que en esta lucha no debe meterse. Le tuerzo la cara a la puta que tengo entre mis brazos y acerco el juguete a su asquerosa cara. Lo poso encima y veo que con el simple roce ya le sale sangre. Esto debe de estar afilado de la ostia. Sin pensarlo dos veces se lo hundo en la cara desde el ojo al labio haciéndole una media luna perfecta.

RYDERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora