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Marcos Castro y Ellery Guzmán


11 de Mayo del 2020
Sinaloa, México

Iván Guzmán.

Un día y medio había pasado desde que mi hermana había entrado a este pinche hospital, y no nos han dado tanta información sobre ella, nada más que sigue en cuidados intensivos.

Mi mente era un lío que ni siquiera me había hecho cargo del negocio, dejé al frente a Alfredo, quien maneja todo junto a mi tío Aureliano. Ni que decir de Ovidio, que estaba peor que yo, le dije que se fuera con sus hijas, pues lo habían estado llamando. Creí que sería el Fredy quien estaría más agüitado de todos, pero no, fue el Ratón.

Mi tío no deja de hacer preguntas sobre mi ausencia en lo ilícito, pero no sé que responderle, ni siquiera él sabía de Ellery.

Cerré mis ojos y dejé caer mi cabeza hacia atrás, necesitaba tranquilidad, pero creo que eso no va en mi vida, ya que se escuchó el radio.

Patrón.

Bufé molesto y desenfunde el aparato, para contestarle a Nini.

—¿Qué pasó?

Don Mayo y su gente vienen para acá ¿Qué hacemos?

Rodé los ojos ante su pregunta le pendeja.

—¿Cómo que qué haces, pendejo?, Pues dejalos pasar, es padrino de la Ellery.

Ta'bueno. ¿Pongo más anillos?

—¿No crees que es demasiado obvio?

Guardé la cajita negra otra vez y apoyé los codos sobre mis piernas, para recargar la cabeza en mis manos, llevando mi mirada hacia la punta de mis botas.

No mentiría que el estar aquí me tenía agotado, pero no tenía la fuerza de irme tanto tiempo, sólo había salido para ir a la casa a bañarme y comer algo, luego regresar aquí, el que mis hermanas no sepan nada, complican un poco más la cosa, pues si estuvieran enteradas, nos daríamos turnos para cuidar de ella.

¿Será Paolo quien hizo eso?

Los pensamientos sobre si él fue el culpable, regresaban a mi cabeza, pero fueron interrumpidos cuando escuché unos pasos, alcé mi vista, encontrándome con Serafín y don Mayo, quienes se venían acercando con una cara de preocupación, así que me levanté para saludar.

—Don Mayo.

—Mijo'. ¿Cómo está tu hermana?

—Sigue en cuidados intensivos, al parecer no ha despertado, ni tampoco me han dado mucha información.

—¿Cómo que no te han dado información? —inquirió Serafín con confusión.

—Pues sí, nada, ya les metí presión y me respondieron que hacían lo que estuviera a su alcance.

—¿Y ya la viste?

—Nada más por detrás de un cristal —respondí y después hice una seña para que me siguieran.

En silencio los dirigí a aquel cristal.

Un nudo se formó en mi garganta al verla conectada a todos esos aparatos, con sus ojos cerrados y ni un sólo movimiento, con ese aparato que hacía un sonido horroroso, aunque me gustaba que sonara, ya que su significado era el que ella seguía luchando por su vida, para quedarse junto a nosotros.

Estuvimos un rato más ahí, hasta que salió don Mayo y detrás de él, nosotros.

Nos paramos en medio del pasillo, cada quien hundido en sus pensamientos.

Qᴜɪᴇʀᴏ ᴜɴ ғᴜᴛᴜʀᴏ ᴊᴜɴᴛᴏs... 𝑀𝑇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora