Capítulo 4

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Capítulo 4

Los invitados que no conocían de protocolo empezaron a pedir beso...

Y aunque besarse en público no era correcto para los ojos de la mayoría ahí presente, Esteban se inclinó y rozó con su boca la comisura de los labios de María...

Dejándola algo perturbada por el acercamiento.

Sí, era la ocasión en la que más cerca habían estado de darse un beso en los labios.

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María se le escabulló a Esteban de un momento a otro.

Temía que estuviera por ahí llorando, lo que menos quería era que ella sufriera.

Alguien le dijo que la vieron rumbo a la cocina, pero a pesar de no creerlo, fue para allá.

E: ¿María...?

Mientras meseros entraban y salían, la princesa María estaba sentada frente a una mesa improvisada, comiendo pastel de chocolate.

M: Esteban...

E: creí que te habías ido sin decirme...

Un mayordomo trajo inmediatamente una silla para el príncipe.

M: tenía muchas ganas de pastel... No del mousse que sirvieron de postre... ¿Te apetece...?

Él rió... Porque creía que era la típica mujer aferrada a una dieta con el fin de no engordar, pero resultaba ser diferente...

E: debe estar delicioso, porque te lo comes con tanto gusto...

M: me encanta...

E: se nota... (Extendiendo un dedo para quitarle un resto de chocolate del labio inferior)

Aquel gesto que podía resultar inocente se convertiría en la chispa que iba a encender la llama entre el príncipe y la princesa...

Ambos sintieron ese tipo de atracción que ya venía brotándoles. Incluso podría hablarse de tensión sexual...

M: ¿qué...?

E: te limpio... (Mostrándole el dedo)

M: gracias...

La timidez otra vez se hizo presente, pero por segundos.

Esteban volvió a sacarle conversación sobre el pastel de chocolate y se quedaron en la cocina un rato más.

E: entonces... ¿vas a enseñarme a bailar...?

María se lo pensó antes de asentir con la cabeza... Fue cuando Esteban sonrió y se puso en pie para ofrecerle ambas manos.


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Volvieron muy tarde de la fiesta, María y Esteban fueron de los últimos en irse.

La tensión por el anuncio se disipó bastante gracias a las clases de baile. Rieron tanto en lo que duró la velada...

Se quedaron platicando en el jardín del palacio, precisamente del tema.

E: creo que aprendí algo...

M: no eres tan malo como creí...

E: María... Estás ofendiendo a un príncipe...

M: lo siento...

E: no es cierto, solo bromeo...

Los 2 rieron...

M: por un momento pensé que hablabas en serio...

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