Capítulo 33

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Capítulo 33

Ajenos a todos los comentarios de la gente y ensimismados en su propio mundo, en el asiento trasero del auto, el príncipe Esteban tomó la mano de la princesa María y se la besó, ella miraba al bebé a su lado.

E: ¿te sientes bien...?

M: sí...

E: ¿el bebé está bien...?

M: sí... Va muy tranquilo...

Esteban dudaba si habían hecho bien en que la enfermera y la niñera fueran en otro coche. ¿Qué harían si el pequeño se ponía mal...? O inquieto... ¿...?

Unas cuantas millas más adelante, el bebé empezó a moverse. A María le bastó colocar su mano en el pecho de su hijo para que se calmara.

E: ¿cómo lo hiciste??

M: no lo sé...

E: sabía que serías una excelente madre... (Besándole la sien)

M: luces cansado... (Acariciándole la barbilla)

E: creo que los 2 estaremos así en los próximos meses... Pero no me imagino mejor cansancio que ese... (Se acercó a su oído y le habló) Aunque hay uno mucho más placentero...

M: Esteban...

E: y que también me encanta compartir solo contigo...

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Los canales de televisión trasmitían en vivo el momento de la presentación del futuro rey.

Las revistas del corazón y los periódicos apuraban sus impresiones porque ese mismo día tenían que salir publicadas las imágenes del nuevo príncipe y sus felices padres.

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Protagonistas del revuelo, Esteban y María se preparaban para enfrentar el reto más grande de sus vidas, la crianza de un hijo...

Porque ambos no solo estaban comprometidos con su país y con su amor, sino ahora también con su bebé...

M: ya somos 3...

E: me gustaría que seamos 1 solo... Al menos hasta que Sebastián se case...

Una voz les habló por el parlante, era el jefe de seguridad que iba junto al chofer.

JS: hay mucha gente en las afueras del palacio, ¿desean que nos desviemos...?

E: pasemos saludando... (Recibiendo la aprobación de María, pues le sonrió)

Y esas serían las últimas imágenes que tendrían de sus príncipes herederos en los próximos días, en los que se dedicarían por completo a la paternidad...

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En el palacio tendrían ayuda de sobra. A más de las doncellas que se ocuparían de la princesa María, tenía a su cuñada y a su hermana cerca para todo lo que se le ofreciera.

La princesa no supo en qué momento se quedó dormida, pero cuando se despertó, se encontró sola...

Por inercia llamó a Esteban... Y él apareció con el bebé en brazos.

M: ¿lloraba??

E: no, lo cambié de pañal y me senté con él... Mis hermanos van a cubrir mis actos, así que tengo unos días libres...

M: ¿cómo vas con el pañal...?

E: no es tan difícil como pensé...

Él se sentó en la cama y le entregó el bebé a María.

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