CAPITULO 24

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DAKOTA

    Doy vueltas y vueltas por la habitación, estoy nerviosa. Estoy muy nerviosa. Algo va realmente mal, lo se, y no me refiero solo al asunto de la trampa de Steven, eso me da igual, bueno no, pero lo solucionaré. Me refiero con Caleb, algo esta pasando con el y tengo que averiguarlo.

Cojo mi móvil y mi bolso y salgo de la suite. ¿Dónde demonios estará? Hace ya dos horas que se fue a correr. No se por que le gusta. Yo no aguanto ni medio minuto corriendo. Uff me estreso solo de pensarlo.

"Dakota" grita mi hermana tras de mi cuando ya casi he alcanzado el ascensor. Que fastidio. Finjo que no la he escuchado y le doy al botón de llamada.

"¿Qué estas sorda?" dice cuando llega a mi altura.

-        No que va... te estaba ignorando.- le digo con una sonrisa.

-        Que graciosa.- comenta mientras comienza a inspeccionar la zona buscando no se que...- ¿y Caleb?

Entrecierro los ojos cuando me pregunta por mi chico. Es un acto reflejo. Nunca he sido celosa, pero, parece que con el, siento celos hasta de mi misma.

-        Ha ido a correr.

-        Últimamente pasas mucho tiempo con el, se que dijiste que para ti no era mas que sexo, pero... no se, hay algo en el... que me hace desconfiar.

Espera

Espera

Espera

¿A ella también le pasa?

Pensaba que solo era producto de mi desconfianza hacia la gente.

-        ¿Vamos a hablar de esto en medio de un pasillo de hotel? Le digo tirando de ella hasta llevarla a su suite

Nakay abre la puerta y entramos.

Su cuarto esta revuelto y huele a... ¿sexo?

Borro eso de mi cabeza antes que me ponga histérica y me siento en el sofá.

-        Se que dije que era solo sexo.- mi hermana me mira y se sienta en el otro sillón enfrente del mío. Parece que he llamado su atención.- y al principio era así. Caleb me confunde.

-        ¿a que te refieres con que te confunde? ¿Qué sientes?

-        No lo se... todo esto es muy nuevo para mi... no se que siento... estoy muy confusa Nakay.

Nakay sonríe de oreja a oreja. Joder. Ahora parece el gato de Alicia en el país de las maravillas.

-        ¿te has enamorado?

-        Nooooo¡¡ no se... ¿tu te has enamorado alguna vez?

Nakay tose, es un acto reflejo que tiene cuando la pregunta la pilla con la guardia baja.

-        Que preguntas tienes.

-        No se... tu eres la romántica

-        Porque no comienzas a contarme que sientes cuando estáis juntos.

-        La primera palabra que se me viene a la cabeza es paz. Cuando estamos juntos puedo relajarme, me siento segura, no hace falta que este a la defensiva.- hago una ligera pausa.- cuando me besa siento como una corriente eléctrica atraviesa mi cuerpo y quiero mas y mas.

-        Joder. Si que estas enamorada.

-        Esa es una palabra muy grande. Los monstruos como yo no podemos amar ¿recuerdas?

-        Tú no eres ningún monstruo Dakota. Deja de decir eso.- me grita mi hermana.

Se que a Nakay no le gusta que me defina así, pero es lo que soy, aunque ella no quiera reconocerlo. Soy un puto experimento de la naturaleza.

Siempre he sido diferente a los demás.

Yo lo notaba.

Todos los notaban.

A veces era genial.

Otras eran horribles.

-        No quiero condenar a Caleb a llevar esta carga. Si alguna vez perdiera el control y le hiciera daño, jamás me lo perdonaría.

Nakay se levanta y se sienta al lado mío.

-        Eso no sucederá Dakota

-        Si, Si sucederá.- digo levantándome y gritando- le haré daño, de una forma u otra, encontrare la manera de alejarlo de mí. Es lo que hago siempre Nakay, tú lo sabes y... no puedo perderlo, Eso acabara conmigo.

El simple pensamiento de hacerle daño o perderlo me parte mi oscura alma. No lo resistiría. No se si es amor. No se nada de ese sentimiento, pero, se que sin el en mi vida, la oscuridad me consumirá, esta vez, de manera definitiva.

Caleb

  He intentado abrir el maldito portátil de Dakota un millón de veces. Por suerte he podido enviarle a Wardolf una foto que le he sacado a uno de sus múltiples pasaportes falsos.

  La puerta de suite se abre y suelto rápidamente el portátil encima de la cama. Ella esta enfrente de mí en un segundo. Me mira de una manera diferente. No se como tomármelo. De todas formas me da igual. No veo el día de gritarle a la cara cuanto la odio, a ella y su maldito mundo.

-        ¿Qué buscabas en mi ordenador? Me dice pausadamente.

-        Quería ver algo en Internet.

-        Ya... ¿Quién te llamo ayer?

-        Esto que es ¿un puto interrogatorio?- grito mientras salgo de la habitación dejándola con la palabra en la boca.

Miro de reojo hacia atrás. No me sigue

Se ha quedado en el sitio. Petrificada.

Me sirvo una copa de licor y miro su cuerpo de espaldas.

La odio y la amo a partes iguales.

Dejo la copa en la encimera y voy hacia ella. La vuelvo bruscamente y pego mis labios a los suyos introduciendo mi lengua sin vacilación en su boca. Dios sabe tan bien, que siento como poco a poco toda la rabia que estaba conteniendo se va esfumando.

La aprieto contra mi todo lo que puedo. A veces pienso que nunca estamos los suficientemente cerca. Ella suelta un gemidito contra mi boca que es música para mis oídos.

La necesito. La necesito entera

Quiero perderme en ella y olvidar por unas horas todo lo que nos separa.

Acariciarla

Besarla

Hacerla mía

Eso es lo que necesito. Doblo un poco las rodillas y la levanto conmigo. La llevo hasta la cama y la dejo caer suavemente. Rompo el beso el tiempo justo para mirar lo hermosa que es. Tiene los labios hinchados y las mejillas sonrosadas. Es preciosa.

RYDERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora