Capítulo 14

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Capítulo 14

A María por poco se le cae la sábana que la cubría, no es que él no la hubiera visto desnuda ya, pero quedaba cierto tipo de pudor entre ellos...

E: respóndeme María... ¿te está pasando lo mismo que a mí...?

M: yo no sé lo qué te está pasando a ti...

E: no sé qué me hiciste... Ni qué haces... Pero empiezo a enamorarme de ti...

M: ¿qué sientes...?

E: que no solo te deseo como un loco y que me gustas como mujer... Sino que me importas mucho... Que podría dar mi vida por ti... Que quiero hacerte feliz... Que no quiero separarme jamás de ti... Que quiero tener hijos contigo... Que no tengo ojos para ninguna otra mujer...

Una confesión más impactante que la otra...

M: Esteban...

E: tú que sabes del amor, María... Dime, ¿todo lo que te dije no se resume a eso...?

M: no puedo creer que sientas todo eso por mí...

E: yo sé que es el principio de un amor muy grande... Lo que haría falta es que tú me correspondas... Pero si yo no logro conquistarte...

M: Esteban... Creo que me está pasando igual...

E: ¿hablas en serio??

M: sí... Como dices, no puede ser otra cosa que amor...

E: desde que te vi, algo me dijo que iba a funcionar... (Acercándose para besarla)

M: yo me lo pregunté cuando te vi herido... Fue la peor experiencia de mi vida...

E: ya no habrán más así... De eso me encargo yo...

Esteban le acarició el rostro... Y su cuerpo fue poniéndose sobre el de ella.

Le introdujo la lengua lenta y deliciosamente... Y María lo recibió con gusto... Sus manos se entrelazaron en la espalda masculina.

Con los ojos cerrados, lo sintió bajar con sus labios abiertos por su cuello... Su garganta... Por el medio de sus pechos...

Mientras, su mano frotaba uno de sus senos... Tirando del pezón entre sus dedos...

Besó el pecho acariciado durante varios segundos... Fue tierno pero no dejaba lo apasionado... Estaba en su personalidad...

María gimió hasta que fue callada por la boca de su marido...

E: mírame... Mírame María... (Besándole ahora los párpados)

M: Esteban...

E: jamás pensé que yo podría sentir amor... No el que siento hacia mis padres y mis hermanos, sino lo que tú me inspiras... Te amo...

Sus pequeñas manos le enmarcaron la mandíbula cubierta con barba.

M: yo también te amo...

E: María... No miento cuando digo que eres la mujer de mi vida...

Él alcanzó un preservativo de la mesita y se lo puso bajo la mirada de ella... No perdieron el contacto visual en lo que Esteban empezó a llenarla... Una embestida lenta, que la hizo sentir cada centímetro de su erección entrando...

Integramente dentro, se sintió ya satisfecho... Poseía su cuerpo, y sino lo había hecho ya, estaba poseyendo su corazón...

Esteban soltó un jadeo cuando ella lo ciñó... Su interior lo tomó apretadamente... Y se mantuvo inmóvil, con la necesidad de tomarse todo el tiempo del mundo...

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