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—Ok... Pongámonos manos a la obra. Quiero que diseñes algo especial para tu jefe. En algunos meses es la semana de la moda, en París. Necesito tres trajes exclusivos eh inigualable.
Se acerca a Taehyung, entre pequeños empujones lo lleva contra la pared, pega la nariz en su cuello, al tiempo le habla entre susurro—También quiero otra cosa, espero que tu hermanito no sea un impedimento.
Taehyung
Tragué saliva al escuchar como dijo aquello. Jungkook está cagado, inventar semejante excusa para coger, cuando se encierra todos los días con el que desee.
Hacerme madrugar un domingo que es sagrado, para salirme con esta mamada. Que diseñe algo para él, cuando puedo hacerlo cualquier día de semana, en cualquier momento, pero hoy, domingo, cuando no me levanto de la cama.
Jeon desliza la mano en medio del pecho de Tae —No pongas esa carita, voy a pagarte una buena suma por esos diseño. Tómalo como un trabajo extra.
—No he dicho nada —Levanta la ceja —Dame una idea¿Qué quiere?.
—Dámela tú, descríbeme, mírame a los ojos, descifra mis gustos, mi estilo. Dime qué quiero, que me queda bien Hazlo sin preguntar, ese será tu reto
Taehyung
¿Describirte, Jeon? Desde el primer día que te vi estudié cada parte de tu existencia, tus movimientos, tus gestos, tu forma de caminar, de vestir, pero sobre todo, la forma en la que miras. En ese punto podría inspirarme, plasmar lo que desees, plasmar tu ser oscuro, frío y perverso.
Empecé hacer los primeros bocetos. Tenía a Jungkook al pie, recostado sobre el escritorio con los codos apoyados en él.
Su rostro estaba a escasos treinta centímetros del mío, podía sentir su respiración, el olor de su aliento, ese que perfuma el lugar.
Por momentos, clavaba los ojos en mí. Aunque estaba concentrado en el trabajo, no era difícil percibir, o ver de reojo cómo me miraba.
Mordía su labio, juega con las manos, se perdía al tiempo sentí que quiere llamar la atención
Jungkook
Es excitante verlo en esa posición, con los ojos clavados en el papel. Esa mirada sensual, como entre abre los labios cuando está concentrado, el mechón de cabello que cae sobre sus ojos, la manera en la que mueve la cabeza para quitarlo.
No podía resistir más, estaba aproximadamente a treinta centímetros de su cara. Puedo sentir el olor de su piel, ese olor, me excita. Acerqué un poco el rostro, olvidando la presencia de su hermanito. Sin pensarlo dos veces clave la nariz en su cuello, al tiempo deslice la lengua