Capítulo 27

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Capítulo 27

Esteban partió con los rescatistas y María se quedó en lo que habían improvisado como un refugio.

Por un momento se sintió sola y sin saber qué hacer. Era una princesa, sí, sabía hablar en público, manejar una audiencia, incluso contener sus emociones...

Pero no tenía experiencia para situaciones así, al ser la menor siempre la protegieron de todo, tanto sus padres como sus hermanos...

Ahora era la consorte del príncipe heredero, y al quedarse sola, debía poner la cara por ambos... Aún por la familia real.

Lo que menos quería era avergonzarlo... Ni a Esteban, ni a sus padres, ni a los de ella...

Y por otro lado la gente esperaba mucho de ella, no hablaba de la prensa, sino de los damnificados que empezaron a llegar.

Pensó en su mamá, en su abuela, en los recuerdos que tenía de ellas en situaciones difíciles, en los que fueron apoyo para sus maridos, pero sobre todo consuelo para el pueblo.

Respiró profundo y se puso en el lugar de la gente, ¿cómo le gustaría ser tratada? ¿qué palabras quisiera escuchar para tener algo de paz?

Y así lo haría...

Pasaron las horas y la princesa María fue recibiendo mujeres, hombres, niños, ancianos y hasta animales... Médicos y enfermeras llegaban, además de otras personas con ganas de ayudar.

Escuchó ideas, pero mantuvo liderazgo y los organizó como a ella le pareció mejor.

Y esa fue la ocasión perfecta para que conocieran a la princesa María como ser humano.

A absolutamente cada persona los recibió ella misma. Un apretón de manos y un abrazo a quienes veía más afectados y ese contacto con la gente la hacía mejor persona, sin dudas.

Todos tuvieron la oportunidad de hablar con la princesa heredera, de estar cerca de ella, de escuchar sus palabras de ánimo...

Y les gustó cómo era, más allá de su belleza física, porque en persona era más hermosa aún, con una estatura promedio, pero más blanca, y con sus ojos de un color dorado que expresaban ternura, al igual que su voz.

>>>

Las horas siguieron transcurriendo, hasta que se hizo de noche. Y fue cuando Esteban volvió.

Naturalmente se interesó por los damnificados, los saludó a su paso, les preguntó como se sentían y les aseguró que todo iba a mejorar...

Pero era humano, y su instinto o más bien dicho, el amor que sentía, lo hacía pensar en su mujer... Por lo que la buscó entre centenar de personas.

Encontrándola consolando a unos niños. 1 varoncito y una mujercita.

E: María...

M: Esteban, no encontramos a su madre... Están desesperados...

E: tenemos que mantener la calma, ¿de acuerdo...? Muy pronto su mamá estará con ustedes...

Ambos niños se abrazaban a la princesa, pero el príncipe extendió sus brazos para ver cuál iba él y lo hizo la pequeña.

M: se llama Gina... Y él Luigi...

E: mucho gusto... Yo soy Esteban...

Gi: ella es una princesa...

E: así es...

M: y él un príncipe...

Gi: ¿de verdad??

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