Capítulo 3

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Capítulo 3

La princesa María bloqueó cualquier idea y pensamiento de una recompensa por parte del príncipe Esteban.

Igual que se soltó del contacto de sus manos.

¿Haría bien aceptando ese matrimonio por interés?? Se preguntaba ella, a bordo de un avión militar extranjero y con un prácticamente extraño para ella...

M: ¿por qué habrías de renunciar?? Quien no quiere casarse soy yo...

Ni ella entendía la presión que caía sobre él, por eso Esteban debía convencerla como fuera...

Aunque fuera con la idea más descabellada... Algo, tenía que ocurrírsele algo...

E: María, ¿y si mantienes la relación con tu novio aunque estemos casados??

M: es lo que tú también harás... ¿...?

E: ¿por qué no...? Todos estaríamos contentos... Nuestros padres, nuestras parejas y hasta nosotros...

Más que absurdo, aquello era una completa locura.


******************


Al llegar en la madrugada, fueron pocos los testigos del arribo de los jóvenes príncipes al hotel de la capital.

Se hospedaron en diferentes suites presidenciales y acordaron verse al día siguiente para desayunar.

Uno de los hermanos menores de Esteban le habló y al ser mejores amigos, sería el único en saber del acuerdo con María.

E: déjame explicarte Daniel...

Da: eso no puede ser, Esteban. Estás loco. ¿Y si ese tipo la embaraza?? Todo el mundo creerá que es tuyo...

E: ella no va a embarazarse...

Da: ¿quién te asegura eso??

E: María no es esa clase de mujeres...

Da: tu heredero sería hijo de otro, no llevaría tu sangre y a menos que no cuentes la verdad, se armaría un escándalo... No, es mejor no pensarlo.

E: Daniel...

Da: olvídalo. La princesa María no puede mantener relaciones amorosas durante el año en que esté casada contigo. Y lo mejor es que tú tampoco lo hagas, para ser justos.

Y claro que Esteban se jactaba de ser un hombre recto, justo y que apoyaba los derechos de las mujeres...

Pero su hermano no comprendía la situación en la que estaba metido...


********************


La noche entera pensando en el ultimátum de su hermano menor, por eso la cara un poco cansada de Esteban al encontrarse con María para el desayuno. Aún así se veía guapo.

E: buenos días... (Curvó sus labios en una media sonrisa)

M: Buenos días... ¿te sientes mal...?

E: preocupaciones que nosotros tenemos en exceso...

Aún así, él se levantó para abrirle la silla.

M: gracias...

E: un placer...

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