Capítulo 20

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Capítulo 20

Como toda una princesa, María supo disimular su enojo.

M: es usted una mujer muy generosa...

E: mira quien llegó...

El cantante que cerraría el show.

Esteban tomó la mano de su esposa y fueron a saludar a dicha estrella.

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M: dime que no le pediste que participara en el concierto... (Cuando por fin se encontró a solas con su marido, en el cuarto)

Esteban volteó a mirarla, el tono de su voz fue diferente. ¿Eran celos??

E: no.

M: ella insinuó que...

E: no importa lo que ella insinúe, diga o haga.

Los celos no le molestaron para nada, pero sí le sorprendieron.

>>>

Llegaron al estadio y la marea de gente ya ingresaba a las localidades.

Esteban, María, sus hermanos y algunos primos, entraron por la parte del staff. Y tras bastidores saludaron y se fotografiaron con los cantantes participantes.

Como anfitrión, el príncipe diría unas palabras al inicio y le pidió a su esposa que lo acompañara.

Cuando bajaron del escenario, la música sonaba a todo pulmón.

El encargado de la fundación entretuvo a Esteban y fue cuando María se vio abordada por Lisa.

L: me gustaría hablar con usted... Su Alteza...

M: no tengo nada que hablar con usted, señorita Mata.

L: no logro escucharla bien, vamos a mi camerino...

M: le dije que no necesito hablar nada con usted.

L: le conviene. Es sobre Esteban.

¿Qué querría decirle esa mujer de Esteban?? Solo por eso, María la siguió.

La cantante hizo que todo su personal saliera y las dejara solas.

M: ¿qué va a decirme de mi marido...?

L: Esteban está dolido conmigo... Porque rechacé su propuesta... Por eso intenta herirme con su indiferencia... Ya antes lo había hecho... Pero, ¿sabe qué??

María que permanecía callada, dijo un tranquilo: ¿Qué?

L: siempre vuelve y me busca... Y es lo que estoy esperando, que me busque...

M: espere sentada entonces, para que no se canse, porque mi marido NO va buscarla. Jamás en la vida.

L: Esteban es un hombre muy orgulloso, lo conozco de sobra... (Deteniendo con sus palabras a la princesa, que estaba a un movimiento de abrir la puerta) Pero ninguna mujer le da ni le dará lo que yo le ofrezco...

M: ¿y qué se supone que le ofrece usted...? ¿Un par de horas de...Diversión...? Eso los hombres pueden encontrarlo perfectamente en la calle, en cualquier esquina...

Sutilmente, con disimulo y educación la había llamado...

L: ¿está insinuando que soy una cualquiera??

Habían palabras peores, pero María jamás las pronunciaría.

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En los pasillos, técnicos, asistentes y prensa corrían de aquí para allá.

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